Entrevista a Marcos Morán, chef de Casa Gerardo
“Asturias necesita currar un huevo. Se nos está yendo la gente, hay una desmotivación hacia el trabajo espectacular y Barbón tiene que mirar por los asturianos”

Pusieron en marcha el servicio a domicilio con la llegada de la pandemia. ¿Es de los que piensa que ha llegado para quedarse?
Evidentemente tendrá sus periodos pico, pero nosotros para el resto de España no hemos parado de enviar. Ahora de cara a Nochebuena, Navidad, Nochevieja, chuta y a nivel local también. Muchas veces tengo amigos que me compran y les digo que no cuenten que lo compraron en Casa Gerardo. Les recomiendo que quiten las etiquetas y cuenten que lo hicieron ellos, vas a quedar como Dios y a mí, mientras me consumas, el ego lo tengo súper superado. Cuenta que hiciste una crema de nécoras de puta madre y ya te la doy yo hecha (risas).
¿Le quita el sueño que regresen las restricciones con las que llevamos conviviendo casi dos años?
No, ya estoy curado de espanto. Que venga lo que quiera, yo voy a pelear y voy a seguir teniendo un negocio de puta madre. Ya me importa un pijo de verdad, estoy cansado. Voy a hacer caso y voy a obedecer hasta la raya, llegaré hasta el borde porque nadie me benefició por portarme bien. Somos un restaurante que se portó fenomenal, hicimos comunicados para ayudar, fuimos ejemplo y cerramos antes casi todas las veces. En las dos ocasiones que bajamos la persiana por anticipado, a las 48 horas la primera vez y a las 72 la segunda, hubo cierres. Se armó porque cerramos, pero es que ¿cómo no voy a cerrar? Es que de lo contrario palmo pasta. Si me cierra Carreño y Gijón, no me queda otra. Yo pediría que no nos cierren, por favor, que nos permitan trabajar en la medida de lo posible con esta enfermedad. Hay que empezar a llamarlo así porque no digo que vayamos a convivir con ella, pero hay que buscar fórmulas que ayuden a que la vida siga. Meternos en casa está comprobado que no vale para nada. La vacuna vale, pero hasta cierto punto, no es un antídoto. Si hay que tomar medidas, que las tomen porque prefiero eso y si luego hay que aplicar ayudas, que se apliquen a jugar a decir que viene el lobo. Somos todos mayores de edad. Hay una cosa en todo esto que hay que revisar: el mundo de la hostelería es muy diverso. En Asturias un albergue y un hotel de cinco estrellas son lo mismo, un restaurante con pretensiones y con un poco de más lujo es lo mismo que un sitio de menú del día, un bar para tomar un café es igual que una cafetería gigantesca… Luego está el mundo terraza, muy guapo, pero esto es Asturias y acabamos de pasar un mes entero viendo llover. El calentamiento global no llegó todavía del todo ¿eh? No puedo estar en una terraza de Asturias en enero porque me muero de frío, no puedo ponerme a abrir las ventanas como un animal porque no entiendo ir a un restaurante a pagar 100 euros por comer con chaqueta, coño.
En agosto visitó Casa Gerardo el presidente del Principado, Adrián Barbón. ¿Le dijo algo?
