I PARTE DE LA ENTREVISTA CON EL JUDOKA CARLOS FERNÁNDEZ
“La seguridad que te da el judo sirve para una cantidad de cosas a lo largo de tu vida tremendas. Es un apoyo fundamental a personas con debilidades emocionales”
“La medalla de Atenas es una historia de superación es mayúsculas. No sabría cómo describirlo. Durante ocho años dediqué cada minuto a luchar por ese sueño”
Carlos Fernández (Mieres, 1973) responde a ese perfil de personas a los que la vida no le ha regalado nada. El judoka asturiano se vio obligado a colgar el judogi por una lesión de rodilla a los 16 años, una situación que pronto le convertiría en entrenador. Alcanzó el cenit profesional en los Juegos Olímpicos de Atenas con un bronce de la mano de Raúl Fernández y desde hace más de dos décadas forma chavales en Judo Club Avilés, el club que puso en marcha para hacer de su pasión su forma de vida. Luchador incansable, debajo de la imagen de un tipo serio se esconde una persona que pelea cada día por el deporte. Amigo de sus amigos, tiene madera de líder, algo que intenta trasladar al tatami con sus pupilos y todo ello con una premisa clara: el componente humano está por encima de los títulos. Casi un avilesino más, se mueve con soltura por la Y donde recorre de forma habitual los poco más de 21 kilómetros que le separan de su otra ‘casa’: Gijón.
El judo es un deporte aburrido. ¿Me lo desmonta?
El deporte en general puede llegar a ser aburrido. Lo que al deporte en un momento determinado le da su puntito son los vínculos emocionales con quien lo disputa. Yo puedo llegar a aburrirme viendo a cualquier equipo de fútbol que no sea el mío. Por ejemplo, no me motiva mi Sporting y voy un paso más: puedo llegar a desmotivarme si mi Sporting, como este año, disputa partidos en los que parecía que no nos jugábamos nada. Luego llegamos a jugarnos algo y volví a conectarme, con lo cual, en muchos deportes se encuentra el disfrute si lo disputas tú o si tienes un vínculo emocional importante con quién lo está disputando. Hoy en día solo encuentro un deporte que me hace disfrutar: el baloncesto americano por su dinamismo, lo constante de las variaciones que puede llegar a tener… Me mantiene activo un partido y no me aburre, juegue quien juegue. Sin embargo, el fútbol o, el judo que es mi deporte, pueden llegar a aburrirme.
¿Y por qué no el balonmano? De joven lo compaginaba con el judo.
Lo practiqué hasta una determinada en la que tuve que decidir. Incluso debería haberme decidido bastante antes porque sí soy partidario de que los niños prueben y elijan, pero llegado un momento o haces una cosa, otra o ninguna y eso es lo que les sucede a muchos niños. Es un mal común y lo que tenemos son niños sobrecargados de actividad, de deporte.
Su carrera fue corta como judoka: a los 16 una lesión de rodilla le obligó a colgar el judogi. ¿Nunca se vino abajo?
Me vine abajo y me sigo viniendo abajo muchas veces, pero la vida es venirse abajo y volver a subir y ahí es lo que realmente diferencia a las personas que en un momento determinado viven en la queja constante o los que se dan cuenta de que al final este es el juego de la vida. La vida es un sube baja constante, nuestros trabajos nos dan momentos buenos, malos… Lo que tenemos que hacer es tratar de normalizarlo y tirar de ellos. En el momento de la lesión estuve rodeado de personas que supieron entenderme, apoyarme y, sobre todo, enseguida generé otra posibilidad u otra motivación de la mano del judo entrenando a chicos. Lo que en un momento determinado me alejó de los tatamis enseguida me volvió a reenganchar como entrenador y además a un buen nivel. Evidentemente nunca es lo mismo que si tú lo practicas, pero ayuda.
“La vida es un sube y baja. Es lo que realmente diferencia a las personas que viven en la queja constante o los que se dan cuenta de que al final este es el juego de la vida”
Usted tenía una plaza de profesor de Educación Física, una especie de tabla de seguridad a nivel laboral. También podría haber entrado en Arcelor y, sin embargo, lo apostó todo a una carta: fundar Judo Club Avilés.
