Cuantos lobos hay que matar para que un político vaya a hacerse una foto con vaques en una feria
Esta semana hemos tenido visita ministerial por tierras astures, en concreto ha estado por aquí el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, el señor Luis Planas. Además de otras reuniones e invitaciones, el Ministro ha estado por Gijón para conocer de primera mano el arranque en la construcción de las instalaciones del Proyecto Sea Eight, que básicamente es una macroplanta de acuicultura, especializada en lenguado. Y aquí me paro para preguntarme ¿hasta qué punto es necesario que la clase política siga empeñada en asistir, enfundados con el chaleco amarillo y el casco, a la ejecución o desarrollo de obras (en especial a las de desarrollo privado)? Pero esto es solo la anécdota de lo que hoy nos ocupa, que no es otra cosa que uno de los debates más reiterados en los últimos tiempos como es el de ¡que viene el lobo! Concretamente, la obsesión por parte de numerosos gobernantes, entre los que se encuentra nuestro consejero de Medio Rural y Política Agraria, el señor Marcelino Marcos, de sacar al lobo del LESPRE. El LESPRE es el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial que es en donde está encuadrado el lobo que habita el norte de España, Asturias incluida, claro. Y no lo está por caprichos políticos, sino por evidencias científicas, las mismas que ahora brillan por su ausencia para intentar sacarlo del listado. Al estar en ese listado, el animal goza de una protección que viene derivada de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y la Biodiversidad que establece la necesidad de garantizar la conservación de las especies autóctonas silvestres, como el lobo.
Pues bien, gracias a la presión de una gran parte del sector ganadero, muchos de nuestros políticos se han agarrado a que el lobo es el elemento que más perjudica ese sector. Un sector que en gran parte, en el caso de Asturias, aunque no es exclusivo de aquí, destaca por su mantra de sucesión de bulos y fake news sobre los que construyen sus reclamaciones, clamando al cielo, en demasiadas ocasiones sin mucho sentido, y siempre muy, pero que muy próximos al sentir en este aspecto de los postulados de la ultraderecha en cuanto al negacionismo climático, o la agenda 2030, esa que pretende implantar métodos de explotación del sector primario menos industriales y más artesanales. Precisamente como la mayoría de las explotaciones que existen en Asturias.
Pues sobre este debate, el señor ministro ha declarado que se encuentra “muy sensible” y ha señalado la necesidad de “proteger la biodiversidad, pero también a nuestros ganaderos”. Sería deseable que este Ministerio fuera también sensible con la instalación de macrogranjas en nuestro país, principal enemigo del ganadero tradicional y de la biodiversidad, y se mostrara igual de firme sobre este tema que otros miembros del gobierno español, afortunadamente. El tema seguirá trayendo cola, después de la decisión de la semana pasada en la Unión Europea que estudia rebajar la actual protección del lobo, cosa que se planteará durante el mes de diciembre. Por cierto, pese a todo este relato, lo cierto es que España votó en contra de esta modificación.
Resulta científicamente insultante y ambientalmente desolador ver cómo el debate político está mandando al traste nuestra biodiversidad, favoreciendo la desprotección de una especie endémica de la Península Ibérica (que viene a significar que es exclusivo de esta región, dentro de su distribución mundial, como el urogallo cantábrico, el lince o el desmán ibérico). Como si ya no nos hubiésemos cargado suficientes. Y es que en esto del lobo y el lobby ganadero a Asturias le está pasando lo mismo que con su masa forestal y el lobby ENCE, o el lobby forestal. A cambio de que cuatro obtengan su beneficio se permiten destrozar nuestros ecosistemas naturales, sin poner freno a la plantación indiscriminada de eucaliptos para su explotación productivista. De igual manera, se plantea acabar con ‘el cuento’ del lobo para que nuestros políticos puedan ir a una feria ganadera a decir que están haciendo algo por el sector, mientras el sector sigue y seguirá cayendo en picado. Y es que resulta avergonzante como nuestros políticos se esconden detrás del lobo para dar la patada al sector primario. Porque el sector primario seguramente lo que necesitase sería una gestión más ágil de las circunstancias que tienen que ver con las pérdidas derivadas de los ataques de la fauna silvestre, en general.
Pero claro, para que eso ocurra, primero debería haber una gestión eficaz, y medios suficientes, y personal, para que la guardería del medio natural pudiera testimoniar ese hecho, y no que quien lo haga sea el político de turno, a través de titulares en la prensa. Para otro día dejaremos el debate del conocido como ‘modelo en extensivo’, que en demasiadas ocasiones se traduce a ‘modelo de dejar les vaques en el monte y subir un par de veces por semana a ver qué tal’, pero claro, ese debate es más incómodo para algunos. También para otro día vamos a dejar el tema de que enterrar en burocracia y papeles a cualquier explotación ganadera, y olvidarse de ella, no parece que sea la solución ideal por parte de la administración para apoyar el sector primario. Creo que el debate debiera ir por ahí, no por pensar en cuantos lobos hay que matar para que un político vaya a hacerse una foto con vaques en una feria sin ganaderos.