El diseño, obra de la UTE formada por New Construction y TYC La Mata, patentado por esta última y galardonado con diversos premios, ya se halla en varios puertos de España; la Coordinadora Ecoloxista confirma que, aun «sin ser la panacea, funciona»
Se ha convertido en un clásico político, si no ya en toda una tradición, que de la contaminación ambiental, especialmente la que asola la Zona Oeste, figure entre los temas abordados en cada nuevo Pleno municipal. Y el celebrado ayer miércoles, ordinario de este mes de octubre, no fue una excepción a esa norma. Cumpliendo con la intención adelantada públicamente apenas dos días antes, el PSOE local, a través de su edil Ramón Tuero, rogó al Gobierno que recurriese a la Comisión de Seguimiento del Plan de Calidad del Aire para verificar si la barrera antipolución completada recientemente en El Musel se ajusta, o no, a los requisitos de efectividad contenidos en dicho documento. Unas dudas, las de Tuero, motivadas por la variación del emplazamiento final de la barrera, distinto al anunciado en un principio, pero que no bastaron para convencer al Ejecutivo gijonés. Los argumentos dados desde las filas del PP por Rodrigo Pintueles, concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad, fueron claros: según los técnicos del Servicio de Calidad y Vigilancia Ambiental el resultado «se ha hecho en la ubicación y con las características idóneas».
Para comprender tanto la inquietud manifestada por el PSOE, como la reacción a la misma del PP, conviene detenerse brevemente en el proyecto. Terminada en los últimos días de septiembre, tras once meses de trabajo y una inversión final cercana a los 2,05 millones de euros, la barrera está constituida por dos hileras paralelas de pilares de hormigón, 980 en total, de once metros de altura y que discurren a lo largo de 490 metros entre la parcela ocupada por la regasificadora de ENAGAS, y la terminal de minerales en la que European Bulk Handling Installation, SA (EBHISA), acumula sus cargamentos de carbón. De hecho, es para mermar los efectos nocivos de estos últimos para lo que se erigió, reforzando la barrera vegetal existente desde 2007. ¿De qué modo lo hace? Sencillo: bloqueando las corrientes de aire que transportan las partículas de carbón y dispersándolas, al toparse con la doble franja de pilares, antes de que alcancen zonas pobladas. Un proyecto llamativo, ambicioso, de eficacia probada en otros puertos de España… Pero que, en el caso de Gijón, se materializó a la segunda, con cambios sensibles sobre el primer intento.
Tal como este martes recordó Ramón Tuero, y reiteró ayer en el Pleno, la primera licitación del proyecto se hizo en enero de 2023, contemplando una extensión total de la barrera de 548 metros a lo largo de dos tramos de 255 y 293 metros, respectivamente, abarcando así la totalidad del Muelle Marcelino León y ‘cortando’ por la mitad los terrenos de acumulación de minerales; todo ello, por un presupuesto base de más de 1,4 millones de euros. Aquella operación, sin embargo, quedó desierta, por lo que el Puerto optó por modificar los pliegos, reduciendo la longitud del futuro equipamiento, aumentando la inversión y, eso sí, acercándolo más a la regasificadora. Para los socialistas gijoneses, tales modificaciones, en particular la última, ponen en duda la efectividad de la barrera, pero también el compromiso para con el control de la calidad del aire de la vicepresidenta de la Autoridad Portuaria, la alcaldesa Carmen Moriyón, al «no haberse preocupado ni tan siquiera de comprobar que esta medida se ajustaba a lo aprobado o, de lo contrario, haber pedido explicaciones» al presidente del Puerto, Laureano Lourido.
Para el Gobierno de la ciudad, tales dudas carecen de sentido. Para empezar, porque el cambio de emplazamiento de la barrera responde, en palabras de Pintueles, a una «reordenación en el uso del espacio». Así se lo confirmaron al edil de Medio Ambiente responsables de El Musel, quienes detallaron que, «hasta principios de 2021 allí se ubicaban dos zonas de almacenamiento diferenciadas: una, de carácter permanente, ocupada por EBHISA, y otra, de carácter transitorio, ocupada por la compañía NMR«. Aquellas dos áreas, las mismas que habría ‘cortado’ el diseño original, fueron unificadas en una sola, explotada en exclusiva por EBHISA y, a mayores, reservada como su zona de expansión natural. A tenor de todo lo anterior, Pintueles avaló ayer que la barrera está emplazada «de acuerdo con la nueva distribución de la zona, y en la ubicación óptima para reducir la suspensión y arrastre de
partículas». No en vano, y siempre según lo notificado en el Pleno por el concejal, «sus pantallas cuentan con una permeabilidad inferior al 40%, reducen la velocidad del viento en, al menos, un 60%, y tienen una longitud y altura ajustadas al volumen de las parvas que allí se acumulan«.
Eso, por lo que respecta al plano político, pero también a nivel técnico se alzan voces defensoras de la eficacia de la barrera. Entre ellas, la de TYC La Mata, poseedora de la patente y puntal principal de la unión temporal de empresas (UTE) adjudicataria del proyecto, de la que también formó parte New Construction, SL, proveedora del hormigón. «Es un diseño ya consolidado; lo hemos instalado en puertos de Cartagena, Cádiz, Tarragona, Castellón… Incluso Avilés. Y funciona«, confirma la directiva de TYC La Mata. La colocación de los pilares no es aleatoria, ni mucho menos. Previamente se realiza un análisis pormenorizado del entorno, de las corrientes de aire en la zona, de la carga de partículas… A partir de ahí se define el trazado más adecuado, si bien la altura, once metros, está estandarizada. «Lo único al gusto fue el color rojo de una parte de la barrera; nos parecía que encajaba bien con Gijón«, detallan. En fin, un conjunto de características sumamente complejo que, por si fuera poco, ostenta una elevada reputación nacional. En 2018 la barrera erigida en Aboño recibió la mención de honor de los VII Premios ‘Acueducto de Segovia’, que conceden la Fundación Caminos y el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos; dos años después el método de TYC La Mata para elevar, voltear y situar los pilares fue galardonado por ASEPEYO.
Incluso un colectivo tan sensibilizado ante los problemas medioambientales derivados de El Musel como la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies ve difícil cuestionar la efectividad de la barrera. «No será la panacea, y aún es muy pronto para evaluar hasta qué punto sirve, pero funcionar, funciona«, apunta su presidente, Fructuoso Pontigo. Su postura se basa, en gran medida, en los resultados obtenidos por su homóloga del Puerto de Avilés. Allí, aunque «siguen teniendo unos niveles de contaminación altísimos, los peores de España, algo hacen». El asunto, opina Pontigo, se torna delicado cuando las montañas de carbón «son tan altas, que no quedan a, al menos, un metro del borde de los pilares o, directamente, los superan; en esos casos, la barrera no sirve para nada«. Una eventualidad que no se daría si, como la Coordinadora lleva años reclamando, «se optase por encapotar el mineral, cerrándolo por los lados y por arriba, para que el viento no lo arrastre; claro, hacerlo es caro y logísticamente complejo, pero también sería la mejor opción«. Aun así, matiza Pontigo, a día de hoy resulta imposible determinar el grado de efectividad del nuevo equipamiento. Para ello «hacen falta muchos días de vientos fuertes, a lo largo de bastante tiempo; como mínimo, un año. Sólo entonces sabremos para qué están sirviendo».