«Nuestra lengua forma parte de nuestra cultura, es la lengua de nuestros abuelos y abuelas y debe serlo de nuestros nietos y nietas. Aquel que se avergüenza de ella, quien la oculta, está ocultando parte de lo que dice que ama»
Espero no equivocarme al decir que la práctica totalidad de los y las asturianas estamos orgullosas, de una u otra manera, de esta tierra.
Asturies es el paraíso terrenal, glosado al estar fuera de sus fronteras y, muchas veces, defenestrado y criticado cuando disfrutamos de nuestro mar, sinónimo de abierto horizonte, y nuestros verdes montes, guardianes pétreos de belleza. Durante muchos años formé parte, por cuestiones laborales, de la numerosa diáspora asturiana distribuida por el mundo. Ejercí, en casa y fuera, con pasión el amor hacia mi tierra, dándome cuenta de cómo la lejanía, el espacio otorgado entre lugar y corazón, afianza, más si cabe, el sentimiento hacia aquello que sientes, pero esperando que sea circunstancial, momentáneo, no ves, no tocas, no hueles. En ese vacío terrenal refuerzas la locura hacia una tierra que lo tiene todo para cautivar, para vivir, para disfrutar, para crecer, para pensar en un mañana desde el hoy. Cuando, tras ese espacio temerosamente transitorio, tienes la suerte de llegar de nuevo a su lado, de volver a vivir entre la espuma y las nieves, de disfrutar el gris plomizo de sus nubes, valoras con mayor deseo aquello a punto de perder, pues aunque la riqueza de nuestro país es enorme, la cotidianidad de nuestro carácter, los amaneceres entre azules del mar y de los cielos, los silencios entre playas de arena fina, la historia construida entre ciudades y pueblos, los fogones donde el maíz oculta el trigo y las guisanderas llenan de ollas de sabores, hace de esta comunidad autónoma un verdadero semillero de sentimientos.
Está claro que todo lo narrado hasta ahora es fácil de ver, de sentir, de palpar. La inmediatez no deja de ser un digestivo bocado rápido. Cuestiones más complicadas, más profundas, más aposentadas en el tiempo, en la cabeza, en el corazón son… ¿De qué estamos orgullosos? ¿Por qué amamos a una tierra?
Respondiéndome a la pregunta formulada, debo decir que estoy orgulloso de Asturias por todo. Amo a esta tierra por cada pequeña cosa de la que formo parte, por esa rutina de cielos sin luz, de mares brillantes, de frondosos verdes, de lluvia, de nieves, de guisos, de cultura, de historia. En ese amor intenso, desde el lugar que me encuentre, ayudaré a seguir construyendo una tierra en la que todos y todas somos importantes para seguir avanzando, para seguir creciendo como comunidad, para seguir sintiéndonos asturianos y asturianas. Sin embargo, hay personas que aman Asturies, idolatran su piel triangular, pero, al mismo tiempo, reniegan de su cultura e historia. Amantes cómodos, egoístas sentimentales que sólo se quedan con aquello que les gusta, intentando eliminar lo que desprecian.
No se puede querer a Asturias sin su lengua. No se puede querer a una comunidad autónoma sin su historia. No se puede querer a una tierra sin sus raíces. ¿De qué renegamos? ¿Qué escondemos? ¿Qué intentamos eliminar en aquello que amamos? Asturias habla llingua porque nuestros abuelos la hablaban, porque forma parte de nuestra cultura, porque es parte de lo que somos, porque configura la manera en que miramos al mundo. Algunas personas consideran nuestra lengua inservible, prescindible, innecesaria, como si una parte de lo que fuimos no influyera en lo que somos, como si una parte de lo que somos no fuera construida por lo que fuimos. Nuestro patrimonio material, al ser visible, hace que algunos, con razón, se rasguen las vestiduras si no se protege, si no se salvaguarda para generaciones venideras, si no ejercemos con responsabilidad la función encomendada por los que nos precedieron. Debe ser así, debemos conservarlo, sin tener en cuenta su función, pero los mismos que hablan con orgullo de patrimonio industrial, artístico, paisajístico, incluso de proteger la incultura del maltrato animal, eso llamado por algunos fiesta y por otros barbarie, se coartan, se avergüenzan de otro patrimonio, esta vez inmaterial, que forma parte de nuestra cultura, de nuestro hoy, de nuestro ayer. Se basan en la falta de uso mayoritario para promover su eliminación, para asfixiar las medidas que lo protegen. Ellos y ellas, que se dicen amantes de su tierra, miran con desprecio la voz con la que habla. Ellos y ellas, que se dicen defensores de la historia y de las leyes, reniegan de la primera e incumplen las segundas (recordemos que hay una Ley 1/1998 de uso y promoción del asturiano y un Decreto 105/2006 que determina los topónimos del concejo gijonés). Ellos y ellas, defensoras de la Constitución, dicen sin sonrojo que nuestra lengua es un dialecto y que topónimos como Xixón no existen, considerándolos mera invención de unos pocos.
