El director de la Fundación Municipal de Cultura, Miguel Barrero, sacaba pecho hace poco en Twitter de la oferta cultural de Gijón. El partido Ciudadanos había definido la deriva del área de Cultura como «preocupante, constantemente envuelta por la polémica y marcada por la inacción», a lo que Barrero respondió en la red social mostrando una noticia publicada en La Nueva España, que titulaba: “El imparable liderazgo cultural de Gijón”.
En el artículo referido se destaca la ciudad como la que más instituciones culturales tiene (7) en el Ranking regional 2020 del Observatorio de la Cultura. Un ranking que, tiempo atrás, fue cuestionado por el ex concejal del ramo Alberto Ferrao. Era febrero de 2020, y el edil no quería «desmerecer los resultados de dicho estudio», pero consideraba que la creación de rankings en el ámbito de la cultura se convierte en “una herramienta perversa que desvirtúa el fin mismo de la actividad cultural de los entornos: la creación y puesta en marcha de iniciativas cuyo objetivo sea garantizar el derecho constitucional del acceso a la cultura de la ciudadanía, y no la lucha por ganar o perder puestos en listados de efímera importancia”.
Ferrao era incluso más contundente: “¿Qué actuaciones y/o estrategias va a poner en marcha este equipo de gobierno a fin de mejorar el posicionamiento en el listado referido? Ninguna, porque la política cultural de este gobierno municipal no la marca un ranking. Su valor, se tiene en cuenta, pero la visión de este equipo de gobierno va más allá de la publicación de un estudio llevado a cabo por una fundación privada. El planteamiento tiene que ser global con conocimiento profundo del sector cultural, huyendo de acciones o reacciones motivadas por elementos externos. El largo plazo y la calidad guían nuestra política cultural, no las reacciones a la inmediatez de una noticia”.
El ya exconcejal de Cultura también resaltaba algo muy importante cuando hablamos de un medidor: “desconocemos el número de panelistas para Asturias, así como los indicadores de valoración de dicha encuesta y la metodología de la misma”. Según los responsables del estudio, la Fundación Contemporánea, en toda España ha habido 472 evaluadores, de los que un 51,0% trabajan en una organización cultural pública, un 36,5% en una organización cultural privada y el 12,6% como profesionales independientes del sector. Destaca la fuerte presencia de la administración pública entre los encargados de calificar, en muchos casos, sus propias instituciones.
Otra escéptica del ranking ha sido Karin Ohlenschläger, directora de Actividades de LABoral Centro de Arte desde 2016, que termina contrato este 30 de mayo. Comentaba para los compañeros de La Nueva España: “Hace unos años tuvimos un puesto más y tampoco lo valoramos mucho, no tengo muy claro cuáles son los criterios de evaluación. Relativizo la comparación entre instituciones culturales”. Como inciso, la consideración indirecta de LABoral como asunto gijonés que hace Miguel Barrero en su tweet es relativa: se encuentra en Gijón pero es un equipamiento del Principado.
Sin desmerecer el criterio de Ohlenschläger y Ferrao, si queremos tener un baremo que sitúe a Gijón como referente (o no), parece más preciso no compararla a nivel regional, sino nacional, pues las infraestructuras, el público y el tamaño no tienen símil Asturias. El mismo Observatorio de la Cultura nos puede ayudar con la respuesta en una lista de 85: las únicas representaciones de la ciudad serían el festival de teatro para niños FETEN (pasa del puesto 35 en 2019 al 40), y el FICX (sin presencia anteriormente y que irrumpe en el puesto 60 con formato telemático. ¿Por delante? Eventos como el Festival internacional de Teatro Clásico de Almagro, Ciudad Real (puesto 10), Festival de Tardor de Catalunya, Girona (18), Hay Festival Segovia (23), Semana internacional de Cine Valladolid (27) o el Centro Botín de Santander (34), entre otros.
