Decían que en Venezuela nunca pasaría lo de Cuba, los mismos que dicen que en España nunca pasará lo de Venezuela
Al mismo tiempo que Joaquín Costa, en enero del año 1900, daba forma política al regeneracionismo español con la creación del partido Unión Nacional, se iniciaba en Gijón una huelga de los trabajadores de las minas y fábricas que demandaban mejoras de sus condiciones laborales. La situación se intensificó cuando las autoridades respondieron con represión y se produjo un aumento del descontento y de las protestas. La consigna «¡Abajo el caciquismo, viva el pueblo!» resonó en las calles gijonesas, reflejando el rechazo a la corrupción política y a la manipulación electoral que caracterizaban esa época.
El caciquismo, un sistema de control político basado en la compra de votos y la manipulación de elecciones, era quizás el problema más visible para la ciudadanía de todos los que padecía España en esos años finales del siglo XIX e iniciales del siglo XX.
Sobre ese “grito de Gijón” dijo Joaquín Costa que significó “decirles a todos los que gobiernan, y a los que aspiran a gobernar, que la libertad es una palabra vana, llena de viento; mientras subsista el caciquismo, es sintetizar en una fórmula sencilla las aspiraciones nacionales (…) es establecer como principio y axioma que para que viva el pueblo, es preciso que desaparezca la oligarquía imperante”.
La Real Academia de la Lengua Española ofrece varios sinónimos para cacique, por ejemplo: tirano y déspota. Y, dejando a un lado a los jefes indígenas americanos, nos da otras dos definiciones para este término, llamando cacique a la persona que en una colectividad o grupo ejerce un poder abusivo y también a la persona que en un pueblo o comarca ejerce excesiva influencia en asuntos políticos.
Quizás hoy no se vea la presencia de los caciques de forma tan notoria como sucedía hace 125 años, pero eso no significa que no existan caciques entre nosotros igual de manipuladores.
Cualquier gijonés medianamente sociable y despierto habrá notado como aumenta la presencia de venezolanos en nuestra ciudad y en toda Asturias: regentando negocios, trabajando a domicilio, abriendo restaurantes… Y cualquiera que se haya interesado en mantener una conversación con alguno de ellos, sabe la tragedia en que se ha convertido Venezuela por culpa del socialismo: millones de venezolanos se han visto obligados a abandonar Venezuela y los que quedan allí pasan grandes necesidades, salvo que estén bien arrimados al “cacique” cobrando las migajas que les reparte el estado. Porque no olvidemos que cuando desaparece la iniciativa privada, los asalariados quedan sometidos al patrón más despiadado de todos: el estado.
Decían que en Venezuela nunca pasaría lo de Cuba, los mismos que dicen que en España nunca pasará lo de Venezuela. Por eso es importante localizar a esos caciques modernos, a esos tiranos y déspotas, a los que sin mucho esfuerzo la mayoría de los lectores que han llegado hasta aquí saben poner cara, nombre y apellidos, porque a unos los hemos visto bailando en Venezuela o recogiendo maletas con contenido misterioso, mientras que a otros los hemos visto siendo expulsados del país o detenidos.
En 2017, el presidente del gobierno de España fue citado como testigo a un juicio; acudió y testificó. En 2024, el presidente del gobierno es citado como testigo a un juicio y ordena a la Abogacía del Estado que se querelle contra el juez. Sigan creyendo que en España nunca pasará lo de Venezuela y quizás no tengamos entonces ni la oportunidad de gritar, como hicieron los gijoneses de principios de siglo aquello de ¡Abajo el caciquismo, viva el pueblo!
Yo no me acuerdo del nombre del presidente de España en 2017. Tampoco se acuerdan los magistrados del caso Bárcenas. Se dice que era un tal M. Rajoy, pero nadie hasta ahora lo ha visto, ni lo conoce, ni siquiera Iker Jiménez ha dado con su paradero. Y tú querido Pablo has visto salir maletas, llenas de algo que no describes, y viendo salir a gente a la que nadie ha llamado, sólo para salir en la prensa, declarándose adalides de la libertad. Aún recuerdo la foto de ese gran faro de Occidente que fue y es Aznar, recibiendo de manos de un gran demócrata, como era Gadafi, un hermoso caballo como regalo por su contribución a la defensa de los valores democráticos.
Quizás tú eras demasiado joven y estabas preocupado de otras cosas, propias de la edad. En fin, seguir metiendo miedo a la gente y verás que risa nos va a dar cuando lleguen esos que están un poco más a la derecha tuya y toquen poder. Un saludo.