La toponimia es el nombre de un lugar, pueblo o ciudad. Forma parte de nuestro patrimonio cultural, debiendo usarlo correctamente, no sólo como nosotros y nosotras queramos sino de acuerdo a lo legalmente establecido, más siendo representantes públicos. Gijón es también Xixón, como Ceares es también Ciares, porque así fue siempre, porque así lo dicen historiadores y expertos, sin caer en arcaísmos y evitando oportunismos, porque así lo dice la norma que lo rige, porque el asturiano forma parte de nuestra manera de nombrar los lugares, lo que nos rodea, y debemos decirlo sin vergüenza. Contrueces proviene del asturiano controciu, que es ‘tierra dentro de un campo abierto’, y Roces proveniente de roza, que es ‘terreno con mucho rozu‘ o plantas dañinas o inútiles que crecen en terrenos silvestres. Quien diga que Xixón es inventado no sabe que la diferencia desde los orígenes del topónimo hasta hoy fue la pronunciación. Gijón conserva la grafía antigua y la pronunciación moderna, Xixón conserva la pronunciación antigua con la grafía moderna. ¿Qué es lo que no existe: lo que se habla o lo que se escribe? Existieron y existen las dos formas, sólo que algunos reniegan del habla, de la fonética, del sonido, de la historia.
En la Selmana de les Lletres Asturianes hay concejales gijoneses que cambian nombres de programas, como cambian topónimos legislados. Hay partidos en el Pleno gijonés que pueden escupir públicamente que se adoctrina con nuestra llingua en las aulas y no con la religión en algunos colegios. Hay quien dice que la llingua rompe la convivencia social y no lo hace la intolerancia de sus programas. Unos partidos ven el asturiano como parte importante de nuestro yo, otros lo ven como incordio para Asturias. Si no creemos en el avance del uso generalizado del asturiano, en los derechos lingüísticos de la ciudadanía, en potenciar y normalizar el uso de nuestra lengua, estamos incumpliendo la Carta Europea de la Lenguas Minoritarias firmada por nuestro país. Si no avanzamos hacia la oficialidad, ni la defendemos como elemento clave para la supervivencia de nuestro patrimonio y nuestros derechos, estaremos avocando al asturiano a la desaparición y privando del legítimo uso de la llingua a la ciudadanía.
Nuestra lengua forma parte de nuestra cultura, es la lengua de nuestros abuelos y abuelas y debe serlo de nuestros nietos y nietas. Aquel que se avergüenza de ella, quien la oculta, está ocultando parte de lo que dice que ama. Quien ama Asturias no puede avergonzarse de una palabra donde prestar es también el verbo ligado al disfrute y no solo al acto material de entrega. Quien ama Asturias debe velar por la importancia de lo inmaterial, porque lo intangible es parte de lo que somos. Quien ama Asturias debe decir sin sonrojo que tenemos una llingua propia, histórica, que necesitamos y debemos proteger. Si no defendemos lo que fuimos, si no estamos orgullosos de lo que somos, difícilmente podremos construir lo que seremos. Si no queremos el todo, no podemos amar del todo a Asturias.
Ye la mío llingua
Espero nun equivocame al dicir que la práutica totalidá de los y les asturianes tamos arguyoses, d’una y otra mena, d’esta tierra.
Asturies ye’l paraísu terrenal glosáu al tar fuera de les sos fronteres y, munches vegaes, defenestráu y criticáu cuando esfrutamos del nuestru mar, sinónimu d’abiertu horizonte, y los nuestros verdes montes, guardianes pétreos de belleza. Durante munchos años formé parte, por cuestiones llaborales, de la numberosa diáspora asturiana espardía pel mundu. Exercí, en casa y fuera, con pasión l’amor pa la mio tierra, dándome cuenta comu la distancia, l’espaciu otorgáu ente llugar y corazón, afita, más si cabe, el sentimientu d’aquello que sientes, poro, alguardando que seya circunstancial, nesi intre, nun ves, nun toques, nun güeles. Nesi vacíu terrenal refuerces la llocura nesa tierra que lo tien too pa cultivar, pa vivir, pa esfrutar, pa medrar, pa pensar n’un mañana dende güei. Cuando, tres esi espaciu temerosamente transitoriu, tienes la suerte de llegar de nueves al so llau, de tornar pa vivir ente la espluma y les nieves, d’esfrutar el buxu plomizu de les ñubes, valores con mayor deséu aquello a piques de perder, pos anque la riqueza del nuestru país ye pergrande, lo cotianu del nuestru carauter, los alboreceres ente azules de la mar y de los cielos, los silencios ente playes d’arena fina, la historia construyía ente ciudades y pueblos, los fogones onde’l maíz oculta’l trigu y les guisanderes llenen les olles de sabores, fai d’esta Comunidá Autónoma un verdaderu semilleru de sentimientos.
