Cientos de personas cargadas de cartas con peticiones hacen cola frente al Ayuntamiento de Gijón para participar en la recepción de los Reyes Magos, uno de los grandes regresos navideños de esta Navidad
Ya lo decía el Batman al que dio vida Christian Bale en la memorable película ‘El caballero oscuro’: «No todos los héroes llevan capa». A veces, les basta con armarse con una buena prenda de abrigo, un vaso de café caliente y esa paciencia infinita que sólo el amor logra imprimir a las personas. Vicente Montoto Suárez es uno de ellos. De carácter dicharachero y alegre por naturaleza, este vecino de Villabona se ha convertido en un héroe para sus hijos, Carmen y Mateo, después de plantarse ante el Ayuntamiento de Gijón a las 6.30 horas, donde sigue impertérrito, empezando así la larga cola que, todavía en estos momentos, aguarda a que los Reyes Magos inicien la recepción en la Casa Consistorial a las 13 horas. Cientos de personas, niños y adultos por igual, que, carta con las peticiones en ristre, cuentan los minutos que les separan de los grandes protagonistas de esta jornada.
«Los dos canijos que tengo en casa, bien calentitos, como no me presentase aquí, me echaban a la calle», ríe, encantado pese a la lluvia y al frío. Verdadera avanzadilla de sus pequeños, ella de cinco años y él de veintiún meses, el resto de la familia de Montoto no se unirá a la cola hasta las 12.45, un cuarto de hora antes de la apertura de puertas. La espera, eso sí, «merece la pena. Llevamos todas las fiestas yendo de un lado para otra; incluso a Santander, a ver La Fábrica de la Navidad. Pero las caras que se les quedan hace que valga la pena». La Cabalgata, eso sí, no la verán en Gijón, sino en Llanera. «Tenemos familia allí, así que nos repartimos. Es un esfuerzo, es verdad, pero por los niños merecen la pena».
Hay en la cola familias que han optado por desdoblar esfuerzos entre la cola y el Puerto Deportivo. Ese ha sido el caso de Patricia Torrecilla, gijonesa de nacimiento y residente en Salamanca, que se plantó en la creciente fila a las 7.15 mientras su marido, Víctor Herrero, llevaba a sus hijos Sergio y Jaime a presenciar el desembarco de Melchor, Gaspar, Baltasar y su Cartero Real, Aliatar. Un personaje este último a menudo eclipsado por los tres primeros, pero que, en el caso de la familia de Torrecilla, «gusta mucho, porque es el que lee las cartas». En el caso de sus vástagos, esas cartas contienen «un ajedrez, un chándal y un videojuego. Y se podría decir que han sido buenos este año pasado, así que supongo que lo traerán todo».
Por supuesto, hay casi tantos deseos como personas los piden. La pequeña Sandra Rodríguez, que renunció al puerto para acompañar en la cola del Ayuntamiento a su madre, Ana Martínez, tiene claro lo que quiere. «He pedido una máquina para hacer pegatinas, una muñeca Monster High y un peluche», confiesa, con una cándida timidez que, sin embargo, no camufla su emoción. «Estoy nerviosa, pero muy contenta», apunta esta fan incondicional de Melchor. A su lado, su madre, divertida, carraspea, fingiéndose dolida. «Yo soy más de Baltasar», afirma, pensando ya en cuál será la mejor posición de cuantas ofrece la avenida Schultz para disfrutar del desfile de esta tarde.
A pocos metros de Rodríguez y Martínez, Leonor y Jimena Suárez, ambas leales a Melchor, también han preferido asegurarse un puesto avanzado para la recepción, que acudir a los muelles para dar la bienvenida a los Reyes. Ambas confían en amanecer mañana con peluches y muñecos de la colección Sylvanian Families al pie del árbol de Navidad, algo que su madre, Raquel San Miguel, sospecha que se hará realidad. Para ello, eso sí, antes deberán cumplir con la tradición de presenciar la Cabalgata; en su caso concreto, desde La Milagrosa. «Aunque caigan chuzos de punta, allí que estaremos. No se lo pierden por nada del mundo», sentencia San Miguel.
Pero no todos han señalado el Consistorio como opción matutina. Aitor y Mateo García han preferido repetir la maniobra del año pasado y asistir al Puerto Deportivo, escoltados por su madre, Laura Fonseca. «Hemos sido buenos, de verdad», aseguran, mientras su progenitora los observa por el rabillo del ojo. De ser cierto, mañana tendrán complementos para la PlayStation, peluches, juguetes de la saga cinematográfica ‘Star Wars’ y algunos detalles a compartir. Siempre y cuando, claro está, Gaspar, en el caso del primero, y Baltasar en el del segundo, les vean a orillas del trazado de esta tarde, que presenciarán desde San Bernardo. «Creo que será mejor opción, porque en la parte de arriba Llaneza intuyo que estará mucho más lleno», planifica Fonseca. Ella, eso sí, no ha pedido nada a Sus Majestades, aunque no por dejadez. «A mí, que me sorprendan», les desafía, risueña.
La impaciencia y la emoción ante las expectativas de esta noche también se perciben en la familia que conforman Aída Valero, José Madera y sus hijos Paula, que suma dos años y medio, y Rodrigo, aún de sólo ocho meses. «Hay que transmitirles la ilusión a los pequeños, alimentar sus ganas de Navidad», apuntan sus mayores. Por eso esta mañana han acudido al área portuaria, en una ocasión especialmente simbólica porque «es el primer año que la mayor empieza a sentir todo esto; primero, por Papá Noel, y ahora, por la tradición de los Reyes, aunque todavía no se entere muy bien de lo que son». Una determinación que les llevó a desterrar su reticencia inicial a asistir, tras ver desde la ventana de su domicilio el mal tiempo imperante. «Es un poco de agua, nada más. Y su pasión compartida por Baltasar hará el resto. «Intentaremos ir a la recepción y a la Cabalgata, hacer el pack completo».
A todos ellos, hayan elegido Casa Consistorial, Puerto Deportivo, Cabalgata o todas las opciones, les quedan por delante unas cuantas horas hasta que, con el caer de la noche, los queridos monarcas hagan realidad sus deseos.