Su carácter, su risa y su talento marcaron a compañeros, becarios y lectores a lo largo de cuarenta años de trabajo ininterrumpido

El fotoperiodismo asturiano llora la pérdida de Purificación ‘Puri’ Citoula Rodríguez, fallecida este domingo a los 68 años tras no superar un accidente vascular. Puri, como la conocían compañeros y amigos, fue una de las primeras mujeres en ejercer esta profesión en la región y dedicó más de tres décadas al diario El Comercio.
Natural de Dodro (A Coruña), comenzó a trabajar en la prensa gallega siendo apenas una adolescente. En 1984 se incorporó a la redacción gijonesa, bajo la dirección de Francisco Carantoña, y desde entonces su cámara acompañó los principales acontecimientos de la vida asturiana hasta su jubilación en 2018.
Citoula formó parte del histórico equipo gráfico del diario y compartió trayectoria con referentes como Bertina o Ana Muller. La Asociación de Fotoperiodistas de Asturias la recuerda como “una buena compañera, con carácter y temperamento”, capaz de cubrir desde protestas multitudinarias hasta partidos en El Molinón o retratos intimistas con la misma determinación. Más allá de su archivo fotográfico, Citoula dejó reflexiones que hoy siguen vigentes sobre el oficio. Defendía la honestidad de la imagen, convencida de que “cuanto menos se manipule, mejor; la foto debe salir de la cámara”. Rechazaba los excesos del retoque digital y subrayaba que el trabajo del fotógrafo comenzaba con medir la luz y buscar el encuadre, no frente a un ordenador. También era firme en su visión ética, como comentaba en una entrevista para Biblioasturias: “Cuando estás trabajando eres neutral; no puedes tomar partido, porque siempre habría un bando perjudicado”. Y lamentaba que, pese al peso de sus imágenes en la construcción de la noticia, los fotógrafos siguieran siendo considerados secundarios: “No valoran nuestro trabajo, aunque muchas veces la información surge de una foto hecha antes por nosotros”. Estas palabras, hoy recuperadas, reflejan la pasión, el compromiso y la defensa de la dignidad profesional que marcaron toda su trayectoria.
Aunque nunca perdió su acento gallego ni dejó de regresar a su tierra, Asturias fue su hogar definitivo. Aquí nació su hija María y aquí crecieron sus nietas, Elisa y Elena, su mayor orgullo junto a su marido, Serafín Sanjurjo, jefe de la rotativa del periódico.
Las muestras de cariño se multiplicaron tras conocerse su fallecimiento. La consejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez, destacó que Citoula “hizo historia como pionera y referente”. La capilla ardiente está instalada en el tanatorio de Cabueñes, donde este lunes, a las siete de la tarde, se celebrará una ceremonia de despedida.