«Estamos totalmente olvidados. Hace 25 años que el Ayuntamiento no hace nada aquí»
La asociación de vecinos El Muselín Vivo acaba de hacer realidad una de sus grandes aspiraciones desde su fundación en 2010 : tener una sede. Ubicada en el antiguo bar del barrio y reformada gracias a la colaboración de los vecinos, será el “cuartel general” desde el que darán la “batalla” para pedir soluciones a las carencias endémicas de un barrio que por su peculiar ubicación en la ladera del Cabo Torres, en la parroquia de Jove, se siente “abandonado” por las administraciones. Sus problemas van desde las carreteras de acceso estrechas y en mal estado por la que no cabe una ambulancia o el camión de la basura, postes de la luz a punto de caer, barandillas para acceder a las viviendas rotas… El deficiente mantenimiento de los servicios públicos es general y endémico, en este barrio donde los vecinos están acostumbrados -y resignados- a “buscarse la vida” por sí mismos. “Este es un pueblo que sobrevive gracias a la colaboración entre los vecinos “. Desde su nueva sede y con fuerzas renovadas, piden “poner fin” a este abandono. “Somos ciudadanos que pagan sus impuestos igual que los que viven en el centro de Gijón”.
Un barrio con historia que inicia una nueva etapa
Aunque la historia oficial asocia el nacimiento del barrio de El Muselín con la construcción del puerto del Musel a finales del siglo XIX, existen fotos que prueban su existencia desde mucho antes. Hoy son aproximadamente 200 los vecinos que viven en este singular barrio en el que el nombre de su asociación de vecinos, “El Muselín Vivo”, delata su identidad. “Lo de Vivo lo añadimos en el año 2010 cuando nos dijeron que iban a demoler el barrio”, cuenta Sotero Rey, actual presidente de un colectivo vecinal que se refundó ese año para luchar contra aquella amenaza de desaparición que finalmente no se llevó a cabo. “Yo nací aquí y aquí he vivido durante toda su vida, cuenta. “ Mamé la historia del Muselín desde muy pequeño, en las conversaciones de mi familia. Antiguamente era un barrio con mucha vida. Mis abuelos me hablaron de la sociedad cultural “Los Muselinos” que desapareció cuando estalló la guerra civil”, relata. “Por eso para mí estar en la asociación tiene una implicación personal y familiar”. Hablamos con Sotero Rey y el resto de miembros de la junta directiva en la recién inaugurada sede, resultado de meses de desvelos y trabajo.
“Esto era un bar que llevaba cerrado 5 años. Negociamos con los propietarios y nos pusimos manos a la obra para limpiarlo y recuperarlo”, cuentan. “No teníamos experiencia en hacer reformas, así que cada uno ayudó con lo que pudo, recuerda Desiré Fernández, miembro de la directiva. Cuando por fin llegó la inauguración, “fue una satisfacción tremenda, te enorgullece que todo haya salido adelante”, nos dice Josefina Pastur. Con la sede ya operativa, el próximo año la vocalía de la mujer tiene previsto empezar a organizar las primeras actividades.
“Queremos tener los mismos servicios que otros barrios”
Los accesos al Muselín son un problema del barrio: una carretera con mucha pendiente, estrecha y con curvas muy pronunciadas por la que dos coches pasan a la vez con dificultad. De ahí que ensanchar el camino viejo del Musel, sea “una prioridad absoluta”, asegura Sotero Rey. Se trata de un camino por el que no cabe una ambulancia, como sucedió hace 3 meses cuando un vecino se puso enfermo. “Al intentar subir, raspó contra el muro porque no cabía de ancho y quedó atascada”, cuentan. “Para bajar al enfermo tuvo que salir marcha atrás”. Más que de dinero, parece una cuestión de voluntad porque, según explican, “no tienen más que desbrozar y comerse un trozo de la cuneta para sacar un metro que hace falta”. Este mismo camino y el de la Campa tienen varias curvas sin visibilidad donde solicitan se instalen unos espejos. “Lo hemos pedido, pero de eso tampoco sabemos nada”. Esta falta de respuestas por parte del Ayuntamiento hace que los ánimos estén caldeados porque, por un lado, no llegan soluciones y por otro, no se les pide opinión sobre algunas obras previstas en el barrio. Es el caso del asfaltado de la carretera desde la parada de autobús que preferirían “se emplee en otros caminos que lo necesitan más” o el ensanchado de varias aceras que “solo va a servir para quitar aparcamientos”. Según cuentan, la respuesta del Ayuntamiento es que “esto es lo que hay y si no lo quieren, se dedica ese dinero a otro barrio”.
En general, el mantenimiento de los servicios públicos en El Muselín deja mucho que desear: varios postes de la luz amenazan con caerse, alguno tiene hasta 45 grados de inclinación y faltan contenedores de basura en la parte alta del barrio. “Todos los puntos de recogida de basura, están en la zona baja”, explica Josefina Pastur, lo que obliga a estos vecinos a coger el coche para bajar las bolsas. Algunos de ellos, personas mayores”. La respuesta de EMULSA no les convence: “ dicen que por normativa de seguridad no pueden meter el camión por aquí y sin embargo, cuando vienen los de la EMA que son mayores sí… No lo entendemos”. Los vecinos sugieren que una furgoneta lanzadera recoja la basura de los contenedores y se encargue de llevarlas al camión principal. “También nos dicen que no, alegando que no somos suficientes vecinos”, cuentan indignados. “Siempre nos quedará la opción de ir a tirar la basura a la calle mayor”.
La zona alta es la que más abandono presenta del barrio: las barandillas que los vecinos utilizan como apoyo para subir las empinadas calles, están rotas o en mal estado. Las únicas que están bien, las repararon los propios vecinos. “En ninguna zona de Gijón los vecinos tienen que hacerse cargo de labores de mantenimiento de muros y zonas ajardinadas públicas como sucede aquí”, se queja Sotero Rey. “Todo esto son los posos de 25 años sin mirar para el barrio”.
Todo bien, tienen razón, pero es que construyeron en esa pendiente la mayoría de manera ilegal. Era un barrio de chabolas. Y ahora se quejan.