Ta claru que tou lo narráu hasta agora ye cenciellu de ver, de sintir, de palpar, la inmediatez nun dexa de ser un dixestivu bocáu rápidu, cuestiones más complicaes, más fonderes, más abellugaes nel tiempu, na cabeza, nel corazón son ¿de qué tamos arguyosos? ¿por qué amamos a una tierra?.
Retrucándome a la entruga formulada, debo dicir que toi arguyosu d’Asturias por too. Amo a esta tierra por cada pequena cosa de la que formo parte, por esa rutina de cielos ensin lluz, de mares rellucientes, de frondosos verdes, d’orbayos, de nieves, de guisos, de cultura, d’historia. Nesi amor intensu, dende’l llugar que m’alcuentre, ayudaré a siguir construyendo una tierra na que toos y toes semos importantes pa siguir esponxigando, pa siguir creciendo comu comunidá, pa siguir sintiéndomos asturianos y asturianes. Por embargu, hai persones qu’amen d’Asturies, idolatren el so pelleyu triangular, poro, nel mesmu tiempu, renieguen de la so cultura y de la so historia. Amantes cómodos, egoistes sentimentales que sólu se queden con aquello que-yos presta, intentando eliminar lo que desprecien.
Nun se puede querer Asturies ensin la so llingua. Nun se puede querer a una Comunidá Autónoma ensin la so historia. Nun se puede querer a una tierra ensin los sos raigaños. ¿De qué renegamos? ¿qué escondemos? ¿qué intentamos eliminar n’aquello qu’amamos? Asturias fala llingua asturiana porque los nuestros güelos la falaben, porque forma parte de la nuestra cultura, porque ye parte de lo que semos, porque configura’l sen que miramos el mundu. Algunes persones consideren nuestra llingua comu un inventu inservible, prescindible, innecesaria, comu si una parte de lo que semos nun fuera construyía polo que foimos. Nuestru patrimoniu material, al ser visible, fai qu’algunos, con razón, se rasguen les vestidures si nun se protexe, si nun se salvaguarda pa xeneraciones venideres, sinón exercemos con responsabilidá la función encomendada polos que mos precedieron. Debe ser asina, debemos corservalo, ensin tener en cuenta su función, pero los mesmos que falen con arguyu de patrimonio industrial, artísticu, paisaxísticu, inclusu de protexer la incultura del maltratu animal, eso llamáu por algunos fiesta y otros barbarie, coártense, avergóñense d’otru patrimonio, esta vez inmaterial, que forma parte de la nuestra cultura, del nuestru güei, del nuestru ayeri. Básense na falta d’usu mayoritariu pa promover la so eliminación, p’asfisiar les midíes que lu protexen. Ellos y elles, que se dicen amantes de la so tierra, miren con despreciu la voz cola que la fala. Ellos y elles, que se dicen defensores de la historia y de les lleis, renieguen de la primer y tamién incumplen les segundes (recordemos qu’hai una Llei 1/1998 d’usu y promoción del asturianu y un Decretu 105/2006 que determina los topónimos del conceyu xixonés) Ellos y elles, defensores de la Constitución, dicen ensin sonroxase que la nuestra llingua ye un dialeutu y que topónimos comu Xixón nun esisten, considérenlos un inventu d’unos pocos.
La toponimia ye’l nome d’un llugar, un pueblu o cuidá, forma parte del nuestru patrimoniu cultural, col deber d’usalu correutamente, nun solo comu nosotros y nosotres queramos sinón polo llegalmente establecíu, mas siendo representantes públicos. Gijón ye tamién Xixón, comu Ceares ye tamién Ciares, porque asina foi siempres, porque asina lo dicen los historiadores y espertos, ensin cayer n’arcaísmos y evitando oportunismos, porque asina lo diz la norma que lo rixe, porque l’asturianu forma parte de nuestra mena de nomar los llugares, lo que tenemos al rodiu, y debemos dicilo ensin vergoña. Contrueces provién del asturianismu ‘’controciu” que ye tierra dientro d’un campu abiertu y Roces provién de ‘‘roza”que ye tarrén con munchu “rozu” o plantes dañines o inútiles que medren en tarrén asilvestráu. Quien diga que Xixón ye inventáu nun sabe que la diferencia dende los oríxenes del topónimu hasta güei foi la pronunciación. Gijón caltién la grafía antigua y la pronunciación moderna. ¿Qué ye lo que nun existe: lo que se fala o lo que s’escribe? Esistieron y esisten les dos formes, solo qu’algunos renieguen de la fala, de la fonética, del soníu, de la historia.
