I PARTE DE LA ENTREVISTA CON EL EXFUTBOLISTA JUANELE
“Estuve cerca de morir y el paso del tiempo me ha ayudado a asimilarlo. Fue una llamada de atención”
“La estancia en la cárcel me cambió la vida: hay errores que no puedes volver a cometer”
Juan Castaño Quirós ‘Juanele’ (Gijón, 1971) disfruta de su ciudad desde la perspectiva de quien ya ha cumplido medio siglo de una agitada vida. Ha aprendido de sus errores y ha perdonado a aquellos que le hicieron daño. Reconoce que la empatía es algo que aprendió de pequeño mientras disfruta de una botella de agua fría. ‘El Pichón’ dejó de volar allá por 2008. Sin embargo, su día a día sigue estando impregnado por el fútbol: le gusta disfrutar de los partidos del Sporting, Tenerife y Zaragoza, aunque también tiene tiempo para el Veriña, el club donde empezó. Juanele es un enamorado de Gijón, y como tal, saborea sus calles y sus gentes. En muchas ocasiones lo hace de la mano de su mayor motivación: su hija de 23 años.
¿Hacía mucho que no venía por El Molinón?
No, vengo bastante a ver al Sporting. Siempre que voy a El Molinón me emociono porque para mí es un orgullo venir a este campo. La diferencia es que sufres más en la butaca que cuando jugabas. Cuando me he sentado en la Tribunona me han venido recuerdos de niño: pasaba por aquí cuando salía de Mercaplana y quería colarme como fuera para jugar en El Molinón. También he recordado cuando empecé con el filial, cuando estuve en el primer equipo, los partidos… Al final es todo.
Le he traído dos balones: el del Veriña y el del Sporting. Entre ambos hay buena parte de su vida.
Sí, hay historia ahí. Estuve ocho años en el Veriña y cinco en el Sporting. En ambos fue donde más feliz fui y disfruté del fútbol, de mis compañeros y de entrenadores.
‘El Pichón de Roces’ estalló en el Sporting y luego llegarían Tenerife o Zaragoza. ¿Usted era partidario de salir de Gijón?
No era partidario. Mirándolo con el paso del tiempo, tanto para mí como para el club, hubiese sido mejor quedarme en Gijón. Si pudiera echar la vista atrás no hubiese vendido a Juanele y se hubiera quedado aquí toda su vida.
Si no se hubiera dedicado al fútbol, ¿qué profesión le hubiera gustado?
Mi abuelo era cocinero de un barco y viajaba mucho. Me hubiese metido a ser marinero.
“Cuando me diagnosticaron la enfermedad no lo quería ver, lo pasé fatal. Pensaba que el fútbol me ayudaría a salir, pero tuve bastantes altibajos y momentos duros”
El exdirector deportivo del Eibar, Fran Garagarza, decía hace unos días en Radio Marca que trabaja mucho en conocer la personalidad de un futbolista y que lo estudia todo: desde la puntualidad, hasta las horas que pasa con el móvil o el coche que utiliza. ¿Este tipo de cuestiones son fundamentales a la hora de trabajar la personalidad de un profesional?
En cuanto al tiempo, me parece importante porque no puedes llegar tarde a entrenar, tienes que tener una puntualidad y estar a la hora en tu trabajo para poder desarrollarlo. Sobre el resto de las cuestiones, no lo veo tan claro.
Se ha dicho muchas veces que usted es un juguete roto. ¿Se ve así?
Me duele esa frase porque no me considero un juguete roto. Hice todo lo que pude en mi trabajo como futbolista. Hay gente que dice que podía haber sido mucho más, pero es que también me podía haber pasado como a compañeros míos que no llegaron a jugar ni en Segunda División ni en Primera. El fútbol es así de doloroso, tienes suerte o no la tienes. Yo la tuve y llegué a donde llegué.
Supongo que en su mejor época nunca faltó gente a su alrededor, pero cuando las cosas se torcieron ¿hubo personas que le fallaron?
Sí me sentí decepcionado, pero con el tiempo lo aceptas porque son cosas que pasaron, la vida es así y tienes que aceptarlo. El tiempo pone a cada uno en su lugar y lleva la vida que quiere llevar.
¿Crees que hubo gente que se aprovechó de su fama?
No, nunca lo sentí. Hubo gente que me apoyó mucho y no vi a nadie que se aprovechara de mí.
¿La decepción con las personas es la cara B del fútbol?
Esa es la cara que la gente no conoce. Dejas el fútbol, tienes una mala racha, una lesión y ya no se acuerdan de las cosas buenas que hiciste. Vienen otros jugadores, otros protagonistas y hay que saber y aceptar que eso le va a pasar a todos los futbolistas. Estas cosas te hacen pensar, pero es algo que sabes que va a suceder y hay que llevarlo con toda normalidad.
Ha contado varias veces que en Zaragoza le detectan una depresión y que tenía un trastorno bipolar. ¿Le cuesta hablar sobre esta parte de su vida?
