«¡Qué mejor semana en todo el año en Gijón para acoger esta novela policiaca que la semana que da comienzo la Semana Negra!»
Es posible que cuando estéis leyendo este artículo hayamos descubierto novedades sobre ‘el caso del ordenador’. Me imagino que ya estaréis todos al día pero, por si acaso, pongamos un poco de contexto al artículo. Esta semana, cuando se estaba realizando una auditoria interna de control de los sistemas informáticos de todo el Ayuntamiento, se encontró, como si de una novela de Robert Ludlum se tratase, en una especie de doble fondo de un armario, un ordenador, del que nadie tenía constancia, al parecer, conectado a la red interna del Consistorio. Parece que podría pertenecer a una persona que lleva unas semanas de baja, pero esta información aún está por confirmar. El asunto está ahora mismo en manos de la Policía Nacional.
¡Qué mejor semana en todo el año en Gijón para acoger esta novela policiaca que la semana que da comienzo la Semana Negra! Ni el mejor agente de publicidad lo podría haber imaginado. Pero pongámonos un poco más serios y démosle una vuelta a todo, a ver qué resulta. Comencemos por la reacción del equipo de gobierno, a través de una especie de nota de prensa de la alcaldesa, que no ha tardado ni un minuto en ponerse la pertinente medalla respecto al asunto, aun sin saber ni conocer nada de lo que la investigación policial determine, lo cual no deja de ser, cuanto menos, un tanto atrevido. Es cierto que puede tratarse de un hackeo de información para venta al mejor postor y el asunto no sería un problema menor, pero, por otro lado, también convendría tener cierta prudencia a la hora de evaluar si precisamente este tipo de hallazgos determinan que se está haciendo bien el trabajo municipal, o todo lo contrario.
Por otra parte, no puedo dejar pasar por alto el contraste entre la reacción y la visibilidad que tiene esta información en algunos soportes informativos de los ‘clásicos’ de la ciudad, con titulares y mucha negrita, y la que tuvo la condena del Tribunal de Cuentas sobre Carmen Moriyón hace apenas dos semanas, ninguna, sin dejar de ser un asunto grave. Aunque no descartemos que también pueda ser otra cuestión mucho más mundana o anecdótica – veremos lo que determina la Policía Nacional -, no es una condena a la actual alcaldesa de la ciudad, como sí fue el fallo del Tribunal de Cuentas.
Y a esto es donde quiero llegar con el artículo de hoy: a abrir el melón de la realidad de lo que pasa en nuestra ciudad. De lo noticiable, de los titulares, de lo que se cuenta y de lo que no. Pero no, no lo voy a hacer en base a lo que dicen o dejan de decir los medios de comunicación; ese análisis queda para el gremio que debe analizarlo que es el de los periodistas, gremio esencial y fundamental en el devenir de nuestra sociedad y del que en la ciudad hay excelentes representantes. No, me refiero a la distancia existente entre el día a día de Gijón y lo que parece preocupar en el Ayuntamiento.
Es preocupante, y esperemos que se aclare pronto… ¿Qué hacía ese ordenador ahí y qué función tenía? ¿Quién lo situó allí y cuánto tiempo llevaba operativo? si es que realmente lo estaba, que tampoco se sabe. Pero, sin dejar de ser preocupante, no es el asunto más reseñable de lo que sucede en el Consistorio. Y esa es mi preocupación. Vemos cómo trascurren las semanas entre anuncios de inversiones millonarias y todo queda olvidado. Se anuncian 20 millones de euros para Tabacalera, 60 millones de soterramiento de El Muro y 75 millones para una reforma de El Molinón y pasamos como si tal cosa. Y eso me preocupa, porque se olvida el bagaje de la deficiente política municipal y de la paupérrima gestión en la mayor parte de las áreas de gobierno – no en todas – mientras que los hechos más anecdóticos y rocambolescos perduran en el devenir municipal.
Veremos cómo termina ‘el caso del ordenador’ y si tiene segunda y tercera parte, pero espero ver también como nuestra ciudad deja atrás la política del titular y empieza a pasar algo que no sean terrazas, notas de prensa, infografías y videos moñas.