Pero el primer himno, concebido como tal, vino de la mano de la profesora de música María Luisa Crespo, hermana de Ángel Crespo, uno de los fundadores del club
El Sporting vuelve a tener un himno oficioso, esta vez auspiciado por el club. El encargado de poner voz y corazón al sentimiento rojiblanco es, en esta ocasión, un artista mierense llamado Enol, con un tema de aire pop titulado «Es mi Gijón». Lo cierto es que la música y el Sporting han ido de la mano desde, casi, el nacimiento del club. Así, el 2 de enero de 1916, coincidiendo con el primer partido del año disputado en El Molinón, se estrenó un pasodoble titulado «Campeón», composición del entonces director de la Banda de Música de Gijón, Federico Coto, dedicado a los triunfos y la épica del principal club local, el Sporting. A cambio de la generosa ofrenda musical, el club le regaló al director de la banda una batuta de ébano guineano. Ese mismo año, el sábado 11 de marzo, el club organizó un baile para recaudar fondos para la propia entidad. Valses y pasodobles se alternaban con los bailes más modernos de la época. El evento se cerró con el pasodoble de ambiente «futbolero» que llevaba por nombre «El refree» y en el que se requería de la entusiasta participación del público para corear el estribillo.
En la propia inauguración oficial de El Molinón, realizada el 5 de agosto de 1917 bajo el mandato presidencial de Enrique Guisasola, el padre Ángel Valdés, párroco de San Lorenzo, bendijo las instalaciones y la bandera del club, además de oficiar una misa de campaña en el mismo terreno de juego. En el campo se había instalado un altar con una imagen de la Virgen de la Inmaculada, así como dos gallardetes con el escudo de Gijón y la Cruz de la Victoria. La bandera del club, con el escudo bordado, fue donada por la aficionada Araceli González. La actuación de un coro de ciento cincuenta niños del Colegio Covadonga puso el sello de solemnidad musical al acto. Asimismo, se plantaron un centenar de árboles por la calle Ezcurdia hasta la entrada a la puerta del estadio. El ayuntamiento de Gijón entregó unas medallas conmemorativas a los futbolistas del Sporting, de oro a los del primer equipo y de plata a los del conjunto de reserva. Posteriormente, en un conocido restaurante local, se celebró una comida para la directiva y miembros de la plantilla. El presidente, Enrique Guisasola, se hizo cargo personalmente de buena parte de los gastos ocasionados por el evento. Pero unos días antes, el 28 de julio de ese año, la Asociación Gijonesa de Caridad organizó un concierto benéfico en el estadio. Actuaron dos cantantes gijoneses, el barítono Servando Bango y el cantante lírico Francisco Meana, que interpretaron «Maruxa», una zarzuela de ambiente gallego reconvertida en ópera en dos actos. La actuación pudo realizarse aprovechando que se estaba representando en el teatro Dindurra, con ambos intérpretes como figuras destacadas del cuadro artístico de la compañía Díaz-Guerrero.
Con el primer ascenso del principal equipo gijonés a la máxima categoría del fútbol nacional, en 1944, el director de la Banda de Música de Gijón, Amalio López, estrenó su composición dedicada al Sporting: «Alirón, ra, ra, ra». Se trataba, nuevamente, de un pasodoble que la banda interpretó precediendo, en la caravana que festejaba el ascenso, al autobús que llevaba a la plantilla.
Pero el primer himno, concebido como tal, vino de la mano de la profesora de música María Luisa Crespo, hermana de Ángel Crespo, uno de los fundadores del club. La docente gijonesa compuso el «Himno del Real Gijón» que únicamente se interpretó (cuando menos, que quede constancia) en las Navidades de 1953, en la iglesia de San Lorenzo. La compositora donó una partitura a la citada parroquia y otra al propio club, sin que el citado himno tuviera nunca el rango de oficial.
Sí llegó, unos años más tarde, una asturianada que caló hondo en la afición rojiblanca. Fue la canción titulada «Al Sporting de Xixón», que Pepe Obaya compuso en 1969 y que José Fernández, «el Tordín de Frieres», grabó en 1971. El éxito rotundo de esta canción de sabor popular llega hasta nuestros días.
Poco después llegó, por fin, el himno oficial del club, obra del sierense Falo Moro, simpatizante rojiblanco que compuso también el del Real Oviedo y otros clubes asturianos. En la primavera de 1968, el Ayuntamiento de Gijón organizó un concurso de Coros de Tertulias de bares de Gijón. Bajo la dirección de Luis Quirós, se presentó el de la Sidrería Las Cancelas, con varios miembros de la Peña Sportinguista Medina entre ellos. Tras el concurso, el coro continuó con los ensayos y actuaciones ya bajo la dirección de Enrique Martínez Somohano y cambió su nombre a Coro Asturiano de La Calzada. En mayo de 1970, estrenó el himno del Sporting, compuesto por Falo Moro a instancias del presidente rojiblanco Carlos Méndez Cuervo. El citado coro, además, grabó por primera vez el himno oficial de la entidad gijonesa. Fue en el año 1974. A partir de ahí, muchas han sido las canciones con un «leitmotiv» sportinguista y, en algunos casos, con presencia de veteranos y componentes de la plantilla rojiblanca del momento, como lo fueron «Sentimiento sportinguista» (que contó con la presencia de voces reconocidas del panorama musical asturiano como Chus Pedro, Pipo Prendes, Víctor o Cholo Juvancho, además de la participación de exjugadores) o «Rocksporting» (disco de Banda Nocturna en el que participaron algunos futbolistas de la plantilla rojiblanca, Samuel Baños o Roberto Fernández, entre ellos).
También destaca «Sporting, nunca irás solo», un CD editado por el propio club con la colaboración del diario El Comercio y de Ultra Boys. En este trabajo discográfico apareció por primera vez una versión del himno sportinguista en asturiano y lo hizo por partida doble: una versión «celta» y otra, «rock». En él toman parte reconocidos músicos asturianos: Bras Rodrigo, Roberto Junquera o Ramón Laje, además de la Banda de Gaites de Covera, dirigida por el propio Rodrigo. Y, por supuesto, hay que señalar también el «Himno del centenario» que el mierense Víctor Manuel legó al club de sus amores.
Hay que sumar, evidentemente, las exitosas canciones rojiblancas de bandas como Once Jinetes, Maurizios o el ecléctico Mario Fueyo, musicalmente conocido como Dark La Eme, quien puso la banda sonora al ascenso del Sporting de Preciado. Algún grupo foráneo, como los madrileños Los Nikis, también hicieron guiños a la afición rojiblanca; su canción «Soy minero», que formaba parte del repertorio del grupo en sus últimos años, llegó con fuerza a buena parte de la afición de El Molinón. Hoy, el tema interpretado por Enol se une a esa larga lista de canciones «futboleras» que dibujan la realidad sentimental de los aficionados de un club de fútbol. Lo hace desde un pop limpio con las reminiscencias asturianas que aporta el sonido de la gaita y, a buen seguro, vendrá para quedarse entre los sportinguistas durante muchos años.