Vecinos de la Zona Centro de Gijón, CCOO de EMTUSA y Vox cargan contra la eliminación temporal de uno de los dos carriles de la calle, ensayo de una posible ampliación de las aceras; «es ineficaz y peligroso», apuntan en el sindicato de conductores

De sobra es conocido que la archiconocida fórmula ‘ensayo y error’ está detrás de la mayoría de los grandes logros que la Humanidad ha alcanzado. El método, como indica su propio nombre, consiste en probar, equivocarse, catar una nueva manera, volver a meter la pata, y así sucesivamente hasta dar con la solución correcta. O con la menos mala. Gijón lleva años lidiando con el enquistado problema de pacificar el tráfico en su casco urbano, todo un reto dada la afluencia de esa zona, y lo angostas de muchas de sus arteria. Como posible solución, el pasado jueves el Gobierno local puso en marcha un ensayo temporal, aún hoy en activo: suprimir uno de los dos carriles de la calle Munuza, y comprobar cómo coexistirían peatones y vehículos en caso de ampliar las aceras. Pues bien, menos de una semana después de aplicarse la medida, que también afecta a Domínguez Gil y a San Bernardo, los primeros resultados están llegando… Y no son halagüeños. Tránsito lento, embotellamientos dificultades para los autobuses y una sensación general de caos han puesto a los lugareños en contra, corriente a la que se han sumado Comisiones Obreras (CCOO) de la Empresa Municipal de Transporte Urbano (EMTUSA) y el Grupo Municipal de Vox en el Ayuntamiento. Todos piden lo mismo: que el ‘experimento Munuza’ llegue a su fin y se busquen otras alternativas.
«Desde el principio sabíamos que esta calle tiene muy mal arreglo, y ahora se está viendo«, admite, resignada, Maite Martín, presidenta de la Asociación Vecinal ‘Jovellanos’ y, por ende, portavoz de aquellos que se han convertido en los grandes afectados por el cambio. Martín, como muchos otros de sus representados, fue testigo del primer suceso polémico, acontecido en la mañana del jueves: al tratar de tomar la curva de Munuza, un autobús turístico quedó atascado, bloqueado entre los vehículos que le seguían y los separadores que anulan el segundo carril. De hecho, el conductor hubo de bajar a tierra para mover estos últimos, ante la imposibilidad de maniobrar. La escena, para la líder vecinal, fue determinante. «Por aquí nos parece una mala solución, la verdad… Vale que las aceras son muy estrechas, y que eso habría que resolverlo de alguna forma, pero el caos no es bueno para nadie, y esta decisión es caótica«, reflexiona. Por ello, alza la voz hacia el Consistorio, rogando a las Concejalías de Infraestructuras Urbanas y Rurales, y de Tráfico, Movilidad y Transporte Público del Ayuntamiento de Gijón, Gilberto Villoria y Pelayo Barcia, autoras del ensayo, que reculen. «No se trata de dejarlo estar, sino de ir tanteando otras cosas. Por eso, agradecemos mucho que sea una prueba temporal, pero está claro que no ha dado resultado«, resume.
«Suprimir un carril es un error. Se podrá hacer alguna pequeña actuación, pero crea más problemas de los que resuelve, tanto de movilidad como de seguridad»
CCOO de EMTUSA

Un posicionamiento similar, esta vez formulado desde el prisma de los conductores, lo esgrimen en CCOO de EMTUSA. Porque si, como Martín, en el ente sindical comienzan «rompiendo una lanza a favor del Ejecutivo, por haber sido valiente y optado por algo reversible«, también inciden en que «no es viable«. Y hay un buen puñado de razones que, consideran, sustenta esa impresión… Para empezar, «ya ha habido varios incidentes con autocares, aparte del que se quedó encajonado; con un solo carril es muy complicado hacer los giros en una calle tan estrecha, y eso que aún no se ha probado demasiado con autobuses articulados…«. Algo que, probablemente, ocurrirá pronto, ante la inminencia del verano, del aluvión de turistas y, por extensión, «del refuerzo de las líneas que dan servicio al centro; ahora seguimos en junio, pero a partir de julio esto será inasumible«. El temor, pues, es que los atascos se multipliquen, con las consiguientes demoras para el tráfico y perjuicios para los comercios de la zona. Ahora bien, en CCOO también preocupa la seguridad. ¿La razón? Que, con el reducido espacio, «los autobuses se ‘montarán’ varios metros encima la acera; será un riesgo para los peatones«. Y son muchos los vehículos que pueden hacerlo… No en vano, «cinco líneas de EMTUSA pasan por Munuza a diario, más los servicios especiales«. La conclusión es simple: suprimir un carril «es un error. Se podrá hacer alguna pequeña actuación, pero esto crea más problemas de los que resuelve«.
Si en los discursos de la Asociación ‘Jovellanos’ y de CCOO impera la crítica mesurada, en el Grupo Municipal de Vox se revelan bastante más expeditivos en sus críticas. «Es una decisión absurda», zanjaba este lunes la concejala Sara Álvarez Rouco, convencida de que el experimento, en realidad, es una pantalla para «enmascarar» dos posibles intenciones reales: o bien «restringir el tráfico rodado en la ciudad, a modo del mandato pasado«, o demostrar involuntariamente que «están totalmente incapacitados para proponer medidas racionales que mejoren la circulación«. La cuestión, ahondaba ayer Rouco, es que «someter una circulación habitualmente intensa por estas calles, algo ya de por sí conflictivo, a un cuello de botella aún más estrecho, suena a castigo para los conductores que habitualmente pasan por allí, incluidos transportistas y autobuses«. De ahí que en el partido en la oposición incidan en la falta de sentido del ensayo. «Pretender que Gijón se convierta en destino preferente para miles y miles de personas es contradictorio si, cuando llegan aquí, van a verse abocados a embotellamientos y al sufrimiento de cómo salir de un laberinto de calles que desconocen, por las que la circulación se hace imposible«, concluía la edil de Vox, llamando a «desestimar la posibilidad de hacer definitiva esta sinrazón con la que han vuelto a enfadar a los ciudadanos«.
Que complicado proponer soluciones de una zona de Gijón, que debería acometerse con un plan valiente, y peatonalizar todo el centro, dejando sólo acceso a vehículos de vecinos y transporte público de bajo impacto, como microbuses o incluso el tranvía. Pensar en soterrar el muro es otra cacicada como lo fue en su día la aventura de meter una tuneladora que atravesó Gijón de lado a lado, costando una burrada de millones y ahí están los resultados. Un túnel abandonado y un prau pa fiestes y pipi can, donde había una estación de tren. Gijón no es Nueva York, ni Tokio, ni Berlín. Gijón es una ciudad pequeña, que no puede plantearse planes urbanísticos ambiciosos, por mucho que algunos quieran creer lo contrario. Vean el otro fiasco, en teoría más «sencillo», el de intentar retirar el tráfico pesado de la Avda. Juan Carlos I, como acabó. En fin. Que todo pasa por ser creativos, y tolerantes. Gracias por leer la opinión y disculpen si alguien se ha sentido ofendido. No era mi intención.