«A partir de 1927, se inició una tradición de visita oficial anual al santuario de la Virgen de Covadonga para pedir por la temporada venidera y agradecer los éxitos de la pasada, si los hubiera»
Gijón es una ciudad con evidente poso católico, como toda Asturias y el resto de España, por más que siempre haya habido otras minorías religiosas. Hoy, con notable presencia de musulmanes y, en el pasado, con distintas congregaciones de protestantes. En el Sporting ha habido también algunos futbolistas de otras ramas del cristianismo. Numerosos futbolistas protestantes, pero también musulmanes como Gregory, Afif o Rachid o judíos como Blackman, incluso en la junta directiva del año 1940 hubo durante unos meses un vocal protestante, el inglés (nacionalizado español) Walter Michael. En cualquier caso, es un club “oficiosamente” católico y así lo viene demostrando desde sus orígenes.
La figura del capellán de un club de fútbol surge en España en el Athletic de Bilbao. Fue a raíz de la victoria de la final copera de 1943, en la que los bilbaínos se impusieron por 1 a 0 al Real Madrid, con gol del legendario Zarra. Como agradecimiento el jesuita Andrés Arístegui, gran aficionado al fútbol que (como me comentó en su día ese hombre-enciclopedia athleticzale que es Lartaun de Azumendi, había sido portero en sus años mozos de un equipo llamado La Tonelada) llevó a la plantilla de ejercicios espirituales a la Universidad de Deusto. Fue desde entonces el capellán oficial del club y de ahí partió la institucionalización de la figura del páter en los equipos de fútbol españoles, por más que con anterioridad ya tuvieran su protagonismo en inauguraciones de estadio, bendiciones de banderas, etc. En el Sporting aparece el capellán del club con la llegada a la presidencia de Antonio Roibás de Inza. En el año 1967 es nombrado para tal cargo el párroco de La Asunción, José Aragón, que fue sucedido en 1969 por Emilio Blanco, abandonando el cargo un año más tarde al secularizarse, en 1970 es nombrado Dionisio Alonso y desde el año 2001 hasta su fallecimiento en el 2022 el cargo de capellán lo ocupó el padre Fernando Fueyo, que fuera párroco de la iglesia de Nicolás de Bari en el gijonés barrio de El Coto. Actualmente, el cargo de capellán rojiblanco recae en el sacerdote polesu Andrés Fernández, párroco de San Juan XXIII, en el barrio de Viesques.
En realidad, la vinculación del Sporting con el catolicismo viene de mucho antes, en consonancia con la realidad social del Gijón del momento. En la propia inauguración oficial de El Molinón, realizada el 5 de agosto de 1917 bajo el mandato presidencial de Enrique Guisasola, el padre Ángel Valdés, párroco de San Lorenzo, bendijo las instalaciones y la bandera del club, además de oficiar una misa de campaña en el mismo terreno de juego. En el campo se había instalado un altar con una imagen de la Virgen de la Inmaculada, así como dos gallardetes con el escudo de Gijón y la Cruz de la Victoria. La bandera del club, con el escudo bordado, fue donada por la aficionada Araceli González. La actuación de un coro de ciento cincuenta niños del Colegio Covadonga pusieron el sello de solemnidad musical para el acto, así mismo se plantaron un centenar de árboles por la calle Ezcurdia hasta la entrada a la puerta del estadio. El Ayuntamiento de Gijón entregó unas medallas conmemorativas a los futbolistas del Sporting, de oro a los del primer equipo y de plata a los del conjunto reserva. Posteriormente hubo, en un conocido restaurante local, una comida para la directiva y miembros de la plantilla. El presidente Enrique Guisasola se hizo cargo personalmente de todos los gastos ocasionados por el evento, así mismo, años antes ya se había convertido en el primer mecenas del club, al correr con las 14.000 pesetas que costó el vallado del campo de fútbol, cuando el terreno aún era propiedad de los Rimmel. También construyó personalmente en 1915, con la ayuda de otros socios sportinguistas, los primeros vestuarios de club, unas simples casetas de ladrillo vista. Fue, igualmente, el creador en el año 1920 del primer filial del Sporting, el Olympia, y siempre tuvo claro que el futuro del club y del deporte del fútbol en Gijón pasaba por la promoción del mismo entre los jóvenes locales, por lo que ayudó de forma desinteresada al desarrollo de encuentros entre conjuntos de categoría infantil. Como objetivo último estaba el de captar nuevos valores para el equipo sportinguista. Además, al hablar inglés y francés por haber estudiado en Londres y París, fue pieza clave en la llegada de los primeros entrenadores extranjeros, de consagrado prestigio, a nuestro club y que mejoraron notablemente el nivel técnico de aquel Sporting de primeros del siglo XX.
