Soy consciente de que hay muchas personas que defienden que la única forma de poder pagarse sus vacaciones es reservando habitaciones, o casas, en portales, páginas o dominios de dudosa legalidad
Es, sin duda, uno de los grandes temas que está dando que hablar este verano en Gijón y en prácticamente toda Asturias. Una parte de los lugares más icónicos de Gijón, y de Asturias, se encuentran colapsados por un turismo masificado.
Es muy posible que la mayoría de nosotros hayamos sido turistas alguna vez, con todo lo que ello representa. Seguramente muchos de nosotros hemos intentado evitar las masificaciones y quizá no siempre esto ha sido posible. De igual manera, hemos podido disfrutar de vuelos baratos para llegar a otros lugares de España, de Europa y del mundo, con aerolíneas regadas de millones de euros públicos. O quizá hayáis preferido desplazaros por carretera en coche, caravana o en autocaravana. O prefiráis hacer un turismo más de interior e incluso turismo por la propia región, por Asturias.
Muchos lo habéis hecho en verano, porque queríais o porque era el único momento laboral en que eso era posible, o porque es cuando los niños/amigos/parejas, pueden. Otros lo hacéis en primavera, en otoño o en invierno.
Da igual.
Lo que ya no da igual es cuando miramos a nuestra tierra y la vemos colapsada de gente. Y es que nos encontramos de bruces con un problema de escala mundial del que, en ocasiones, somos parte todos y que, sin ponernos muy profundos, tiene complejas soluciones.
Nuestro sistema económico ha ido girando de un sector industrial a un sector servicios, y esto vale para toda Europa, pero sobre todo para España y ahora ya no solo para la costa mediterránea sino también para las tierras del norte. Asturias ha visto como se ha ido convirtiendo en destino turístico básicamente por cuatro motivos: porque es muy guapa, porque se come muy bien, porque no hace un calor de morirse (de momento), y porque muchas partes del territorio siguen siendo salvajes.
Podéis incluir mil motivaciones más, pero estas son las cuatro que se definen en los mayores buscadores de experiencias turísticas europeos. Claro está, todo ello incentivado por el gobierno de una región que ve como su motor económico va girando en ese sentido.
Y será muy difícil oponerse a que eso ocurra.
Pero creo que hay dos límites que debemos ponernos a nosotros mismos como turistas, y a nuestra tierra como receptora de ese turismo.
Dos frentes en los que deberíamos combatir: la creciente masificación irracional y frenar el turismo que conlleve cargarnos nuestro patrimonio natural, paisajístico y territorial.
Para paliar las masificaciones, el modo de turismo más complejo de frenar, quizá haya que empezar por tomarse en serio lo de controlar el alojamiento y la estancia que se producen en cientos de viviendas/edificaciones no reguladas de toda Asturias.
Soy consciente de que hay muchas personas que defienden que la única forma de poder pagarse sus vacaciones es reservando habitaciones, o casas, en portales, páginas o dominios de dudosa legalidad. Pero debemos ser conscientes de que todos esos alquileres vacacionales, todas esas reservas de habitaciones para nuestro ocio, provocan algo insostenible en el territorio al que vamos. Y es que decenas de barrios, localidades, pueblos y hasta ciudades, dejan que su parque de viviendas se utilice en exclusiva para el turismo, con lo que se logra “echar” a todas aquellas personas que viven o trabajan (o que quieren vivir o trabajar) en ese territorio porque, o bien no se encuentran casas porque la gente prefiere tenerla alquilada dos meses al año en vez de todo el año para obtener la misma rentabilidad, o bien los precios que alcanza un alquiler mensual comienza a hacer muy presente la realidad “madrileña” de gente compartiendo piso y pagando por habitaciones porque los alquileres superan los precios de los sueldos del entorno (y no hablo de estudiantes, sino de personas de 40 años). Y si tenéis alguna duda probad a alquilar una vivienda en Llanes, Cangas de Onís o Ribadesella. O revisad los precios de los alquileres para una vivienda en Gijón. De llevarse las manos a la cabeza. Y para que todo eso no suceda, no puede pasar que esas localidades, y muchas otras de la costa asturiana o de las zonas más visitadas, estén llenas de pisos vacíos todo el año salvo en verano que se alquilan por un potosí. Ese modelo es el mejor representante de una famosa frase del refranero: “pan para hoy y hambre para mañana”. Me refiero a los territorios donde esto se instala, desiertos de población diez meses al año y sin vida, y con dos meses donde los precios de todo ese entorno se disparan.