Ese soy un poco yo. Me ciño muy mal a las cosas por el mero hecho de que puedan ser más seguras o me puedan reportar más seguridad en un momento determinado de mi vida y sí me muevo mucho más por impulsos emocionales. Sé que en un momento determinado esto puede parecer de locos, pero a mí eso es lo que me mantiene vivo, ilusionado y hace que cuando me despierto por las mañanas mis motivaciones sean mayores que mis excusas. Al final, lo que me apetece es que mi día a día sea divertido, dinámico, donde pueda ejercer como lo que soy, un entrenador. Como técnico tengo que tirar del carro porque no hay que olvidar que los seres humanos pasan por momentos de debilidad. Me siento muchísimo más identificado con eso que con un ‘puestín’ de funcionario, que ojo, lo respeto, pero el funcionariado sería una de las cosas que en el momento social en que estamos, revisaría. Si consiguiésemos que tuviesen mayores motivaciones creceríamos muchísimo como sociedad.
Si volviera a nacer, ¿lo haría todo igual?
Seguramente sí, pero a lo largo de la vida de una persona hay tantas variables que nos pueden hacer coger dirección Gijón en lugar de Oviedo… Todos tenemos tantas ‘Y’ en nuestras vidas que nos pueden hacer tomar un rumbo u otro que contestar esta pregunta es muy complicado. Lo que sí tengo claro es que arrepentimiento cero y que no me paro ni un segundo a echar la vista atrás porque me ocuparía tiempo de poder trabajar en mi día a día que al final es lo que va a marcar mi futuro, no el pasado.
Más allá de los torneos, es de los que defiende que este deporte tiene una parte que sirve para ayudar a los chavales a superar problemas. ¿Ha vivido casos como este en el club?
Los vivo día a día porque realmente cualquier deporte es un apoyo tremendo para personas que en un momento determinado pueden tener problemas de seguridad personal, bullying… Es decir, el deporte es un apoyo fundamental a personas que pueden tener debilidades emocionales. En el caso del judo, al disputarse de una manera individual, refuerza la personalidad del deportista de una manera tremenda porque al final no te puedes guardar detrás del fallo de un compañero. La seguridad que te da mi deporte sirve para una cantidad de cosas a lo largo de tu vida tremendas. He tenido y tengo casos de personas que cuando llegaron a la práctica del judo lo hicieron con la cabeza baja y poquito a poco se fueron formando como grandes personas. Todo esto es gracias al autoconvencimiento de que nosotros como personas y como seres humanos no somos absolutamente inferiores a nadie. Estoy súper convencido de que todo está en la mente, no hay nada que no se pueda conseguir. Evidentemente, luego puede haber impedimentos físicos, pero todo lo demás, y cuanto más vivo más claro lo tengo, está en el trabajo mental y en convencernos a nosotros mismos de que podemos ser capaces de cualquier cosa. Esto es algo que debería de estar en el libro de instrucciones de cualquier ser humano que llega al mundo.
Es como una especie de ‘Hermano Mayor’…
Comparto muchas cosas que dice Jero García, porque además me parecen francamente buenas. No me erigiría en un hermano mayor, sí en la persona en la que en un momento determinado cualquier profesional se pudiese apoyar, no solamente para crecer como deportista de élite, sino para forjarse como persona. Esto no es porque sea ningún gurú, ¿eh? Sino porque mi experiencia en un momento determinado puede ayudarles a superar barreras que a veces son tan ridículas y decir: ‘Si esto que me decía este tío estaba tan claro…’.
Hay un concepto que le acompaña: familia. ¿Es más importante el grupo que las victorias?
