«Cinco de las once charangas activas en la ciudad fueron las encargadas de abrir el XXXVI Concurso, que, como siempre, no dejó indiferente a nadie»
Mientras la alfombra magenta (no roja) de los Premios Goya se desplegaba en Valladolid, aquí, en Gijón, se abarrotaba el Teatro Jovellanos, por dentro y por fuera.
Comenzaba el momento esperado para buena parte de las once charangas. Concretamente, cinco fueron las encargadas de abrir el XXXVI Concurso que, como siempre, no dejó indiferente a nadie.
Agustín Fernández (Alberto Rodríguez) y Arancha Nieto volvieron a presentar la gala, acompañados de las hermanas ‘Tologordo’ y algún que otro personaje más, de esos indescriptibles por su histrionismo y chifladura.
Una vez saludada ‘Turbu’, la Sardina, y antes de dar paso a la primera actuación, el presentador reivindicó, como sólo él puede hacer, la marcha de público una vez concluida la actuación de la charanga a la que acuden a ver, dejando sitios libres después de largas horas (o días) haciendo cola.
Pero a lo que vamos es, precisamente, al otro espectáculo, al charanguero. Abriendo éste desplegaron alas de colores rojo y amarillo Los Acoplaos, reivindicando el «No a las armas ni a las guerras», preocupados también por la falta de niños en los colegios y asegurando que han revivido «como el ave fénix».
La última y marchamos, el siguiente grupo en actuar, nos metió en un maravilloso circo repleto de ‘criaturas’, como la mujer barbuda, siamesas unidas por la cintura, forzudos, tragasables… Y coplas dirigidas al rey emérito, uno de los personajes con más sátiras de la tarde, además de la subida exageradas de los precios de la compra.
Muy aplaudida fue la mención a lo peligrosa que se está volviendo la noche en Fomento, recordando la última muerte y el mediático caso de Germán Fernández. Esas voces fueron las de Folixa pa toos. Convertidos en Joker, reivindicaron también la lista de espera para acudir al médico. Hablaron de la maternidad de Ana Obregón y, cómo no, de la amnistía a Puigdemont.
Un homenaje totalmente inesperado
Es habitual que entre las actuaciones, y mientras detrás del telón se cambia el escenario, el presentador ponga en apuros no sólo a su compañera Arancha, sino también al que menos se lo espera. Y ese inesperado personaje (sobre todo, la sorpresa fue para él mismo) se llama Luis Cascallana, jefe de Producción de Festejos y del Teatro Jovellanos.
Nunca se imaginó el bueno de Luis que su último Carnaval en plantilla, pues se jubila ya, sería subido al escenario.
Debe de estar todavía pensando en cómo vengarse de todos los que le metieron en semejante jaleo, que fueron muchos. Conociéndolo, seguro que lo agradeció. Olvidar, seguro que no lo olvidará nunca. Con mayúsculas.
Volviendo al lío charanguero, los siguientes protagonistas, no sólo en coplas si no en atrezo, fueron las que, según Perdíos de los nervios, mandan en Gijón: las gaviotas. Enfundados en trajes de barrenderos, las molestas aves “hacen vuelos en picao” y asaltan terrazas. No fueron las únicas en estar en el punto de mira de este grupo, que no dejó en buen lugar las despedidas de solteros que, en muchas ocasiones, molestan a su paso con los ridículos trajes y esas horribles muñecas hinchables.
Despidieron la cita brillando como las estrellas, disfraz que podremos ver mañana durante el gran desfile de carrozas y grupos, Los Mazcaraos, reivindicando el «no es no» y su pasión por el Carnaval.
Hoy nos esperan las otras seis charangas, que lo darán todo en ese escenario que, durante este fin de semana, se convierte en magia.