«La oposición le reprocha que no es la alcaldesa de todos y, con este simple gesto, González puede dar una fuerte contestación esculpida en bronce»
Se lo han puesto en bandeja. La iniciativa de la plataforma Gijón Participa de erigir una estatua al actor gijonés más famoso, Arturo Fernández, supone una gran oportunidad para la alcaldesa Ana González.
En la despedida del ‘Chatín’, en julio de 2019, la alcaldesa profirió unas bonitas palabras que cualquier playu del alma hubiese aplaudido: «Fue un gijonés en el mundo y un monstruo teatral». Ya por entonces, González pedía un poco de calma en lo relativo a usar el nombre del actor en un espacio público de la ciudad. Han pasado casi tres años y el proyecto de un Arturo de bronce frente al Jovellanos -y financiado íntegramente por dinero privado-, parece una ocasión de oro para dar el homenaje apropiado al «monstruo» en Jovellanos City e incluso, por su virtual ubicación en una de las zonas más concurridas, añadir un gran reclamo turístico al patrimonio gijonudo.
Si el Gobierno local da su beneplácito al proyecto, Ana González podría sacudirse de un plumazo una de las palabras más pronunciadas por la oposición desde que se sentó en el Ayuntamiento: el sectarismo. El Chatín era un hombre conservador que no respondía al perfil político que actualmente copa la farándula española. Célebres son ciertas declaraciones desafortunadas del Arturo más ciudadano, que no actor. No se olvidan tampoco sus reproches al tripartito de izquierdas que gobernó Oviedo por no contratarle durante la legislatura, en contraste con sus habituales funciones durante la época de Gabino.
Pero aquí hablamos de homenajear precisamente al artista galardonado con el Premio Nacional de Teatro; con la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes; al que deslumbró durante su abundante filmografía, desde 1951 hasta meses antes de su muerte. Incombustible, así era la leyenda y creo que así debe ser recordada en su villa natal.
La pelota está ahora en el tejado de nuestra alcaldesa, que actuó con determinación y premura para renombrar la avenida del rey emérito. En ese caso, se cambiaba una figura histórica pero denostada por su reprobable actuación y supuestos negocios oscuros por un alcalde socialista y querido por la ciudad, José Manuel Palacio. Si la alcaldesa ahora dice «sí», no solo estaría contribuyendo a erigir una estatua, sino también apuntalaría su propia figura frente a muchos gijoneses, que demandan menos ideología en la gestión municipal. La oposición le reprocha que no es la alcaldesa de todos y, con este simple gesto, González puede dar una fuerte contestación esculpida en bronce, con las elecciones a la vuelta de la esquina. En el argot futbolístico, le han dado el pase de la muerte. ¿Marcará a placer?
Si es con dinero privado..como si le hacen una estatua mas grande que la cupula de la Laboral…
Con dinero publico…ni el mas minimo centimo
Arturo Fernández, merece una estatua y una calle, fue un buen embajador de su tierra!!!
Y para darle una calle a él, que no se la quiten a nadie, Gijon seguirá creciendo!!