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Gijón fue una de las primeras ciudades de España en las que se estableció un servicio de tranvías. En 1890 se inauguró la línea del centro a La Guía, que después se extendió hasta Somió. La red tranviaria fue ampliándose y adquirió un diseño radial con origen en la Plaza del Carmen y recorridos hasta Somió, El Llano y El Musel, conectando los barrios residenciales con las zonas industriales de la ciudad.
La tracción era con un tiro de mulas que, aunque lentas, tenían mayor capacidad de arranque que los caballos. El número de caballerías de la Compañía de Tranvías en principio fue de 25, pero con el aumento de los trayectos y de las frecuencias se llegaron a utilizar hasta un centenar. Las mulas se adquirían en la provincia de Palencia y para cumplir su función era necesario darles una alimentación abundante y un cuidado permanente. Cada animal recorría unos 25 kilómetros diarios y el tiro sólo se reforzaba con dos caballos extras en El Natahoyo, en la subida de la cuesta de Santa Olaya.
En la foto de Gerardo Bustillo, el tranvía que cubría la línea El Musel-Somió retornando hacia el centro ante dos palacetes de la ciudad jardín de Somió, uno de ellos rematado con una vistosa linterna y el segundo flanqueado por una imponente y artística verja.