Frenar ese modelo de alquiler estacional contendría en parte la masificación y sí, posiblemente conllevaría un encarecimiento de las vacaciones en Asturias, no hay manuales mágicos.
La segunda cuestión esencial a gestionar en Asturias es el turismo en todo nuestro patrimonio natural. Ver los Picos de Europa colapsados de personas y coche, las playas saturadas, con toda la presión que conlleva para el medio natural debe ser una batalla en la que los asturianos y, por tanto, nuestros representantes políticos, deben estar a la altura.
Mantener entornos naturales como las Ubiñas, Somiedo, Ponga, Picos, la costa Oriental y Occidental, y muchos otros debe ser una prioridad. Entiendo que en el debate de que esas zonas de algo tienen que vivir debe prevalecer que, si es a costa de horadar y destruir el paisaje, cualquier cosa no vale.
Y para ver eso en Asturias ya tenemos un modelo, el “modelo Gulpiyuri”.
Para los que no sepáis de lo que hablo (que dudo que seáis muchos) os lo explico:
Gulpiyuri es una pequeña playa en el municipio de Llanes. Tiene la particularidad de que es una playa interior. El mar fluye por debajo de unos acantilados y ve la luz unos cien metros tierra adentro de la línea de costa, formándose un pequeño arenal, de arena fina y muy guapo. Pero ya está, no tiene más. Ni menos, diréis. Este entorno se hizo famoso en gran parte por las modas de las redes sociales, por cientos de páginas de turismo, guías, revistas, periódicos, etc.
Resultado: colapso total, en verano imposible ir, los fines de semana tampoco, los festivos otro tanto de lo mismo. El entorno ha sido masificado por los coches y las personas. Se han formado senderos a tutiplén, hay decenas de espacios usados como “baños” y todos hemos visto cómo se construye una especie de chiriguito cerca de ella, junto con un aparcamiento de fortuna. Diréis que tampoco es para tanto. Lo es. Ese entorno y la playa están en teoría, pero no en la práctica, dentro de la Red de Espacios Protegidos de Asturias como Paisaje Protegido de la Costa Oriental de Asturias y en concreto la playa de Gulpiyuri está catalogada como Monumento Natural. Pero sobre esa protección ha prevalecido, sin duda, su explotación turística. Es un modelo que OTEA, la FADE, numerosos sectores, y algún que otro político, ven con buenos ojos. Es un modelo que ha convertido la ruta del Cares, una ruta no exenta de riesgos, en una romería, las pistas del Parque de Picos de Europa en un pequeño París-Dakar y Somiedo en una Food truck. Y eso es caminar hacia el “modelo Gulpiyuri”, eso es avanzar sin sentido en la dirección que se cargaría todo lo que nos une a los asturianos, de unas ideologías y de otras: nuestro paisaje y nuestra naturaleza.
El modelo deberá tender a gestionar los límites al acceso a la naturaleza de una manera justa y equitativa, pero a la vez inflexible. Y no digo que sea sencillo, pero sí se puede afirmar que si no paramos la masificación en nuestra naturaleza no quedará naturaleza ni para nosotros, ni para los turistas.
A la pregunta que muchos haréis al leer este artículo: bueno, pero entonces, ¿de qué vivimos en Asturias? Yo os la respondería: primero, ¿en qué Asturias queremos vivir?
