Carlos Sáez, el conductor de EMTUSA que halló 1.400 euros y se los devolvió a su dueña, reconoce que su «recompensa personal» es «que la gente viaje con la tranquilidad de saber que, si olvida algo, lo puede recuperar»

De humilde conductor de autobuses a héroe para los ciudadanos de Gijón. Esa es la fulgurante ascensión que, en apenas unas horas, ha protagonizado Carlos Sáez Fernández, el empleado de la Empresa Municipal de Transportes Urbanos (EMTUSA) que, hace dos días, encontraba un bolso con 1.400 euros en uno de los asientos del vehículo en el que trabaja, y lo devolvía a su dueña, una mujer de 85 años. Semejante despliegue de honradez y buen hacer podría parecer lógico, usual, una reacción natural ante un olvido semejante. Sin embargo, el gesto de Sáez, que él atribuye como propio de su oficio, le ha hecho objeto del agradecimiento y la admiración de muchos de los vecinos. Algo a lo que él resta toda importancia.
«Al final, es nuestro trabajo; lo que queremos es que la gente, aparte de sentirse a gusto y que le sea útil, viaje con la tranquilidad de saber que, si se olvida algo, lo puede recuperar», reconoce este veterano con diecisiete años de experiencia en EMTUSA, adscrito a la línea 20, que cubre el trayecto entre Somió y Nuevo Roces. Fue precisamente al término de uno de los servicios, alrededor de las tres y media de la tarde de este martes martes, cuando, en el transcurso de una ronda de revisión por el interior del autobús «por si acaso», se topó, efectivamente, con el bolso en cuestión. «Lo primero que hice fue abrirlo para ver si había documentación, para hacer el parte de incidencias oportuno», rememora. Y documentación había, sí, pero también «un móvil pequeño y un sobre»; el mismo que contenía la abultada cantidad de efectivo.
Sáez no se lo pensó dos veces. Primero, «llamé a un inspector de la nave, para que accediera al autobús y verificara la cartera y el dinero». Acto seguido, bolso y contenido fueron entregados a la Policía Local, que se lo devolvió todo a su legítima propietaria. Nada sorprendente para el involuntario héroe de esta historia, que en sus casi dos décadas de servicio ha devuelto «muchas carteras con dinero, algún reloj, móviles…». Por eso, le resulta chocante la trascendencia que su acción está teniendo. «Tampoco le di importancia, y estoy alucinando con la repercusión», admite, convencido de que, con la devolución, «se hace lo que se tiene que hacer». Porque para él está claro. Dejar esa buena impronta en todos los usuarios de EMTUSA «es mi recompensa personal».