Me cuesta mucho. A veces tengo miedo escénico de mi situación, de lo que pasé y hablar de estas cosas en ocasiones no es fácil para mí.
¿Qué sintió cuando le dieron el diagnóstico?
Lo pasé fatal, muy mal. No quería ver la realidad de la enfermedad. Luego te das cuenta de las cosas que hiciste y eres consciente de que el trastorno bipolar lo tienes y va a estar contigo para toda la vida.
Sale de Zaragoza al Terrassa con Juan Manuel Lillo, pero abandona el club antes de que acabe la temporada. Luego llegaron Avilés, Camocha y Roces. ¿Era de los que pensaba que podría con la enfermedad?
Creía que iba a ser más fuerte que la enfermedad, que iba a salir y que el fútbol me iba a ayudar. No fue así, tuve muchos altibajos y momentos bastante malos.
Y a los 43 años apareció el Siero.
Me llamó un conocido de Siero y fui a hacer la pretemporada. Intenté jugar con ellos toda la temporada y no pudo ser, pero estaba muy ilusionado y con muchas ganas de poder practicar lo que siempre me gustó que es el fútbol. Cuando sonó el teléfono lo viví con mucha alegría, tenía muchas ganas. La gente del equipo y del club me cayeron muy bien, para mí era muy importante. Tenía una ilusión tremenda de poder jugar y estar con mis compañeros, pasármelo bien. Fíjate cómo fue que tres días antes de empezar a entrenar me compré unas botas nuevas. Estaba como un niño cuando empieza con siete o diez años.
¿Cómo se encuentra en la actualidad?
Tengo altibajos: a veces estoy bien, otras no tanto, pero cada vez estoy más asentado. La medicación es muy importante para mí y me siento bien. Tengo que pensar toda la vida en estar bien, en hacer las cosas bien, tener una rutina…Los últimos años me encuentro bastante bien.
¿Es duro convivir con la bipolaridad?
Un poco sí, pero es llevadero. Tienes que hacer caso al médico, llevar la medicación correcta y tener sesiones con el psicólogo, hablar con él…
Su última incursión en el fútbol fue el TSK Roces en 2019 como segundo entrenador de Javier Castaño. ¿No ha vuelto al fútbol por gusto o por falta de oportunidades?
Por gusto. Es porque no me veo entrenando, en el fútbol. Estoy jubilado y no me veo como para entrenar a un equipo ni a nadie.
Tuvo dos ingresos hospitalarios por ingerir una gran cantidad de pastillas. ¿Quería acabar con todo?
No. En mi caso era más una llamada de atención de alguna manera. No piensas que todo va a terminar. Estuve cerca de morir y el paso del tiempo me ha ayudado a asimilarlo. Ahora pienso de otra manera, hago las cosas con más cabeza, voy al médico una vez cada tres meses y es el que me orienta. Lo estoy llevando bastante bien.
Estuvo un año en prisión por malos tratos a su expareja. ¿Qué conclusiones sacó de su paso por la cárcel?
No se lo deseo a nadie. Una vez allí te tienes que adaptar, tienes que convivir con todo lo que hay allí dentro y estar fuerte mentalmente para superarlo. El año que estuve se me pasó muy rápido: leía mucho, participaba en todas las actividades que teníamos. No fue plato de buen gusto, pero cuando estás allí tienes que pasarlo. La estancia en la cárcel me cambió la forma de ver las cosas: hay errores que cometes y sabes que no puedes hacerlos más. Te cambia la vida.
¿Es consciente de lo que lo hizo?
Sí, lo soy. Sé que no lo tengo que hacer más, son etapas que no tienen que volver a mi vida. Lo importante es que estoy aquí para intentar no cometer otra vez un error como el que cometí.
Lo cierto es que luego llegó una denuncia falsa de esta misma persona y fue condenada a prisión. ¿Cómo se defiende una persona cuando socialmente ya ha sido juzgada?
Se defiende haciendo una vida normal, ver las cosas siempre en positivo e intentar hablar con sinceridad y tranquilidad. Es lo más importante para salir de una situación de así. Esto me trajo problemas, pero tienes que llevarlo con naturalidad. Ya me juzgaban cuando era jugador y esa experiencia que cogí en el fútbol me sirve para la vida normal.
Nunca en mi vida vi un jugador con tanta magia en sus botas, solo de leerlo se me caen la lágrimas de admiración. Te amo Juanele. Gracias por tus tardes inigualables en todos los estsdios de España. Grande
Es cierto, el pichón de Roces era un genio !
Aquí en Zaragoza lo disfrutamos muchísimo!
Estos jugadores con tanto talento cuesta verlos.
Juanete crack!
Cuídate mucho y te deseo en adelante en tu vida particular tantos o más éxitos que en tu vida deportiva.
Un fuerte abrazo!
Creo recordar que fué el único judador de campo que no jugó ni un minuto con la selección española durante el Mundial de USA 94, por decisión de Javier Clemente.
Era un futbolista con una clase enorme. Creo que faltó continuidad y fortaleza mental como se dice ahora.
Grande Juanele !