Líder de los populares en Avilés, la aspirante a representar al partido por el Principado en el Congreso encara este desafío decidida a «luchar por los asturianos allá donde haga falta»
ELECCIONES GENERALES 23J
Denostadas por algunos y consideradas como una guía fiable por muchos otros, en los últimos tres meses las encuestas electorales se han convertido, gracias al influjo de la pura y simple repetición casi diaria, en un elemento familiar para millones de españoles que, este mismo domingo, deberán votar en manos de qué ideología depositan el gobierno de la nación durante los próximos cuatro años. El tiempo dirá si tales valoraciones se revelan acertadas, o no; eso sí, de resultar ciertas, es indiscutible que el Partido Popular (PP) vería justificados la alegría y el optimismo que sus afiliados albergan en la actualidad, motivados tanto por los resultados de los comicios de mayo, como por unas encuestas que otorgan a la fuerza de Alberto Núñez Feijóo la victoria, si bien apoyándose en Vox. Y con una mezcla de seguridad y satisfacción, aunque también de prudencia y expectación, vive estas jornadas Esther Llamazares Domingo (Oviedo, 1970), líder de los populares en Avilés y, por primera vez en una carrera política que inició en 2018, candidata al Congreso por su partido. Un desafío que encara decidida no sólo a defender los intereses de los asturianos allá donde sea preciso batallar por ellos, sino también aportar su grano de arena en la lucha por expulsar de La Moncloa al que considera «el peor presidente de la historia de este país».
Dos comicios en unos pocos meses; en su caso, tres, incluyendo la de elección de Diego Canga. Debe ser una prueba agotadora… ¿Con qué ánimo llega a estas generales?
Con todo el ánimo del mundo, toda la energía y toda la ilusión. Y, pese al posible desgaste, es muy ilusionante. Las campañas te obligan a romper con la dinámica habitual de trabajo, y sí que echo de menos dedicar a cada área concreta el tiempo que requiere, pero es necesario para poder contar a la gente nuestros proyectos y programas.
¿Se esperaba que el presidente Pedro Sánchez recurriese al adelanto de los comicios? ¿Cómo encajó la noticia?
Si he de ser sincera… No. Recuerdo que el día después de saberse los resultados de las municipales y autonómicas, a las doce de la mañana, salí a tomar un café, me informaron del anuncio y lanzé un «¿Perdón?» que creo que sonó en toda la plaza. No esperaba esa barbaridad, y menos con lo que suponen las elecciones a nivel económico, de paralización de administraciones, y justo después de las anteriores elecciones. Es un proceso que podría haber sido compartido. Y en pleno verano, que daña a todo el mundo. Pero bueno… Es lo que Sánchez entiende por estrategia.
¿Le intimida la posibilidad de dar el salto a la palestra nacional?
Responsabiliza, pero no intimida. Desde mi llegada al PP, me tomo esto con toda la responsabilidad del mundo, así que tengo miedo a otras cosas, pero al trabajo, no. Cierto, quizá la política nacional sea menos humana, y por eso no pierdo la municipal, que es la más cercana a los ciudadanos. Creo que puede ser una experiencia interesantísima vivir las dos cosas a la vez.
¿Y qué decir de su partido? ¿En qué situación considera que se encuentra para afrontar este reto?
Sin duda, en el mejor momento de lo que yo pueda conocer. Está en muy buena forma, tanto a nivel autonómico como nacional, y veo mucha ilusión, ganas y compromiso. En cuanto a apoyo, yo viví intensamente mi campaña y la de Diego Canga. Respiramos mucha ilusión y trabajamos muchísimo. El hartazgo ya no es sólo es Asturias, sino en todo el país, y la pelota se hace más grande. Hay ganas de cambio en la población, eso es lo que percibimos, aunque hablo con la prudencia de quien tiene claro que el resultado será el que decidan los ciudadanos este domingo.
En ese sentido, por ahora parece que los sondeos les sitúan como primera fuerza…
Cierto, la inmensa mayoría de los que recibimos son favorables, pero ante las encuestas, y siempre respetando el trabajo de quienes las elaboran, hay que ser prudentes, trabajar por el proyecto, darlo a conocer… La encuesta definitiva son las urnas. Dicho esto, le gente está muy cansada. Por eso apelo a prestigiar la política. Tiene que haber rigor y credibilidad; no se puede convertir en una mofa más, en una pelota que arrojar.
