
«Conocía a todos los socios por su nombre y dejaba claro «el mensaje»: «Quini se queda pero tenemos que traspasar a Churruca»»
El abogado y empresario Ángel Viejo Feliú llegó a la presidencia del Sporting el verano de 1973 dejando en el camino a su oponente Enrique López y sin olvidar el legado dejado por Carlos Méndez Cuervo. En 1974 se empeñó en fichar a un entrenador de campanillas: Branko Zebec, el balcánico tenía fama de ser un tipo duro, el míster yugoslavo había ganado la Bundesliga con el Bayern Munich en 1969 y lo que se encontró en Gijón no fue de su agrado. No le convencían aquellos embarrados campos de entrenamiento en La Guía, Fontoria o Los Fresno.
El técnico abandonó la capital de la Costa Verde de la noche a la mañana y ante la llamada telefónica de un desorientado presidente, Branko comentó lacónico: «Sporting, muy muy pequeño». En cuanto colgó el teléfono Viejo Feliú prometió vencer la afrenta de Zebec y convertir al Sporting en un gran club. Para crecer, para dejar de ser pequeño, muy pequeño era necesario dotar al club de unas instalaciones deportivas modernas, poniendo un ojo en Llaranes y otro en Lezama. un año después de la espantada del entrenador croata fichó Viejo Feliú al presidente del Astur como secretario técnico del Sporting: Enrique Casas. Y con Casas tendrían los gijoneses al mejor ojeador-fichador del país, de su mano se enfundaron la rojiblanca: Joaquín, Maceda, Mesa, Ferrero…
Fue movidito el verano de 1976 en las oficinas del club. El teléfono no dejaba de sonar a cualquier hora del día. El Barça quería firmar a Quini y el Athletic se encaprichó de Churruca. Un jugador rechazado por los bilbaínos en su etapa de juvenil en el Zarautz. Los leones ofrecían 52 millones de ptas y la cesión de Núñez por dos temporadas. El derecho de retención ponía grilletes a los futbolistas de la época, convirtiendo a esos jugadores en reos de las directivas. Las clausulas de rescisión aparecerían en los contratos de los deportistas gracias a un real decreto fechado el 26 de junio de 1985. Decidió el presidente del Sporting convocar un referéndum entre los socios en la Casa Sindical.
Y allí permaneció plantado a la puerta del salón de actos, saludando, estrechando manos. Conocía a todos los socios por su nombre y dejaba claro «el mensaje»: «Quini se queda pero tenemos que traspasar a Churruca». Votaron 190 compromisarios a favor y 84 en contra. Churruca cambiaría El Molinón por San Mamés y Mareo empezaba a ser algo más que un sueño. El 28 de marzo de 1978 Manuel Vega-Arango inauguraba la Escuela de Mareo. Proyecto pergeñado por Ángel Viejo Feliú y validado por el arquitecto Miguel Díaz-Negrete. Con seis campos de fútbol, gimnasio, polideportivo y residencia para jugadores. Lo que hoy da sentido al club rojiblanco, su cantera, se lo debemos al presidente que da nombre a la Escuela de Fútbol de Mareo «Ángel Viejo Feliú».