«En ciudades como Londres puedes encontrar gente que trabaja en altos cargos o cara al público con multitud de tatuajes y es normal. España tiene un retraso con eso»
Nacieron hace más de cinco mil años y se han convertido en un elemento primordial de la cultura popular. Hoy en día, tatuarse la piel es considerado por muchos un arte milenario, aunque aún hay quien opina que no es más que una moda absurda. Según un estudio realizado por la multinacional de medicina estética Lutronic PBS, el 42% de la población española cuenta con algún tatuaje. En el caso de Gijón, la moda parece crecer como la espuma en y los tatuadores profesionales no dudan en adaptar sus negocios hacia ello.
La ciudad asturiana alberga multitud de amantes del tatuaje, tanto en calidad de clientes como en profesionales de este arte. Sak, con dieciséis años de experiencia en el sector y actual tatuador en La Mamba Negra Tattoo afirma que “en Gijón y en Asturias en general, la gente es muy abierta en tatuarse”, algo que se ve favorecido por un enorme cambio de mentalidad en los últimos años respecto a la percepción de la tinta en la piel. Con el paso del tiempo, la mejora en la calidad de los equipos y la técnica a la hora de tatuar ha favorecido la impresión pública que causa este tipo de arte. Una cuestión que corrobora Mael, de Mael Tattoo Studio: “Ahora un alto porcentaje de centros de tatuaje son clínicas profesionales”. Sin embargo, a pesar del avance, a España le falta mucho por aprender de otros países europeos en términos de inclusión de tatuajes. “Aquí es más difícil. En ciudades como Londres puedes encontrar gente que trabaja en altos cargos o cara al público con multitud de tatuajes y es normal. España tiene un retraso con eso, en Europa está más normalizado, pero estamos haciendo progresos. Ahora mismo están más normalizados, pero todavía nos falta camino” explica el profesional.
A pesar de la gran variedad de estilos, los tatuadores coinciden en que la línea fina y el microrealismo son los estilos de tatuaje preferidos por los clientes actuales. Sin embargo, la especialización no debe opacar la capacidad de trabajar en otros terrenos. Cardín, de Hate Made Tattoo Shop, lleva veintisiete años en el negocio de los tatuajes y la fabricación de máquinas de tatuar, y a pesar de especializarse en un estilo tradicional americano, destaca que “es muy difícil vivir de un solo estilo, hay que saber hacer de todo».
A la hora de comenzar un negocio de esta clase, los estudios de tatuaje gijoneses encuentran ciertas dificultades comunes. Entre ellas destaca encontrar profesionales de calidad, con formación y experiencia sobre el tatuaje, para que el trabajo se realice lo más perfecto posible. Además, una de las claves para el éxito se sitúa en la selección de un rango de clientela determinado, de forma que el centro pueda realizar varios estilos de tatuaje, pero que sobresalga por solo unos pocos. De este modo, el cliente que vaya buscando un estilo concreto, acudirá al centro especializado en él. Por tanto, como establece Mael: «Tener una buena cartelera de clientes facilita mucho las cosas». Sin embargo, Cardín destaca que la variedad en la clientela ha evolucionado a pasos agigantados a lo largo de los años: «Es un contraste enorme. Tatúo tanto a señoras de ochenta años, que se tatúan el nombre de sus hijos, hasta menores de edad que vienen con una autorización de los padres y toda la familia se hace el mismo tatuaje. Eso hace unos años era impensable».
Asimismo, la competencia se agranda en un mundo artístico que en antaño estaba ocupado por solo unos pocos profesionales. «Llevo dieciséis años tatuando realismo. Cuando yo empecé éramos tres haciendo ese estilo, ahora hay muchos más tatuadores», explica Sak para miGijon. Y es que una competencia muy directa puede ser peligroso para el poder adquisitivo de los tatuadores, ya que como comenta Mael: «Hay una superpoblación de tatuadores y los clientes son limitados». Del mismo modo, el auge del tatuaje produce una mayor accesibilidad a su realización por cuenta propia. Ante ello, Cardín explica que «hoy en día es muy fácil hacerse con un equipo para tatuar por muy poco dinero», señalando el aumento de la competitividad entre profesionales y no profesionales del sector.
Cada vez son más los que deciden grabar recuerdos en su piel y lo que comenzó siendo algo minoritario es ahora, sin duda, un fenómeno global. La moda de los tatuajes en Gijón parece acabar de empezar y sus profesionales han de adaptarse a un entorno de competencia cada vez más creciente. Solo una cosa está clara, la tinta y las agujas han venido para quedarse en las orillas del Cantábrico.