La cuestión religiosa no fue una cuestión meramente nominal para el club. Hay un ejemplo señero de ello. En la temporada 1918-19 había un futbolista en la plantilla sportinguista llamado Manuel Junquera Blanco, un defensa gijonés que había llegado al club rojiblanco procedente de otro equipo local, el Racing. Tras esa temporada, abandonó el fútbol para ingresar en el seminario de Segovia y entregar su vida a la fe católica. No llegó a ordenarse como sacerdote. Casado con una segoviana, ejerció como maestro en distintas localidades del centro de España.
Pocos años más tarde, en el año 1927, el presidente Ismael Figaredo decidió que el equipo gijonés honrase a la Virgen de Covadonga, nombrándola Patrona de la entidad, como agradecimiento por los éxitos deportivos de la entidad. En aquella temporada 1926-27, con el profesionalismo recién reglamentado, el Sporting había obtenido brillantemente el campeonato asturiano. En la Copa el conjunto sportinguista había sido incluido en un grupo junto al Deportivo de la Coruña, Racing de Santander y Real Unión de Valladolid. Pese a las lesiones de hombres importantes como Herrera, Quirós o Cuesta, el equipo encabezó la clasificación tras obtener cinco victorias y ceder solo un empate. Clasificados para cuartos, el emparejamiento llevó al Sporting a enfrentarse a uno de los equipos españoles más potentes del momento, el Real Unión de Irún. Todos los pronósticos daban como favorito a los guipuzcoanos, sin embargo el Sporting se impuso en el partido de El Molinón por 3 a 2, para caer en el encuentro de vuelta por 4 a 1. Como quiera que no se contemplaban la diferencia de goles a la hora de clasificarse, se hizo necesario un partido de desempate en terreno neutral. El lugar elegido fue el de los Campos de Sport de El Sardinero, en Santander. Previo a este partido y en vista de la importancia y dificultad del mismo, la plantilla sportinguista, entrenada entonces por Manolo Meana, se concentró en Covadonga. El Sporting finalmente perdió el encuentro de desempate por 3 a 1 pero a partir de ese año se inició una tradición de visita oficial anual al santo lugar cuna del Reino de Asturias, para pedir por la temporada venidera y agradecer los éxitos de la pasada, si los hubiera. También fue recurrido lugar de concentración de club en otras ocasiones, ante encuentros de especial relevancia.
Pero lo cierto es que en Asturias, aun siendo mayoría aplastante, también hubo población que profesó otras religiones y, por supuesto, también cristianos protestantes. El ejemplo más gráfico es el del pueblo de Besullo, cuna del escritor Alejandro Casona (que también era protestante), donde toda su población se convirtió al protestantismo en el siglo XIX tras instalarse en él un pastor de nacionalidad alemana, Friedrich Friedner. En Gijón, desde 1887, también hubo congregaciones protestantes. Dos llegaron a funcionar simultáneamente en tiempos de la posguerra, en 1948 existían la del pastor evangélico Daniel García y la del pastor anglicano Jorge Davis Clapton, que, aunque asturiano de nacimiento y de nacionalidad española, era hijo de ingleses. Entre ambas rozaban el centenar y medio de fieles a los que había que añadir 23 protestantes más de la comunidad evangélica de la iglesia de Besullo. No había más lugares de culto de otra religión en Asturias. Ni mezquitas, abundantes ya hoy, ni sinagogas, ni nada que se le pareciera. Con ese dibujo religioso de nuestra tierra, donde casi la totalidad de la población era católica y con el régimen confesional del nacionalcatolicismo dominante, no era de extrañar la aparición en todo tipo de clubes de un páter o capellán. Distinto panorama social se dibuja hoy. Incluso su figura entró en cuestionamiento con la llegada del entrenador catalán Joan Francesc Ferrer “Rubi”, que prohibió al capellán del Sporting, el padre Fueyo, rezar en el vestuario el Padrenuestro antes de cada partido en casa, tal y como se venía haciendo en los últimos tiempos. La polémica alcanzó tal nivel, con seguidores a favor y en contra, que en la Junta de Accionistas del año 2017, el abonado y accionista minoritario Víctor Manuel Díaz (el mismo que en su día promovió el referéndum sobre el color del pantalón) pidió el cese inmediato del entrenador por tal razón, ajena por completo a lo deportivo.