En la 382 es habitual que los vehículos que se dirigen al centro adelanten por el arcén a los que se dirigen a los polígonos

No cabe duda de que la Ronda Sur de Gijón ha sido, desde su puesta en marcha en 1997 un eje dinamizador del tráfico en la ciudad. El tiempo que requiere ir desde la salida de Porceyo hasta la de Deva, no supera los cinco minutos, teniendo conexiones con el Llano y Viesques, vertebrando Gijón a través de un eje exterior que permita también una rápida salida a Oviedo y Avilés, por el Sur, y a Santander por el este.
Sin embargo, tampoco se puede obviar las deficiencias que supone una autopista proyectada hace treinta años. En concreto, las salidas 379 y 382 en dirección Oviedo suponen dos puntos negros para el tráfico. El primero, que conecta con la avenida de El Llano a través de la rotonda de Ceares, lo es por partida doble. Por un lado, la salida de la ronda acaba de una manera abrupta, sin visibilidad ni espejos que faciliten la incorporación a la carretera que viene de la autopista minera. Por otro, el alto volumen de vehículos que se dirigen hacia Nuevo Roces y Puerta de Viesques, provoca numerosos atascos que, en alguna ocasión, llegan a paralizar la salida de la ronda.


El otro punto negro lo encontramos en la salida de las AS-8 en Porceyo (382), donde un cruce provoca retenciones importantes. Aquí, además, el problema no sólo supone atascos, sino que el riesgo de accidentes se multiplica. El vial de salida de la ronda tiene solo un carril, pero el arcén derecho es tan amplio que permite la circulación en paralelo de vehículos que quieren dirigirse al centro de Gijón. El semáforo que regula el paso de vehículos está siempre en verde o ámbar para la entrada de la ciudad, no así si un conductor quiere dirigirse hacia los polígonos de Roces y Porceyo, dirección Alcampo. De esta forma, y cómo si fuera casi una tradición, los vehículos que van a hacer el giro hacia la izquierda en el cruce, se arriman al arcén del conductor, permitiendo que numerosos vehículos los adelanten por el arcén derecho.
