¿Siente que a uno le cuesta más ser profeta en su tierra?
En Asturias hice mis cosas pero es que el trabajo me acabó llevando a otros países. Cuando volví a Asturias quería que fuera con una galería muy buena, por la puerta grande y cuando hablé con Amador Fernández hace más de un año a los dos nos gustó lo que hacíamos. Cornión lleva 40 años trabajando con artistas súper consagrados como Pelayo Ortega y no se me ocurría mejor sitio.
¿Pero a uno le duele cuando no le llaman de casa?
Lo que pasa es que vivía fuera y no hacía nada en Asturias. Quería crecer como artista y ese crecimiento en Asturias no podía ser. Tenía que exponer fuera, viajar… Lo que me inspira para trabajar son nuevos paisajes, nuevas situaciones. Desde hace dos años procuro estar más tiempo en Asturias. Aquí está mi familia, mi novia y me puedo permitir el lujo de hacer viajes más cortos.
“Asturias siempre es tierra de inspiración aunque en mis cuadros reniego del verde”
Ya que me habla de paisajes ¿Asturias tiene una muestra?
Lo primero que me inspiró hace un montón de años fue el paisaje industrial decadente. Recuerdo que hice una pequeña serie también sobre molinos de viento en el Principado. Los pusieron enfrente de mi pueblo y aunque haya vivido en Nueva York soy muy de pueblo, de hecho tengo una huerta que también es otra de las razones por las que he vuelto. Asturias es tierra de inspiración siempre aunque reniego del verde, es un color que nunca he utilizado en mis cuadros.
¿Y cómo renuncia un asturiano al verde?
Soy muy asturiano pero busco otros colores. Me gusta el otoño asturiano, me llama mucho la atención su sequedad.
Si hablamos de su gusto por la industria, no habrá mejor fuente de inspiración que Gijón.
Nací en el Hospital de Jove y hasta los doce años viví en La Calzada, barrio obrero de Gijón, con lo cual siempre lo tuve muy cerca. Muchos de mis amigos están metidos en el sector. Siempre me llamó la atención y muchas veces fui a visitar lugares abandonados u olvidados por el ser humano. Hubo una temporada que lo dejé de lado y luego lo retomé en mi primer año en Nueva York con ese paisaje industrial. La industria asturiana es algo que siempre me gustó. De hecho, siempre busqué la similitud entre la industria americana y la asturiana.
¿El gijonés entiende de arte?
Artísticamente hablando España va un poco detrás. Tú vas a Washington, donde la mayoría de los museos son gratuitos, y hay una vitrina enorme para dejar tu donación. No ves un billete menor de 20 dólares porque la gente está muy concienciada y sabe que va para el museo. Aquí es un gran desconocido. Agradezco a los medios que se fijen en el arte, en la pintura porque parece que se hace más caso a la música y la lectura. A mucha gente le cuesta dar el paso porque piensa que no entiende. Es labor de todos, es decir, galeristas, artistas, museos cambiar eso pero no entender no exime que sientas placer o desprecio por lo que ves. También digo que Gijón y el norte son sitios donde se aprecia más el arte. Gijón siempre ha sido una ciudad muy prolífica de pintores, creadores, galerías, museos y sí que creo que el público gijonés está acostumbrado a ver arte, no tanto como quisiéramos pero sí más que otras ciudades del mismo tamaño.
¿Y es un público que lo valora?
Supongo que si. Cualquier gijonés que se preste un poco sabe que en Asturias siempre hubo muchos pintores.
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Josu Alonso es colaborador de miGijón y periodista de Cadena SER Gijón
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