«Miguel se volcó tras la década perdida de Foro»
Como es conocido, la Fundación Municipal es el organismo ejecutor de la concejalía de Cultura, encargado de la gestión de los programas, servicios y equipamientos culturales y educativos encomendados por el Ayuntamiento. Con el ascenso del gobierno socialista en 2019, Alberto Ferrao se convirtió en su presidente y Miguel Barrero, hombre de confianza de la alcaldesa, en su director. Ahora solo queda este último, que afronta semanas de grandes titulares en la ciudad: el estancamiento provisional de Tabacalera, la celebración de FETEN, la salida de patronos privados de LABoral Centro de Arte o el abandono del Principado al Laboratorio de Electrónica Visual (LEV) y a Tsunami Xixón.
Entre la lista de tareas del director no figuraba hasta hoy la reunión ordinaria de la Junta rectora de la Fundación, que por estatutos debería celebrarse cada dos meses y que lleva cinco en el purgatorio, según explican, por motivos relacionados con la pandemia.
Dentro de las instituciones culturales bajo el mando de la Fundación hay distintos conceptos de su papel en los últimos dos años. Barrero encuentra un gran apoyo en la figura de Ángel de la Calle, director de la Semana Negra, que nos explica la gran relación personal y profesional entre ambos: «Miguel se volcó con nosotros desde que llegó en 2019, tras la década perdida de Foro. Sobre todo en la última edición, en plena pandemia, la Fundación fue clave en que pudiéramos utilizar las instalaciones del Antiguo Instituto. Es un gran ‘semanero’, descubrió su vocación aquí y siempre ha estado implicado de alguna forma, también como subdirector de la revista A Quemarropa».
No es ninguna sorpresa que el actual portavoz de Foro en Gijón y vinculado a las anteriores corporaciones, Jesús Martínez Salvador, difiera de las palabras de De la Calle: «La hemeroteca está ahí, nunca se trató mal a la Semana Negra: recibía el doble de aportación que todas las fiestas patronales juntas y el ayuntamiento alquilaba la zona recreativa a la actividad portuaria. Estábamos en plena crisis económica y tuvimos que racionalizar el gasto de todo. Se crearon otras iniciativas como Tsunami o Metrópoli que también requerían atención».
«Ni palabra mala, ni obra buena»
En otro orden de cosas, ‘apoyo’ y ‘respaldo’ son palabras que evoca el nombre de Miguel Barrero y la Fundación entre el equipo de trabajo detrás de iconos gijonudos como FETEN, celebrado estos días, o Danza Xixón. Como ha constatado este diario, entre los trabajadores se reconoce sobre todo la gran fluidez comunicativa que hay con la presente dirección de cultura. Algo que, según nos dicen, no ha sido siempre así en las últimas tres décadas, “independientemente del color político”.
No parece haber tanta sensación de respaldo entre las personas encargadas de los centros municipales integrados, cuyo aprovechamiento es la misión última de la Fundación. Actualmente, algunos se ven algo carentes de actividad y están en busca y captura de más programación cultural que ofrecer a los ciudadanos.
Aguas templadas parecen hoy las del Festival Internacional de Cine de Gijón/Xixón (FICX), dependiente de la empresa pública Divertia. Tras un invierno movido, con aquel publirreportaje autolesivo en un medio nacional, continúa la actividad de un festival que está de dulce. Ya en 2017 se empezó a colaborar y dar soporte desde la organización a unos emprendedores que empezaban con un proyecto poco conocido pero ilusionante, una plataforma de cine online llamada Filmin, que este año cuenta a sus abonados por cientos de miles. Ahora y con justicia poética, esta plataforma ha colocado al FICX todavía más alto, en el año del apocalipsis festivalero. La labor de la Fundación con una de las joyas de la vida cultural gijonesa se podría definir, tras palpar los ánimos de parte de sus integrantes, como de «ni palabra mala, ni obra buena» y, eso sí, se percibe un fuerte deseo de mayor fluidez en el tratamiento de los aforos para ciertas proyecciones.