Posiblemente en muchísimas cosas estamos en las antípodas, pero me parece un tío que fue de frente en todo momento. Eso es de honrar y es una persona encajadora, sabe escuchar. Hará el caso que quiera, como todos y no es criticable, lo único que me parece muy educado por su parte que escucha a todo el mundo. Hubo polémica, pero sana. Se comió un pollo muy gordo y yo se lo dije hace dos años y le emplazó ahora. El problema sigue siendo el COVID, pero por favor, que estén preparados para cuando ya no haya porque Asturias necesita currar un huevo. Se nos está yendo la gente, hay una desmotivación hacia el trabajo espectacular y el COVID ayudó y Adrián (Barbón) tiene que mirar por los asturianos. Me parece muy bien que venga el jefe desde Madrid a mandar, pero que mire por nosotros que del Huerna hacía aquí, desgraciadamente, es otro mundo. El tema de la comunicación hay que solucionarlo ya porque somos totalmente deficientes. El precio de los aviones no tiene sentido en Asturias, es una vergüenza porque no tengo por qué organizarme con nueve meses vista para volar, ¡coño! Hay que ir en coche a León para coger el AVE, es que lo cuentas y la gente te lo toma a coña, pero cuando están aquí se dan cuenta. Te pongo un ejemplo. Unos amigos iban a celebrar el aniversario de boda y querían venir a Asturias. Al final no lo hicieron porque el avión desde Barcelona les costaba lo mismo que si se iban una semana de vacaciones a Canarias con hotel. Es una realidad que la sabemos los que estamos aquí. Hoy ser asturiano, por ciertas cosas, te hacer ser menos competitivo. Luego hay otra cosa. Como la pandemia nos respetó el primer verano, la gente vino de vacaciones a Asturias por primera vez. Este año han repetido, tenemos una relación calidad-precio de puta madre, tenemos el producto humano porque la gente es maja… El asturiano de media cae bien, no sé por qué, pero caemos bien. Nos gusta recibir gente, somos acogedores y tampoco vienen tantos con lo que no molestan, el asturiano tiene ganas de ser anfitrión. De chaval siempre decía que en Gijón sales solo a tomar una copa y acabas con colegas y a lo mejor durmiendo en casa de uno porque nos mola. Además de ser buenos anfitriones, hay que formar a la gente, hay que apostar por el idioma porque cada vez vienen más guiris y cuando vienen gastan poco, se lo pasan pipa. El inglés es lo que nos va a dar futuro, respetando todo lo que queramos. El bable no sé si tiene que estar, no me interesa mucho, lo respeto pero que me aporte.

¿Tiene algún proyecto entre manos?
Gracias a Dios hemos hecho muy bien los deberes y tenemos buena salud empresarial, lo que nos está dando el aguante porque en Londres cayó mucha gente, pero Hispania sigue trabajando muy bien cuando se puede, en Bruselas más o menos igual y aquí potenciando el catering, algo que volverá. Este año ya estuvo bastante bien y en 2022 va a ser el primero que vamos a poder regresar a los eventos con normalidad si después de marzo se tranquiliza todo como dicen y luego estoy abierto a todo. Es el momento en el que más difícil tengo hacer más cosas, pero el que más ganas tengo de escuchar a la gente. Va a ser un momento para apostar por Asturias, no me queda otra. Quiero porque quiero vivir aquí, porque me niego a que mi generación se acabe largando y la anterior también. Yo quiero crear una Asturias en la que mis hijos puedan vivir. Tengo uno de ocho y otro recién nacido y no quiero que dentro de 10 años me diga: ‘Oye papá, es que no hay futuro’. A día de hoy parece que va a pasar, pero si no nos lo ponemos como meta los que tenemos 40, nos quedan 20 y 30 años para producir… Se ha dado todo tan mal en los últimos dos años que no nos tiene que dar miedo nada. Hay generaciones que lo han pasado muy mal como la de mi padre, son los que ya tenían que estar tomando mucho el sol o paseando. En dos años envejecieron diez y no se lo merecían. Les tocaba ya estar un poco más desconectados a la vida y tuvieron que engancharse a echar una mano. En mi caso, mi padre está ahora más tranquilo, pero estuvo muy implicado ayudando porque veía que era necesario. Y luego una cosa que nos deja el COVID, al menos a mí: el que te toque la picha fuera, ¿eh? A tocar las narices fuera, ya sea un jefe, un empleado o una amigo. Si me estresas por encima de lo que me apetece, hazme el favor de apartarte de mi vida porque vamos a ser mucho más felices, al menos yo. Esto lo tenemos que aprender, tío.
“Cierra al salir…”. Su frase el día que dimitió Pablo Iglesias tras las elecciones de Madrid. ¿Un calentón?