Na Selmana de les Lletres Asturianes hai conceyales xixoneses que camuden nomes de programes, comu cambien topónimos llexislaos. Hai partidos nel Plenu xixonés que pueden escupir públicamente que s’adoctrina cola nuestra llingua nes aules y nun cola relixión en dalgunos colexos. Hai quien diz que la llingua ruempe la convivencia social y nun lo fai la intolerancia de los sos programes. Unos partidos ven l’asturianu comu parte importante del nuestru yo, otros venlu comu incordiu p’Asturias. Si nun creyemos nel avance del usu xeneralizáu del asturianu, nos derechos llingüísticos de la ciudadanía, en potenciar y normalizar l’usu de la nuestra llingua, tamos incumpliendo la Carta Europea de les Llingües Minorizaes roblada pel nuestru país. Sinón avanzamos hacia la oficialidá, nin la defendemos comu elementu clave pa la supervivencia del nuestru patrimonio y nuestros derechos, taremos llevando al asturianu a la desapaición y privando del llexítimu usu de la llingua a la ciudadanía.
Nuestra llingua forma parte de la nuestra cultura, ye la llingua de los nuestros güelos y güeles y debe selo tamién de los nuestros nietos y nietes. Aquel que s’avergoñe d’ella, quien la oculta, ta ocultando parte de lo que diz qu’ama. Quien ama Asturias nun puede avergoñase d’una palabra onde ‘prestar’ ye tamién el verbu lligáu al esfrute y nun solu al actu material d’entrega. Quien ama Asturias debe curiar la importancia de lo inmaterial, porque lo intanxible ye parte de lo que semos. Quien ama Asturias debe dicir ensin sonroxase que tenemos una llingua propia, histórica que precisamos y debemos protexer. Sinón defendemos lo que foimos, sinón tamos arguyosos de lo que semos, difícilmente podremos construyir lo que seremos. Sinón queremos el too, nun podemos amar del too a Asturias.
Me imagino que te habrán reventado las neuronas con tanto esfuerzo en la «traducción»
Tienes 50 años…de verdad tus abuelos hablaban así???
Por favor deja de repetir las tonterías de Barbón.
Somos un millón de habitantes en Asturias y posiblemente ni un 1% hablen de esa forma.
Pero vamos que lo entiendo….el puestin…
«No se puede querer a Asturias sin su lengua»
Mal empezamos si empezamos mintiendo.
Asturias tiene tres lenguas históricas (cómo si importara, pues en teoría política lo único que justifica la acción política es la defensa de la libertad del ciudadano y la igualdad de oportunidades y de trato ante la ley)
El gallego (que la academia de la lengua asturiana se niega a reconocer en un ejercicio de sesgo ideológico hipócrita, típico del que niega a los demás lo que se arroga a sí mismo) el mal llamado asturiano (pues vemos que no es el único de Asturias) y el castellano en su dialecto de cántabro o montañés.
Y tanto respeto merecen todos o ninguno.
Además, el castellano estándar es la lengua de uso habitual (así lo dicen los estudios) de casi la totalidad de los asturianos. La lengua propia de Asturias que vertebra pues es compartida por todos los asturianos y en la que escribieron Jovellanos , Clarín y Ayala… es el castellano.
Y sin embargo, nada de esto importa.
Pues la lengua propia de un ciudadano la elige él mismo. No una institución u otro ciudadano. Él y sólo él. De igual manera que elegimos la religión, nuestra orientación sexual, nuestra forma de vestir, comer… Y no permitiríamos que nadie nos diga que es «lo nuestro». Por mucha historia que tenga en un territorio o nuestra familia.
La libertad. Eso que tanto molesta al nacionalismo.
El firmante de este «panfleto» dejo su cargo de concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Gijón. , esa ciudad a la que tanto «quiere», alegando motivos «personales» y justo al día siguiente tomo posesión de un nuevo puesto en el Principado me imagino que para ganar más dinerin…
Ese es el nivel
Hombre.
No mintió.
Eran personales.
Pero gracias por el dato. Siempre viene bien el contexto.