No se puede democratizar el turismo si lo que se pretende es salvar el destino turístico. Para poder gozar de un destino turístico limpio, sostenible, con recursos, pleno empleo y diferente solo hay dos elementos y una receta. Unas características naturales únicas y exclusivas, unos gestores valientes y la receta es la diferenciación. En Asturias no cabe duda de que tenemos el primer ingrediente. Además ahora acrecentado (por defecto) con el llamado cambio climático que asola a los territorios competidores del sur. Dudo mucho de que para poner en marcha la diferenciación que voy a proponer tengamos unos gestores valientes, pero o se hace como voy a plantear o la alternativa es ¡bienvenido Benidorm!. Desde mi punto de vista la solución es asumir que realmente disponemos de un Paraíso Natural. Otras regiones disponen de otras ventajas, pero Asturias dispone de un Paraíso Natural, y yo creo que quien quiera venir al Paraíso Natural debe pagarlo. La diferenciación debe venir por un vuelco de 180 grados basado en la calidad/precio. A ver si soy capaz de expresar con palabras la Asturias que yo me imagino como destino turístico. Sería un territorio en el al entrar por cualquiera de sus límites territoriales ya se notara una diferencia. En la calidad de sus carreteras (probablemente de pago, o no) excepto para sus residentes. En el cuidado de sus paisajes. En el cuidado de su arquitectura (se demolerían todos los edificios construidos fuera de los núcleos urbanos) que desentonaran con los modelos planificados para estar acordes con el concepto Paraíso Natural. Se generarían multitud de empresas de servicios de alto valor para atender a los visitantes de alto poder adquisitivo que visitarían Asturias desde cualquier lugar del mundo para tener contacto con el Paraíso Natural. Se potenciarían las empresas de productos artesanales profundizando en la gestión más sofisticada de sus ingredientes y elaborando productos de la máxima exclusividad. Se contrarían servicios de empresas cualificadas para gestionar esta transformación, alejar Asturias del modelo Benidorm y aproximarlo lo máximo posible -conceptualmente- al modelo Dubai, Islas Vírgenes, u otros similares muy exclusivos. Esto generará un escenario de territorio solo al alcance de visitantes con alto poder adquisitivo. Con infraestructuras gratuitas de la mejor calidad para sus autóctonos. Con actividad económica todo el año en base a la oferta alejada de reclamos estacionales y basada en conceptos culturales, gastronómicos, paisajísticos, deportivos, y de otra naturaleza. Con creación de puestos de trabajo estables y bien remunerados durante 12 meses al año, de todas las categorías. Con inversión nacional y extranjera en un «producto» seguro, que en la actualidad ya está demostrando su capacidad de retorno. Podría seguir, pero creo que se me ha entendido. Ahora solo falta alguien que tenga el valor de realizarlo. Ahh. Ahora espero a que vengan a rebatirme (que serán los de siempre con la demagogia de siempre). Ahórrensela. Estamos hablando de masificación turística (que ya es un hecho) y de cómo sostener nuestra tierra indemne antes este hecho. Recetas (como la mía o diferentes) pero recetas. No descalificaciones. Viva Asturias. Don Pelayo redivivo.
Brillante propuesta la suya, Don Angel.
Como no se actúe rápido , el modelo Benidor se nos instaura en nuestra Asturias , porque ya ha cogido carrerilla, y difícilmente lo vamos a poder frenar como antes no aparezca un Gestor Valiente que apueste realmente por Asturias Paraiso Natural y su inmenso potencial.
Es imparable… Llanes ya se ha convertido en un parque temático, desde hace tiempo, se a re en semana Santa y se cierra en septiembre. Y demás es sabido que no tiene solución. La prueba es, que hay 5 residencias de ancianos os llenas. Nuestros jóvenes tienen que marchar, aquí no hay sitio para ellos, porque toda la gestión está centrada en el turismo irremediablemente.