«Hoy nos ha dejado un futbolista que ha pasado, por méritos propios, a la historia del club (…) Seis años fueron los que el público de El Molinón pudo disfrutar del defensa toledano. De todos ellos, para el recuerdo queda el fantástico marcaje realizado a Diego Armando Maradona el 12 de febrero de 1984, en el que el argentino no tocó balón»

Hoy nos ha dejado un futbolista que ha pasado, por méritos propios, a la historia del club. José Manuel Espinosa llegó al Sporting de la mano del entrenador serbio Boskov el 27 de agosto de 1982, en principio como cedido con una opción de compra voluntaria que el Sporting, en vista de su rendimiento, ejerció. Seis años fueron los que el público de El Molinón pudo disfrutar del defensa toledano. De todos ellos, para el recuerdo queda el fantástico marcaje realizado a Diego Armando Maradona el 12 de febrero de 1984, en el que el argentino no tocó balón. Sportinguistas y culés firmaron un encuentro con empate sin goles y Espinosa fue la estrella. Había anulado por completo al mejor jugador del mundo.
Pero no lo tuvo fácil el central, reconvertido en lateral derecho en numerosas ocasiones. El hecho de venir del Real Madrid y de que su único encuentro como jugador del primer equipo merengue fuera el disputado contra el Castellón previo a la final de Copa entre Sporting y Real Madrid, complicó sus inicios. ¡Hasta se llegó a rumorear que estaba en Gijón por ser el novio de una hija de Boskov! Nada que ver con la realidad, claro está.
Su acertadísima llegada fue una petición personal de Boskov en un periodo de pura transición para el conjunto robjilanco. El técnico serbio subió a numerosos jugadores de la cantera como Eloy Olaya, Esteban, Zurdi, Nacho, Tino y Emilio Blanco. Consiguió las cesiones de los madridistas Cunningham y del citado Espinosa, además del fichaje de Savic, al que el Gobierno yugoslavo y la federación de fútbol de ese país no le permitían salir a jugar fuera al tener menos de los veintiocho años preceptivos. Para su llegada a Gijón, Boskov contó con la colaboración del presidente del Partido Comunista de España, el gijonés Santiago Carrillo.
Los resultados no fueron los esperados, pero mirándolo con perspectiva, tampoco fueron malos. Se comenzaba a construir un equipo que sustituyera al mejor de la historia del club y en él estaba siempre Espinosa. Doscientos cinco partidos oficiales disputados como sportinguista, en los que consiguió dos goles, y siempre en Primera División, dan fe de ello. Tras seis años en Gijón, Novoa, que de fútbol sabe un rato, optó por llevárselo con él al Celta. Después, alejado del balón, la vida le devolvería a nuestra ciudad, convirtiéndose en un gijonés más.