Llegando como llega por primera vez a la esfera política nacional, ¿qué papel juega el Principado en ella y, más importante aún, qué rol cree que podría llegar a desempeñar en el futuro?
Lógicamente, Asturias es muy importante para nosotros, que vamos a representar a nuestra comunidad. Tiene que tener un papel mucho más relevante en el panorama nacional, y creo que lo tendrá con un gobierno del PP. Además, tenemos la ventaja de que Feijóo, aparte de querer a Asturias, conoce Asturias y las necesidades de los asturianos; eso es importante.
Se ha hablado en muchas ocasiones del presunto abandono de la región dentro de la estrategia de los últimos gobiernos nacionales, ya fuesen de derechas o de izquierdas. ¿Cree que es una percepción real?
Yo también lo digo, sí. La premisa está clarísima: para mí, Asturias está por encima de todo, y voy a defender los intereses de min región donde sea. Lo que no puede ser es que, por deberse a un partido, el presidente autonómico, Adrián Barbón haya alzado muy poco la voz. Hace años Asturias era una región muy relevante a nivel de medio rural, de industria… A nadie escapa que eso se ha perdido. Ahí tenemos un ejemplo en las dificultades que afronta el campo por políticas dirigidas desde Madrid, como ese ataque frontal al sector que ha sido el incluir al lobo en el listado de especies protegidas. Pero es que los problemas están en todos los ámbitos: la sangría demográfica, el infierno fiscal, el abandono a nivel de infraestructuras… Y lo de los trenes que no entraban en los túneles fue como la guinda de humor, la última nota de dejadez.
Ha mencionado usted la presión fiscal, uno de los grandes focos de discrepancia entre la izquierda y la derecha. ¿Tan excesiva la considera?
Nuestro país tiene unos ingresos que parten de la actividad económica y de los impuestos que pagan los ciudadanos. Cuando estamos en una situación como la que hemos pasado, con una inflación altísima, una de las primeras políticas, cuando se pasa a ingresar más, es revertir esa situación y aplicar medidas que beneficien al ciudadano. No hace falta tener una ingeniería para entenderlo. Po eso, una medida que anunció Feijóo para los primeros cien días de su gobierno es rebajar el IRPF a los ciudadanos que cobren por debajo de 40.000 euros. Luego habrá que explorar otras medidas, pero hay gastos evitables. Además, tenemos el gobierno central más caro de la historia. Hablamos de millones de euros en una administración pública engordada, tanto a nivel político como de asesores y estructura. Hay muchísimas formas de actuar para cambiar eso; no digo que sean inmediatas, ni que en todos los sectores se pueda actuar con la misma velocidad, pero las hay.
De todos modos, el gran problema, en cuyo señalamiento coinciden todos los partidos, es el envejecimiento poblacional que padece el principado, ligado, en buena medida, al descenso de la natalidad…
Es verdad, y tenemos que implementar las medidas de conciliación que las personas y familias necesitan, no las que se les ocurren a los gobiernos de turno. Hay que escuchar a la gente y tener en cuenta algo que detectamos: que se habla mucho de conciliación y poco de profesiones. Nos gustaría saber cómo se concilia en cierto sectores, el de los transportistas. No es viable cortarlo todo por el mismo rasero. Aparte, tienes que tener mecanismos, servicios, guarderías… Todo lo necesario para atender esas necesidades. Por ejemplo, una medida de conciliación importante es la la gratuidad de la escuela de 0 a 3. En otras comunidades lo es, pero aquí, por ahora, no. No es admisible.
No obstante, esa cuestión tiene otro frente abierto: el éxodo juvenil. Como representante asturiana del PP, ¿cuáles son sus sugerencias para atajarlo?