Sin grupo no hay victorias. Parece una cosa de locos decir que en el judo demos tanta importancia al grupo, pero es un deporte individual que no se puede practicar sin equipo. Es como la vida, somos seres individuales que no nos podemos desarrollar sin el concepto de grupo, sin el concepto de familia. En mi club en particular, es básico y creo importantísimo el hecho de que crezcamos como familia, como grupo porque a partir de ahí es cuando van a salir los grandes resultados. Estamos rodeados de ejemplos que nos han demostrado en el deporte de nuestra comunidad autónoma que los grandes resultados han llegado de los momentos de unión o de debilidad que luego dieron lugar a que se creciese como grupo. Veamos nuestro Sporting de la época de Abelardo o el del gran gurú de los últimos tiempos de Gijón, Manolo Preciado. Hizo crecer bajo un sentido de pertenencia y de grupo cuando existía cierto desarraigo de la ciudad hacia el equipo, me atrevería a decir que es un momento muy parecido al que se está viviendo ahora. De repente llega una persona que dice: ‘Aquí se necesita alegría’ y le dio todo lo que ese equipo necesitaba. A partir de ahí llegaron grandes resultados y salvaron una gestión desastrosa que había por detrás.
¿El polideportivo de El Quirinal es una prolongación de su casa?
Casi que mi casa es una prolongación del polideportivo (risas) porque al final son tantas horas las que he pasado en los últimos 22 años… Del personal que trabajaba en estas instalaciones cuando entré, solo queda un conserje que se va a jubilar el año que viene. Soy el que más tiempo lleva allí. Eso no sé si es bueno o malo, pero el Quirinal es una de mis casas.
Es una persona de símbolos. Por ejemplo: el rojo que impregna su club. ¿Qué le da este color?
El rojo me da fuerza, me impulsa. El rojo me ayuda a generar un sentido de pertenencia a mí, como Carlos Fernández, como director técnico de mi club y a que todos los que están en Judo Club Avilés tengan un mayor sentido de pertenencia a su club. El hecho de querer desde pequeño llegar a ponerse algún día el rojo es como para cualquier jugador llegar a ponerse la camiseta del primer equipo. Eso es fundamental: el sentido de querer algo, el tener motivaciones para llegar. Eso al final es lo que mueve Judo Club Avilés en muchos momentos.
“La canción ‘Piratas del Caribe’ ha sacado las lágrimas, las ganas y el carácter a muchas generaciones que han pasado por Judo Club Avilés”
Una canción: Piratas del Caribe.
Un poco lo mismo que con el rojo. Una canción que impulsa, que mueve, que ha sacado las lágrimas, las ganas y el carácter a muchas generaciones que han pasado por mi club. Piratas generó que mucha gente se agrupase alrededor de esa canción. Igual que recuerdo que sirvió hace no mucho a un coach del Sporting para saltar al campo y que se escuchase en los vestuarios.
Hablando de música, ¿cuántas veces ha contado hasta diez?
(Risas). Todas las veces que he dicho en mi vida que no voy a pasarlo mal si algo no me sale bien. Y eso lo hago cada día, lo tengo claro. Estoy acostumbrado a pegar con una pared y levantarme. Eso debería ser un manual de vida. Esa canción de Fito dice una cosa importante y es que porque algo no te salga bien no hay que desfallecer. Ahí está la diferencia entre unas personas y otras: algunas son capaces de caerse muchas veces y levantarse con el doble de fuerza y otras con media caída no se levantan en la vida.
El Torneo Internacional Villa de Avilés, ¿es su mayor logro desde que en 2001 arrancó esta aventura?
A nivel organizativo sin duda alguna. El Villa de Avilés es un símbolo por todo lo que significa. Me atrevería a decir que, como evento, abrió en esta comunidad autónoma las miras de otros deportes e hizo que el deporte sea un motor económico, cosa que hace unos años en Asturias no se escuchaba. Nosotros en el año 2000 metimos ya casi 3.000 personas gracias a un deporte como el judo. A veces hay que concretar un poco porque tú dices 3.000 y la gente piensa: ‘El Sporting mete 14.000 o 15.000 cada dos semanas’. Sí, pero te van a tomar un café y si el equipo pierde, ni una sidra por el camino. El deporte es un motor económico en el momento en el que las personas que vienen a disputar un torneo se quedan en una ciudad, generan riqueza, utilizan sus hoteles, sus restaurantes, van de compras… y eso es algo que debemos tener claro: el deporte es uno de los mayores movilizadores cada semana y si se hace bien puede ser un turismo impresionante porque alrededor también se mueve muchísima gente. Tenemos un gran ejemplo en mi ciudad con Jorge García (director de Competiciones de la Federación Española de Triatlón). Todos debemos aprender muchísimo de su manera de organizar y, aunque no sea nuestro deporte, no hay por qué no reconocer el trabajo de otras personas que hacen las cosas realmente bien. Eso es una práctica que se da muy mal en esta comunidad autónoma, pero si nos lo quitamos, creceríamos un montón como organizadores y sobre todo como región.
