Entrevista al ex ciclista del CLAS-Cajastur
“Mi equipo hizo que estuviera en lo más alto y yo hice que se conociera más al CLAS-Cajastur. Una de las mayores decepciones fue el cambio de nombre”
“Nosotros dimos el 100% o incluso más por nuestro sponsor y nuestro país, Asturias. Por eso pienso que la gente nos veía casi como un ejemplo”
Corría el año 1992, cuando un joven Tony Rominger (Dinamarca, 1961) fichaba por el CLAS-Cajastur. El suizo llegaba para liderar un equipo al que acabó llevando a lo más alto durante los dos últimos años en los que mantuvo su ADN 100% asturiano, luego llegó la fusión con el MAPEI y luego la absorción completa por parte de los italianos. Tres décadas después, Rominger sigue recordando aquellas carreras y al público asturiano. “¿Qué tiempo hace en Asturias?”, pregunta antes de comenzar con la entrevista desde su casa de Suiza. Tras saber que hace sol, no duda en exclamar: “¡Qué bueno!”.
30 años de su fichaje por el CLAS-Cajastur. ¿Su paso por Asturias le cambió la vida?
La verdad que ha tenido mucha influencia. Cada cosa que haces en la vida acaba influyendo y, en este caso, fue muy positivo.
Le voy a mencionar un lugar: Santa María del Naranco.
(Risas) Subí muchas veces y es importante. Está muy cerca de Oviedo y siempre fue una llegada muy bonita e iba bien en ella. Me acuerdo que gané en 1993 en la Vuelta a España y quedé segundo otra vez por detrás de mi compañero Mauleón. Es uno de los mejores recuerdo que tengo. Fíjate que en mi despacho no hay nada relacionado con el ciclismo, pero sí una foto de aquella subida.
“En mi despacho solo tengo una foto de ciclismo y es de la subida al Naranco. Es uno de los mejores recuerdos»
Precisamente en 1992, cuando quedó segundo, al volver al hotel fue cuando empezó a sentir la química con la afición asturiana…
Sí, aunque la verdad es que ya lo noté también cuando llegué a Asturias. En el momento que empecé a ir bien con el equipo ya tenía mucho cariño por parte de los asturianos. Para mí fue muy bonito.
En el prólogo que escribió en el libro ‘El CLAS: el equipo de Asturias. El sueño de su afición’ explicaba que nunca había subido al Naranco para disfrutar de los monumentos. ¿Qué recuerdo guarda de la primera vez?
No me olvido de que subir en coche es mucho más fácil (risas). La historia del monumento no la recuerdo, pero sí las vistas. Eran preciosas.
Ganó dos Vueltas a España con el CLAS-Cajastur (1992,1993), la tercera ya era el Mapei CLAS (1994). Quizá a lo que mucha gente no le da importancia es a la victoria en el Giro de Lombardía, una de las grandes que no había ganado ningún equipo español y que la obtuvo también con el mallot del CLAS. ¿Es consciente de que nadie ha llevado al ciclismo asturiano a las cotas que lo elevó usted?
Me acuerdo muy bien del fichaje por el equipo. Había muchos jefes del CLAS-Cajastur, señores muy simpáticos. Cuando me contactaron la primera vez no conocía muy bien el CLAS y empecé a mirar quienes eran los corredores y cómo competían para tomar una decisión. Vi que eran muy fuertes, iban bien en las montañas y también en otro tipo de terrenos, pero no ganaban. En definitiva, siempre tenían ciclistas adelante, pero les faltaba un ganador. Ahí fue cuando pensé que, si era capaz de ganar, porque la seguridad de vencer nunca la tienes, con este equipo me podía ir muy bien porque iba a ser un grupo muy unido y fuerte.
¿Cree que la afición lo veía como un ídolo?
Uf. Siempre hemos tenido buen contacto con el público y hemos sido un equipo de trabajadores. Hemos cobrado dinero por hacer deporte, pero también hemos trabajado muy en serio para ganar las carreras o hacer buenas competiciones. La seguridad de ser el primero no la tiene nadie en la vida, pero nosotros dimos el 100% o incluso más por nuestro sponsor y nuestro país (Asturias). Por eso pienso que nos vieron casi como un ejemplo.