Ahí sí hay una serie de medidas, y muchas, que se pueden implementar. En el campo, por ejemplo. Hablé yo más del medio rural que Barbón en estos cuatro años. Tenemos el Oriente y el Occidente asturianos, donde hay un abandono de los pueblos tremendo. Allí queremos crear un entorno donde se pueda teletrabajar en otras profesiones, Es algo en lo que trabajaremos desde el PP, porque tenemos muchos pueblos donde ni siquiera hay acceso a internet. Hay que procurar que la gente se asiente en esas zonas rurales, y ahí lo que propone Feijóo son beneficios fiscales para la creación de empresas, la compra de vivienda… Si todo eso va acompañado de una mejora de las comunicaciones y de la movilidad, se favorecerá que la gente desarrolle una actividad digna allí, y que quiera quedarse Asturias es muy buen sitio para vivir, pero hacerlo en el medio rural no puede ser un obstáculo para desarrollarse profesionalmente.
«El futuro de Asturias pasa por optimizar sus recursos; lo contrario sería como si, en vez de fabas, quisiésemos cultivar naranjas»
¿Es por ese camino por el que, en su opinión, pasa el futuro económico de Asturias?
Nuestro futuro pasa por optimizar al máximo nuestros recursos. Si somos una región con unos sectores como la ganadería, la pesca y la industria, tenemos que ver dónde somos fuertes. Eso no quita que potenciemos nuestra tierra para el sector turístico, pero lo que realmente tenemos que potenciar son los recursos. Es como si, en vez de fabas, quisiésemos cultivar naranjas. En principio, nuestra tierra es más propicia para la faba.
En el foco está también la situación del sistema sanitario público en la región. Se habla de la endémica falta de relevo por las condiciones laborales, de las largas esperas, de la falta de equipos…
Hay una medida que creo que fundamentalmente, engloba todo eso, y es algo que llevo diciendo mucho tiempo: hasta que no se alcance un gran pacto de Estado por la sanidad pública, aunque haya quien lo duda, no haremos nada. La sanidad no es una moneda de cambio política. Es algo que nos vincula a todos, que entendemos que debe ser la primera de nuestras prioridades. La ley del Sistema Nacional de Salud es de hace 37 años, buena parte de la normativa tiene más de dos décadas, y hemos vivido una pandemia que ha puesto sobre la mesa muchísimas cuestiones. Hay una necesidad inminente de que todos los partidos nos pongamos de acuerdo en defensa de la sanidad y de las medidas adecuadas para ella.
Sí pero, mientras tanto, prosiguen la escasez de profesionales, las listas de espera, el temor a un posible establecimiento del copago o, incluso, de una privatización parcial de la red pública…
Ahora mismo hay una gran preocupación por todo lo que es la salud mental; sobre todo, la infantil y juvenil. Pero tenemos en todo el país una falta de profesionales importante, y aquí no va quedar otra que ese gran pacto de estado. En cuanto a esos profesionales, hay diferentes medidas posibles. Primero, revisar el catálogo de profesiones sanitarias. Hay que aumentar las plazas de la formación, ver qué especialidades es necesario introducir en ese catálogo, agilizar los procesos de homologación de titulaciones… Porque, un matiz importante, es verdad que necesitamos incorporar a más médicos, pero han llegado a nuestro país muchísimos profesionales que no han podido ejercer por lo engorroso de esos procesos, y ese es un lujo que no nos podemos permitir. Uno de los mayores errores del actual gobierno es que no escucha. Sin conocer los problemas en profundidad, de la mano de quien los sufre, no es posible aplicar medidas.
En el Principado, como en otros territorios del país, son varias las insfraestructuras dependientes de Madrid en curso, aún pendientes de hacer o, incluso, en situación de demora. La propia Gijón ha vivido, y todavía vive, un caso claro con el vial de Jove. ¿De qué modo, y con qué argumentos y herramientas, peleará para que esos proyectos se materialicen?
Buena pregunta… El PP ha participado en muchos de esos proyectos y ha peleado por ellos. De hecho, todos los grandes proyectos de infraestructuras partieron del PP, incluida la variante de Pajares. Íñigo de la Serna, en su última etapa, activó muchos convenios para acabarlos, y la moción de 2018 puso freno a muchos de ellos. A lo que me comprometo en primera persona es a estar de manera permanente por y para Asturias, y con los asturianos. Nadie me va a poder preguntar qué he hecho por esta región, y quedarse sin respuesta. Es cierto que no tengo soluciones inmediatas, pero tendremos un gobierno que las va a dar. Pero que estaremos ahí, eso sí lo puedo decir.