Este año, si nada lo impide, será el de un Villa como los anteriores a la pandemia. ¿Tiene alguna sorpresa preparada para el próximo mes de octubre?
La mayor sorpresa es que dejamos atrás toda la pesadilla enorme y terrible que hemos estado viviendo, volver otra vez a meter casi 5.000 personas durante cuatro o cinco días en la ciudad astur porque evidentemente Avilés no tiene capacidad hotelera para esas personas, no la tiene ni junto a Gijón. Nosotros en la última edición antes de la pandemia llenamos Avilés, Gijón tuvo una ocupación del 85% y Oviedo del 90%. 5.000 personas son muchas y hablamos de gente que come, compra, genera una serie de gastos… Eso está cuantificado y es lo que debería de abrir los ojos a determinados dirigentes para darse cuenta de que hay que apostar por el deporte. La inversión en el deporte es buena y es positiva porque te va a revertir, pero lo que no vale es decir que te hagan un evento, porque ¿tú que vas a poner como ciudad para ello? Ese concepto lo tenemos todavía un poquito desnudo.
Atenas 2004, un bronce y un nombre: Raúl Fernández.
Detrás de esa medalla hay una amistad tremenda, un poso que te deja una historia de superación escrita en mayúsculas. Una persona que tuvo que luchar contra un montón de cosas para llegar a donde llegó e hizo que en el Ano Liossia Olympic Hall (sede del judo en Atenas) llorásemos todos como locos porque conseguimos algo que todos soñamos: colgarte una medalla olímpica, que te pongan una corona olímpica en la cuna del olimpismo; no sabría cómo describir aquello. Como en cualquier gran logro, confluyen una serie de cosas para que ese sea el día D. Es como que todo lo que sufriste durante dos ciclos olímpicos, los que van desde Atlanta 96 a Atenas 2004, se transforma ese día en la mayor recompensa del mundo. No sé si volveré a vivir un momento así, lucho y trabajo para que así sea. Aún soy joven, pero es verdad que empecé muy joven y el año 2004 me hizo que como entrenador llegase en el momento perfecto. Durante los ocho años anteriores cada minuto de mi vida lo dedicaba a luchar por ese sueño; era solo judo. Eso también hace que por el camino se queden cosas. En aquel momento la persona que compartía conmigo mi vida, la madre de mi hija, me apoyó al 100% y fue una persona que disfrutó 100% de lo que era mi proyecto y mi sueño. Fue un triunfo de equipo, de familia.
¿Su objetivo es crecer por la base?
Es mi biblia. Aquella ciudad que no pretenda crecer por la base está destinada al fracaso, sin duda y en un club deportivo pasa lo mismo, a cualquier nivel y ejemplos tenemos muy cercanos. La base es el seguro de futuro y de presente porque es lo que te impulsa en un todo. La base es lo que hace que la pirámide crezca, cualquier club debe tener una estructura piramidal. Esto nos lo deberían enseñar a todos los que estamos trabajando en deporte y en política también.
¿Asturias puede competir con otras autonomías?
Asturias puede competir con quien quiera. Una patria pequeña no es una limitación porque cualquiera puede conseguir lo que se proponga y si no lo consigue, al menos hacer cosquillas, pero tenemos que creer que Asturias es capaz de lograr lo que desee. Tenemos un potencial como región brutal, pero entre medias estamos perdiendo el tiempo en debatir en localismos y mientras tanto nos adelantan por la derecha, por la izquierda y no los vemos venir. Tenemos tanto que enseñar, que dar, que trabajar y que luchar juntos. Los dirigentes políticos de esta comunidad autónoma, con independencia del rasgo que tengan, siempre se han ido por las ramas y mientras en otras autonomías han crecido unidas, aquí seguimos en insignificancias, nos miramos más por encima del hombro y en ese medirnos entre nosotros a ver quién la tiene más grande seguimos siendo una de las últimas comunidades en todo.