¿Tenía alguna noción de la comunidad antes de su fichaje?
En el colegio, en la asignatura de Geografía se hablaba de España: su cultura, política… Y cuando nos enseñaban el sur y el norte, el maestro decía que Asturias parecía una pequeña Suiza, solo que tenían más suerte y contaban con mar. Esto era lo que conocía del Principado antes de fichar por el CLAS.
Usted es suizo, pero escuchándole hablar cualquiera diría que es asturiano.
En Asturias viví los mejores años de mi carrera deportiva. No lo digo porque gané muchas carreras con el CLAS sino porque tenía un equipo conmigo que, hoy, siguen siendo amigos. Les tengo mucho cariño a ellos, al sponsor que nos trataba muy bien y la gente porque los asturianos eran fantásticos. Recuerdo las llegadas en Asturias, siempre venía muchísima gente a vernos y apoyarnos.
Mira, de las victorias no te acuerdas mucho porque se olvidan, es una parte de la vida cerrada. Pero el país, el cariño de los asturianos siempre va a quedar en el corazón.
Hablando de buenos amigos quiero mencionarle a uno: Marcelino Torrontegui.
(Risas) Marcelino es uno muy importante, pero también están los asturianos Alejandro Torralbo y Jesús Cuevas. Tengo todavía mucho contacto con ellos. Me acuerdo del Hotel Marsol en Candás, pero también está el Hotel La Gruta porque siempre hacíamos allí las concentraciones. Se comía fantástico.
Cuando fichó por el MAPEI GB una de las condiciones que planteó fue coger la estructura del CLAS. Así se llevó a ciclistas, mecánicos y masajistas, muchos asturianos. ¿Era su forma de agradecer cómo se habían portado con usted, de entender la palabra equipo con todas sus letras?
Es que fue la clave para competir al nivel que lo hice, sin ellos no hubiera llegado a dónde lo hice. Ellos hicieron que estuviera en lo más alto y yo hice que se conociera más al CLAS-Cajastur. Una de las mayores decepciones fue el cambio de nombre. Para mí, a pesar de que se llamaba Mapei-CLAS, siempre fue el CLAS. En todas las carreras que competí siempre quería estar con mis compañeros y amigos españoles, no hice grupo con los belgas (risas).
Un hecho que quedó en anécdota en 1992. ¿Qué le pasó con un gregario colombiano, Fabio Rodríguez, en los Lagos de Covadonga?
(Risas). Antes las carreras no se controlaban como ahora porque no existían los pinganillos. Imagina la situación. Había muchísima gente gritando e iba en el segundo grupo, adelante iba Fabio tirando, pero no me oía. Iba con un ritmo que era demasiado alto para mí y no recuerdo bien si me quedé mucho. Él tiraba haciendo su trabajo mientras los demás nos quedábamos atrás (risas). Es la peor situación que puedes tener, que tu equipo no pueda escuchar al líder.
Me han chivado que hay un grupo de WhatsApp donde están Sierra, Mauleón, Escartín, Echave, Olano o Unzaga, entre otros. Grupo del que se salió porque decía que hablaban mucho…
(Risas). ¡Quiero volver, pero ese es el problema! Me gusta el teléfono, pero no estoy en Facebook, Instagram… No tengo redes sociales y me metí ahí. Sinceramente, no era solo el equipo CLAS-Cajastur, había 30 ciclistas o más, pero no es mi grupo más cercano. Después empezaron a escribir mucho y el móvil estaba todo el día sonando. Eso sí, me pueden llamar cuando quieran porque soy feliz si lo hacen, hablar es más personal y mejor.
¿Ha podido transmitirles a sus hijos el amor que siente por el Principado?
Sí, por supuesto. Más Rachel que Robin porque era más mayor y consciente. Tienen mucho contacto, sobre todo, con Alejandro Torralbo. Cuando viene (Alejandro), siempre hablan; tienen cariño por Asturias.
Excelente