Gijón también ha cobrado protagonismo por la entrada de Vox en su ejecutivo municipal, junto a Foro y al PP, y por ciertas opiniones y decisiones polémicas que su líder, Sara Álvarez Rouco, ha protagonizado. ¿Qué análisis hace de las causas y efectos de esa alianza local a tres?
De la configuración de Gijón poco tengo que decir. Y en los pactos aprobados en cada municipio o territorio, son los representantes los que los han alcanzado. Los ciudadanos valorarán los aciertos o errores en la legislatura, que es lo que corresponde siempre. Creo que ahora tienen un mandato por delante y unos compromisos adquiridos. Pero, ya que hablamos de pactos, en Avilés, mi ciudad, la alianza del PSOE con Cambia Avilés nos cuesta 400.000 euros más. Es un pacto muy progresista y muy de izquierdas, pero parece que ahora están de acuerdo en todo, cuando hasta ahora eran incapaces, y lo que ha habido es un interesante reparto de sillones, donde se han desdoblado concejalías para dar cabida a los distintos ediles con liberaciones.
Traslademos la mirada al ámbito nacional. ¿Qué opinión le merece el actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez?
Es el peor presidente de la historia de España.
¿Por qué lo cree?
Entre otras cuestiones, porque ha mentido de manera permanente. En Avilés tenemos un ejemplo; en la campaña de 2019 comprometió que habría una solución para los trabajadores de Alcoa-Inespal, comprometió un estatuto electrointensivo, hablar con los sectores afectados… Sus compromisos acabaron en el cierre de Alcoa. También dijo que no pactaría con Podemos, ni con Bildu, pero lo hizo con ambas fuerzas; lo primero fue inadmisible y lo segundo, imperdonable. Cada anuncio ha sido una mentida, y ha aplicado políticas improvisadas, tomando decisiones de un día para otro, sin escuchar a nadie, rectificando permanentemente… Nos ha dicho que somos el país que más crece, cuando somos el que menos crece… No sabría decir en qué no ha mentido, y somos el hazmerreir a nivel internacional.
Sin embargo, los datos del paro parecen mejorar, al igual que los de la inflación. Se han sacado adelante la reforma laboral, que desde el mismo PP se ha confirmado que apenas se tocará. También se ha aprobado la revisión de las pensiones, la ley ‘trans’…
La reforma laboral inicial es del PP. Los ERTES no los han inventado Yolanda Díaz y el PSOE; ya venían diseñados por el PP. Por eso Feijoo ha dicho que tiene aspectos de los que hay que hablar con los agentes sociales y con las empresas, y reformar aquellos que no encajen con la actual realidad del mercado laboral. Respecto a la ley ‘trans’, creo que es muy peligroso legislar y tomar según qué decisiones sin tener en cuenta el daño que determinadas leyes pueden causar a la sociedad. En el PP estamos a favor del respeto a la condición sexual de las personas, pero lo que es una barbaridad es que, ante una decisión tan trascendental, se legisle con tanta ligereza; sobre todo, en el caso de los menores. No estamos preparados para amanecer hoy con un sexo y mañana con otro. Es un proceso que debe estar muy trabajado, con una solvencia psicológica y con una ayuda profesional; de lo contrario, podría resultar traumático.
En cualquier caso, la gran sombra parece estar siendo la ley del ‘sí es sí’. ¿Cuál es su punto de vista al respecto?
Este es uno de los desastres que van a acompañar al señor Sánchez. El hecho de admitir y, además, defender una ley que tuvo muchísimas advertencias profesionales de que iba a dar muchos problemas, que tendría consecuencias entre quienes ya estaban condenados… La señora Irene Montero cuestionó la independencia y el conocimiento de los jueces, incluso. Hubo calificativos machistas a profesionales expertos que estaban dando una opinión de lo que iba a suceder. Ahora, en víspera de unas elecciones, y mucho tiempo después de que esos delincuentes estén en la calle, se reaccionó, pero… ¿A qué precio? Ha sido un gran desastre, avalado por Sánchez.
«Quienes están pactando con Vox seguramente están haciendo lo mejor para sus comunidades autónomas»
Por contraposición, ¿qué valoración hace de Alberto Núñez Feijóo como aspirante del PP a la presidencia?
