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El epicentro de la ciudad de Gijón giraba y gira en torno a la calle Corrida, que conecta la Puerta de la Villa con el puerto local y que desde principios del siglo XX estaba asfaltada con unas aceras bien marcadas y un reloj destacado, visible desde ambos extremos.
La calle Corrida era el eje vital de la ciudad por ser lugar de paso, boulevard de paseo, zona de cafés y foco comercial urbano. La foto de Gerardo Bustillo muestra a un grupo de niños vendedores de periódicos formando un corrillo, al que irónicamente denomina “congreso de periodistas”.