Oído en la cola de la caja del Alimerka recientemente (tengo mi ticket de compra de ese día por si alguien piensa que me invento los hechos): “Vamos a sacar a mi madre de la residencia para que cene con nosotros en Nochebuena y coma en Navidad. Probina, está tan solina y no creo que pase nada por cenar con nosotros y los dos nietos”.
Seguro que algunas, sino muchas, de las personas que estén leyendo esta columna han escuchado, compartido e incluso dicho un comentario de estas características después de que el Gobierno asturiano anunciase la posibilidad de compartir estas navidades con los familiares que se encuentran en residencias de la tercera edad. Y es justo y necesario reconocer que yo mismo he pensado en esa posibilidad como alternativa para poder compartir unos días con nuestra madre.
Esta pandemia ha trastocado todo, especialmente nuestro sistema emocional. Y tal como funciona este maldito e imprevisible virus, las emociones mal gestionadas pueden resultar muy peligrosas. Humano es querer estar con nuestros seres queridos, ¡por supuesto! Lo que tenemos que preguntarnos es que si merece la pena que una cena de Nochevieja o una comida de año nuevo conviertan en drama la pena que nos genera no compartir estas fechas con nuestros mayores.
Vuelvo a apelar al sentido común y en mi faceta de periodista les recuerdo las condiciones necesarias para que más allá del imprevisible bicho garanticemos la salud de todos.
Las familias que decidan sacar a los residentes de los centros geriátricos deberán convivir con ellos en sus domicilios durante, al menos, tres días. Para que puedan volver al centro los residentes deberán someterse a una PCR como máximo tres días antes del regreso. Si la persona da negativo deberá guardar aislamiento en la residencia durante 14 días. En el caso de que la prueba sea positiva, la persona afectada no regresará a su residencia y será la Consejería de Salud la que determine a dónde se la traslada. Las familias tienen que organizar con los centros tanto las salidas como los regresos de los residentes.
Estas son las normas. Les recomiendo, si me lo permiten, que gestionen sus emociones a partir de ellas. Yo lo he hecho a sabiendas de que no sé si podré compartir las próximas navidades con mi madre.
Recuerden que si ahora reducimos los riesgos podremos empezar el año con la esperanza de que un comportamiento adecuado a las circunstancias y la acción de las vacunas nos pueden garantizar un 2021 con cenas, comidas y meriendas compartidas. Pero no solo en estas fechas.
Nacho Poncela es periodista y colaborador de miGijón