Entró como presidente por aclamación, y me da muchísima seguridad, confianza y credibilidad. Y no es algo subjetivo; viene abalado por cuatro mayorías absolutas en Galicia, por un conocimiento profundo de la gestión… A día de hoy no he oído ni una sola crítica contra su gestión. Aparte, es una persona muy moderada, a la que el sentido común acompaña permanentemente. Para él, primero están los intereses de España y de los españoles, y creo que dice mucho el paso valiente que dio al dejar su tierra, en un momento favorable, para entrar en política nacional. Lo considero el mejor.
Habla de moderación y sentido común; sin embargo, todavía resuenan ciertas críticas a algunas de las afirmaciones, datos y maneras que sacó a relucir en el debate con Sánchez del pasado 10 de julio…
En primer lugar, me sorprendió para mal el señor Sánchez. No esperaba encontrarme al que actualmente es el presidente del gobierno de España con una pérdida de control absoluta sobre sí mismo y sobre la situación. Era obvio que no tenía ningún ánimo de debatir, sino de avasallar, y no favoreció el debate. Aunque, claro, seguramente es su forma de actuar cotidiana. Dejó claro que está por encima del bien y del mal, y que su única estrategia es la imposición. En cuanto a Feijóo… Soy súper crítica conmigo, de modo que como para no serlo con todo lo que me envuelve, pero me pareció que estuvo moderadísimo, muy correcto, y aguantó muchísimo más ese comportamiento de lo que la media lo soportaría. El presidente Sánchez no permitió en ningún momento que el presidente Feijóo pusiese sobre la mesa sus críticas hacia el gobierno y sus medidas.
Uno de los temas que más divergencias ha creado, tanto en el debate como durante toda esta campaña, al igual que en la precedente, es el de los pactos. Vox en el caso de su propio partido, Sumar y Bildu en el flanco izquierdo… ¿Tiene Esther Llamazares alguna ‘línea roja’ que crea que Feijóo debería trazar?
Los pactos forman parte de las reglas del juego. Con Sumar… Es que realmente no sé lo que es Sumar. Yolanda Díaz ha formado un conglomerado de partidos que no sé lo que son. Ahí hay una amalgama de sensibilidades, una miscelánea de personas que parecen buscan la fórmula para tener representatividad, rescatando los restos de cada partido de forma que, de alguna manera, sean algo así como la representación de una parte de la sociedad. En cuanto a Bildu y a Esquerra Republicana… Es imperdonable que se pueda repetir un pacto con personas que hayan tenido delitos de sangre, o que hayan favorecido la actuación de ETA. Recientemente hemos celebrado el aniversario de la muerte de Miguel Ángel Blanco, y me imagino lo que pueden sentir las familias de las miles personas afectadas por esa banda; entre ellas, muchos integrantes del PSOE. Es impensable que un partido socialista haya claudicado y aceptado llegar a acuerdos con esa entidad.
Sí, pero ustedes tienen en Vox a un aliado evidente en varios municipios y autonomía, y más que probable en el plano nacional. Y a nadie escapan las tensiones que esa alianza ya ha comenzado a general en algunos territorios. El caso de María Guardiola, en Extremadura, ha sido uno de los más sonados…
Estoy en el PP con absolutamente toda la convicción y credibilidad en las políticas y propuestas que tiene para España. No me puedo permitir pensar en otra cosa que no sean esos ideales, y no contemplo ahora mismo otra posibilidad que la de que mi partido gobierne. El estar hablando de pactos antes de las elecciones equivaldría a darlas por perdidas, y no sé si los ciudadanos tienen que entender eso… Respecto a Guardiola, he seguido su caso desde la distancia, y como creo que Feijóo ha transmitido en muchas ocasiones, él fue presidente de una comunidad autónoma, y pedía la independencia para tomar las decisiones que considerará más adecuadas para su territorio. Esa libertad es la que se ha dado en Extremadura. Desconozco cómo son las negociaciones, pero, por supuesto, no cuestiono nunca el por qué se puede estar actuando de una manera u otra. Con los ideales, la información que tienen, las propuestas… Seguramente están haciendo lo mejor para sus comunidades autónomas. Y no olvidemos que es exactamente igual que los pactos que el PSOE está alcanzando con Vox en distintos municipios de España.