Es de Mieres y tiene el club en Avilés. Sin embargo, para usted Gijón es especial. ¿Por qué?
Gijón me enseñó que para viajar no tenía que hacer la maleta, me despertó lo que en otras ocasiones había visto por el mundo en mis viajes como judoka y como entrenador. Gijón reúne un potencial tan grande como ciudad, tiene tantas cosas buenas que poder explotar y tiene la cercanía de encontrarse a 21 kilómetros de mi casa, no necesito irme más lejos. Como asturiano es un privilegio tenerlo tan cerca y los que vivís en Gijón no sois realmente conocedores o no os dais cuenta de esto. Es verdad que hay muchísimas cosas que mejorar, sin duda y estoy totalmente de acuerdo y soy crítico con algunas cuestiones, pero hay que construir desde lo bueno y esta ciudad es tremenda.
¿Gijón le devolvió en un momento determinado la fuerza para seguir peleando?
Me la devuelve hoy por mi situación personal y me la devolvió en un momento determinado en el que encontré ese ‘tú puedes’ que todos necesitamos en algún instante. Eso que quiero conseguir con mis deportistas yo lo tuve con Jorge Raga, una de las personas más importantes en mi carrera como judoka, que en su día me hizo ver que se podía, que había que luchar contra lo bueno, lo malo, lo regular y hacerlo con la cabeza alta.
Ya que hablamos de Gijón, ¿es usuario del ‘cascayu’?
Fue un proyecto escudado en la pandemia. En ese momento se sacó una idea para hacer que el Muro fuese de una sola dirección y se pudiese explotar por parte de los ciudadanos de esta ciudad y lo que se consiguió está a ojos vista. El Ayuntamiento no ha logrado que se utilice como se pretendía y ha sido un fracaso, a nivel urbanístico ya no te quiero ni contar. Igual que digo que esta ciudad tiene cosas fantásticas, también te digo que sigue anclada en proyectos como el plan de vías. Es algo que también pasa en la región, anclada a proyectos que no acaban de arrancar desde hace un montón de tiempo y no pasa absolutamente nada.
¿Nota una evolución en la ciudad o la pandemia le ha pasado factura?
Tiene muchísimos aspectos que mejorar sobre una base de ciudad que posee todo: mar, turismo, montaña cerca, un tejido deportivo de clubes, de sociedades deportivas que a mí me recuerda a uno de mis de mis sitios fetiches, Francia, en concreto el sur. Nos cuesta mucho decir por dónde queremos crecer, por dónde queremos mejorar y copiar a los que lo hacen bien. A lo largo de mi carrera deportiva he conocido muchas ciudades como Toulouse, Pau a las que me he acercado para ver cómo funcionaban y Gijón reúne eso. Aunque duela, Avilés y Oviedo no lo tienen. Gijón, a nivel deportivo, tiene tanto por dónde crecer, hay tantas cosas en las que puede mejorar, pero hace falta gente que abandere ese crecimiento y lo dirija.
¿Estamos en un momento social que se resume en el famoso ‘conmigo o contra mí’?
Sin duda, somos auténticos especialistas y no estoy hablando de colores ni de ideologías. Acuso a todo asturiano de que en muchas ocasiones es ‘o estás conmigo o estás contra mí’. Uno de los ejemplos más claros es la Facultad de Ciencias del Deporte. El primer esbozo para que en esta comunidad autónoma tuviésemos los estudios de deporte fue en el año 1970, estamos en el año 2022 y Asturias es de las pocas comunidades que no los tiene. Entiendo que cada ayuntamiento mire por lo suyo, pero ¿es tan grande el beneficio que una Facultad de Ciencias del Deporte va a traer a cualquier ciudad de Asturias o es mayor el beneficio que Asturias tendría al tener una Facultad de Ciencias del Deporte? El beneficio es muchísimo mayor como comunidad autónoma, pero en esas nos debatimos. Para mí es un ejemplo clarísimo de lo que está pasando en esta región desde hace no sé cuántos años y, mientras tanto, seguimos sin nada.
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