No, es verdad. Es la persona más nociva que ha habido en este país desde los neandertales, si es que pisaron la tierra. Hablo de él, no del partido. No sé si os dais cuenta de que Podemos sigue ahí, está haciendo su labor política y al que le guste que lo vote. Pero este señor buscaba el conflicto constante, disfrutaba constantemente haciendo daño, provocando líos. No me vale que era un revolucionario. Soy muy asturiano, pero muy español y este tío cercenaba de golpe cosas por las que han peleado mis tatarabuelos, mis abuelos como es la paz mental. O sea, era enfermizo cada vez que abría la boca y no hablo de derechas o de izquierdas, muchísimos votantes socialistas hicieron lo mismo, pero es que tengo miedo de que el votante podemita también lo dice. Digo era porque, gracias a Dios, de mi vida salió. No sé dónde está y espero que no vuelva nunca. De las veces que más orgulloso me sentí de Asturias fue cuando lo echaron.

Y otra sobre el alcalde de la capital de España, José Luis Martínez-Almeida, donde aseguraba “ante ustedes un político… de los pocos que merecen la pena”. En la sociedad que vivimos alguien puede etiquetarle de ‘pepero’.
¿A quién no etiquetan? Solo digo que a ese el señor el día que me digan la cláusula hago un crowfunding. Me da igual que cambie de partido. Si se fuera al PSOE me iría con él. Me parece un tío muy interesante que dice la verdad, una cosa muy escasa en los tiempos que corren, pero es que no dice su verdad, dice la verdad. No lo dije de Ayuso, que apostó por la hostelería, lo digo de él, que es muy diferente. Políticamente, con 42 años, voté a cinco partidos políticos. No hay cinco en ninguno de los dos lados, tiene que haber alguno de los dos lados. Por ejemplo, con el tema de los toros, mi padre se moja puntualmente porque nosotros hicimos un artículo en el diario El Comercio donde explicábamos que cargarse los toros en Gijón también generaba daño empresarial porque había mucho negocio. Mi padre hizo un texto que yo tuve a bien o a mal publicar en redes sociales y recibí amenazas de muerte. Ahí decidí quitarlo. De hecho, fue poco antes de la visita del presidente y lo comenté con él. Todos somos muy democráticos y muy constitucionalistas hasta que nos tocan los cojones. Entonces somos unos quinquis.
Hablemos de algo alegre. Usted es futbolero, del Sporting.
Soy más del Real Madrid que del Sporting, pero simpatizo mucho con el Sporting.
Su padre estuvo en la directiva rojiblanca…
Fue uno de los que estaba cuando el equipo bajó con el récord de puntos. Era el año 1998 y estaba haciendo Periodismo en Madrid. Me comí el descenso en la residencia de estudiantes, muy guay.
En el restaurante tiene rojiblancos y azules. ¿El estado de ánimo va en función de la jornada?
En el restaurante del Oviedo no queda nadie, por circunstancias ¿eh? No los echamos (risas). De los clientes, del Sporting tenemos a Gragera o Pichu que han estado varias veces. Del Oviedo, Borja es muy buen cliente, Marco Sangalli… Hay piques y es muy divertido. Cualquiera que se tome el fútbol muy en serio merece intentar vivir de él, ya verás que bien le va a ir. Soy un sportinguista atípico porque no tengo odio acérrimo al Oviedo. Quiero que pierdan y no me importaría que quedase segundo en la Liga si el Sporting la gana con 20 puntos de diferencia. Dos equipos en Primera iban a dar mucho, uno al menos y si tiene que ser uno que sea el Sporting, tanto por afinidad desde guaje hasta por muchos jugadores. Con los nuevos algo menos, pero en la época de Alberto Lora, la primera etapa de Pichu (Cuéllar), tenía muchísimos clientes.
Cuéntenos alguna anécdota con rojiblancos.
Oficiamos el banquete de bodas de Alberto Lora, su padre es madridista a saco y se casó el día de la final de Champions del Real Madrid contra la Juventus. Durante momentos del banquete el padre fue al baño más de la cuenta y venía conmigo a mirar el móvil, a escuchar la radio. Me acuerdo de que cuando puso la fecha se lo dije a él y a Isa, su mujer, era la final de Champions. Según iba pasando rondas le decía: ‘Tienes un marrón de puta madre, tío’. Pantalla gigante tenían clarísimo que no se ponía porque no había boda. Pasamos medio banquete entre el coche y la radio. Es guapo, el deporte da para esas cosas.
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