Los alumnos del taller que imparte miGijón descubren los secretos de una de las variedades de la profesión más delicadas y populares, así como los límites éticos que su correcto ejercicio impone

Política, cultura, sociedad, festejos… Se pueden contar por decenas los temas que el periodismo, en su afán incansable por acercar al ciudadano una información precisa y veraz de cuanto acontece a su alrededor, aborda a diario, imprimiendo a cada uno ciertas reglas y usos particulares, imposibles de replicar en los demás. Sin embargo, ninguna de las muchas variedades del oficio entraña tanta responsabilidad para quien la ejerce, impone tanta delicadeza y, a la par, obtiene tan buena acogida entre el público como el periodismo de sucesos, el relato de toda clase de hechos dramáticos. Una disciplina tan compleja como sutil, a menudo ensombrecida por desenlaces trágicos, siempre sobre el filo de la navaja de la ética, en la que cualquier inexactitud puede no sólo desinformar, sino también herir sensibilidades o arruinar vidas… Y a la que esta mañana han tenido oportunidad de acercarse los alumnos de la Escuela de Segunda Oportunidad (E2O) matriculados en el taller de periodismo que imparte miGijón.

Por espacio de dos horas Borja Pino, redactor de dicho diario, ha sido el encargado de introducir a los jóvenes participantes en la realidad de una modalidad periodística que, más que cualquier otra, no tolera los errores. Accidentes, delitos y crímenes, catástrofes naturales y un sinnúmero más de hechos requieren para su cobertura de una mezcla perfecta de asepsia, veracidad, precisión y sensibilidad, lección principal que los presentes han podido asimilar por medio de múltiples ejemplos, publicados en el propio periódico. Y no han faltado los debates, centrados tanto en la dificultad de hallar fuentes de información, adecuadas, sólidas y de confianza, como en cuándo, dónde y cómo trazar los límites éticos en sirven de frontera entre el detalle informativo y el puro y simple sensacionalismo morboso. Es en este último punto en el que se han producido las intervenciones más enriquecedoras y gratificantes por parte de los estudiantes, que han defendido unánimemente la idea de que, en el desempeño del oficio periodístico, y por golosa que pueda ser una noticia trágica, no todo vale, y la humanidad ha de anteponerse a cualquier otra cuestión.