Abramos puertas a las mujeres que todavía tienen un camino complicado por recorrer
El liderazgo femenino tiene que servir para romper mitos y barreras a todos los niveles. La vida no entiende de género. Es un proceso de continuo aprendizaje en el que hay que mantenerse en forma y adaptarse a lo que nos viene.
Yo me incorporé al mundo laboral con 17 años, de aquella ya era una joven de acción con ganas de ver mundo. Con 25 años me ofrecieron ser gerente de un supermercado y pocos años después estaba plenamente integrada en entornos directivos de grandes corporaciones. A los 36 años después de dar a luz a mi primer hijo aterricé en el sector funerario y acabo de ser mamá con 43 años. Eso suma más de 26 años (cotizados) de experiencia y formación contínua, pero todavía hay quien cuestiona cómo has llegado hasta aquí.
Si hago balance me considero muy afortunada tanto a nivel personal como profesional, pero no ha sido un camino fácil. La educación escolar, el entorno personal, la cultura social, la maternidad, la conciliación … la política … la igualdad parece un tema de género y de lenguaje, pero eso es la punta del iceberg, faltan muchos mitos por romper y muchas barreras por derribar para que nuestras jóvenes convivan en igualdad de oportunidades en el entorno profesional.
En mi sector sufrimos todos los días los tabúes que rodean nuestra profesión, creo que desde mis inicios, ser mujer en entornos masculinizados y difíciles me ha ayudado a equilibrarme y asentarme profesionalmente para poder aceptar mejor este fenómeno social.
El miedo a lo desconocido y la negación para aceptar la realidad, nos hace vivir y sentir el rechazo por partida doble. (Nada que no se pueda superar). Como sociedad tenemos que aceptar la existencia y complejidad de las nuevas unidades familiares porque están más presentes que nunca, muchas por deseo y voluntad propia.
Directivas con hijos: solteras, casadas o divorciadas, madres monoparentales, con custodias compartidas y ya en la palestra jóvenes emprendedoras y directivas increíblemente preparadas, a veces sobreprotegidas y muchas más veces infravaloradas. Ahora les tocará enfrentarse al “estás ahí por ser mujer, por el cupo de la igualdad” … ¡venga ya! Dejemos lo absurdo para los necios… y abramos puertas a las mujeres que todavía tienen un camino complicado por recorrer, dejemos que escriban su historia en tacones o pantalones, que sean ellas mismas, sin tener que empoderarlas, sin tener que hacerles huecos y sin ponerlas en entredicho. Probemos a simplemente dejarlas entrar y después ya se verá, porque alcanzar la meta de la igualdad no es cosa de mujeres es algo de todos y para todos. Ellas han venido para quedarse. Al menos yo no me pienso ir.
Verónica González es jefa de Protocolo y Comunicación en Funeraria Gijonesa