«El turista busca autenticidad, y la sidra es una forma perfecta de mostrar lo que somos como asturianos», explica la responsable de Turismo de Sidra Castañón
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En el contexto de la reciente declaración de la Cultura Sidrera Asturiana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, Marta García Miranda, responsable de Turismo en Sidra Castañón, reflexiona sobre cómo este hito influirá en el sector y las oportunidades que genera para el turismo en Asturias.
Para Marta, el reconocimiento es motivo de orgullo, pero también implica un compromiso renovado: «Vivir en Asturias y estar vinculada al mundo de la sidra hace que esta declaración sea algo muy satisfactorio. Pero, como dices, hay que seguir remando. No basta con celebrarlo; ahora viene mucho trabajo. Desde los llagares, los que hacemos visitas guiadas tenemos que potenciar la cultura sidrera asturiana, mantener el vínculo, hablar de nuestro producto, porque es algo que corre por nuestras venas y no podemos dejarlo morir».
Uno de los retos que señala es garantizar que las tradiciones, como el escanciado en sidrerías, no desaparezcan: «Es crucial que cuando vendamos sidra en sidrerías se escancie, que no se pierda esa práctica. No podemos permitir que, dentro de unos años, algo tan nuestro desaparezca».
Marta identifica varios desafíos, especialmente en la competencia con otras bebidas: «El desplazamiento de la sidra por la cerveza es un tema delicado. Pero si hablamos desde un punto de vista turístico, Asturias está de moda. Cada vez vienen más turistas atraídos por nuestra gastronomía y nuestras bebidas. Este año se notará el impacto del reconocimiento, y el turismo será una oportunidad para que la gente venga, tome una botellina de sidra y quiera conocer el elixir de la vida».
En su opinión, el sector debe trabajar para destacar la singularidad de la sidra asturiana y las experiencias que giran en torno a ella: «No se trata solo de vender la botella. Hay que ir más allá y ofrecer experiencias completas que conecten al visitante con la cultura sidrera».
Desde 2011, Marta lidera un enfoque innovador en las visitas guiadas al llagar, transformándolas en experiencias memorables: «Empezamos ofreciendo visitas básicas, pero pronto nos dimos cuenta de que queríamos ir más allá. Ahora buscamos que el turista se divierta, aprenda cómo se elabora la sidra, conozca el llagar como bodega y deguste el producto. Además, les contamos anécdotas de la cultura sidrera asturiana, siempre con un enfoque dinámico y divertido».
Las visitas han evolucionado para incluir reservas online y experiencias personalizadas: «La gente puede entrar en nuestra web y reservar visitas de 45 minutos con degustación, o incluso experiencias donde los visitantes pueden escanciar sidra directamente del tonel mientras disfrutan de queso, embutidos y pan. Es una manera de que vivan la sidra como si fuera suya».
Marta también busca adaptar las visitas a las estaciones del año, ofreciendo propuestas únicas: «Por ejemplo, para San Valentín organizamos una experiencia especial llamada ‘Amor por la Sidra’. Incluye una bienvenida con sidra espumosa, un taller de escanciado, degustaciones y actividades como un conjuro de amor con sidra de hielo y vermouth de sidra. También hacemos amagüestos, talleres de escanciado y hasta yoga en la pumarada».
Las visitas están diseñadas para todo tipo de público, desde familias hasta empresas: «Nuestro abanico es amplísimo. Recibimos grupos escolares, tercera edad, visitas personalizadas y empresas que buscan experiencias únicas. Adaptamos las actividades según el cliente final, porque queremos que todos se lleven un pedacito de la cultura sidrera asturiana».
Sobre el impacto turístico, Marta es optimista: «El reconocimiento de la UNESCO atraerá más visitantes. Tenemos que estar preparados para ofrecer experiencias auténticas y memorables. El turista busca autenticidad, y la sidra es una forma perfecta de mostrar lo que somos como asturianos».
Marta fue pionera en la creación del club Sidraturismo, un proyecto que busca integrar todas las facetas del sector sidrero en Asturias: «Si existe el enoturismo, ¿cómo no iba a haber sidraturismo en Asturias? El club fue una iniciativa necesaria para agrupar a llagares, alojamientos, sidrerías y otros actores en torno a la sidra. Aunque todavía queda mucho por hacer, es un proyecto con un gran potencial».
Para Marta, el futuro del sidraturismo pasa por conectar todos los elementos que hacen única a Asturias: «No es solo la botella de sidra. Es el paisaje, la tradición, la historia y la experiencia de vivirlo todo de cerca. Debemos trabajar juntos para que esta cultura siga creciendo».