La joven, de 32 años, desapareció el pasado 8 de noviembre en las inmediaciones del Cabo Peñas
Sandra Bermejo, psicóloga madrileña afincada en Gijón, desapareció el pasado 8 de noviembre en las inmediaciones del Cabo Peñas y desde entonces no se tienen noticias de su paradero. En los primeros días de búsqueda, se encontró su coche aparcado en La Gaviera con su documentación, llaves y cartera en el interior. A la joven psicóloga, de 32 años, le gustaba mucho salir a pasear y conocía la zona, aunque su entorno no sabe qué hacía exactamente allí a esa hora. La voz de alarma saltó cuando la tarde de su desaparición no se presentó a su clase de teatro y al día siguiente tampoco estuvo en una videollamada familiar que tenía acordada.
Por el momento, todas las hipótesis siguen abiertas, si bien es cierto que su familia descarta el suicidio desde el primer momento, ya que no hay ningún indicio de que se pueda haber producido, su nevera estaba llena, en su casa no había nada sospechoso y el mismo 8 de noviembre estuvo agendando citas con sus pacientes para los siguientes días.
En los últimos días, ha saltado a la palestra que Bermejo estaba metida en grupos esotéricos desde hacía años, «ya desde su estancia en Madrid, no era algo que tuviera por qué esconder ni mucho menos, lo conocía su familia. Lo hacía, primero, por su forma de ser, es una persona con ansia de conocimientos, estos grupos lo que buscan es más conocimiento individual a través de muchísimos métodos», explica Joaquín Amills, presidente de la asociación SOS Desaparecidos.
«Además, como profesional ella está muy interesada en ello, incluso desde el punto de vista de terapias alternativas, no es de extrañar. Incluso me consta que en grupos en los que Sandra estaba hay médicos, psicólogos… gente muy cualificada y muy preparada», añade.
Asimismo, Amills también matiza que un grupo esotérico es no tiene nada que ver con una secta, es «tan distinto como la noche al día, estos grupos buscan un crecimiento personal desde la espiritualidad, no es nada nuevo, el consumo de ayahuasca y otras hierbas viene de hace muchísimos años, de culturas donde ha sido una forma de espiritualidad y de profundizar en uno mismo. El esoterismo no tiene nada que ver con rituales, como se está dando a entender, se está haciendo un flaco favor poniendo el tema de sectas, cuando es totalmente distinto».
Tampoco captan a la gente, ni hay un líder que se autoproclama Dios ni aíslan a las personas, explica el presidente de SOS Desaparecidos. «Al contrario, en los grupos esotéricos lo que trata la persona es saber más de sí misma, del universo, de la vida y tener un conocimiento mucho más amplio», dice.
«No podemos sacar ninguna conclusión de nada»
«Todas las hipótesis están abiertas, ¿que hay un tema que puede o no ser importante de que ella estaba en esos grupos, que hubiese quedado con alguien…? Es que no lo sabemos, ni se puede descartar nada ni se puede afirmar nada», explica Amills.
Sobre si estos grupos son violentos, lo niega y argumenta que «a alguien se le puede ir la mano en cualquier grupo y cualquier situación, lo que a nivel personal un individuo ejerza te lo puedes encontrar en cualquier sitio, no tiene por qué ser más propenso en estos grupos. ¿Cuánta gente ha muerto por un exorcismo y en la religión está catalogado como algo bueno? Si a la persona que lo hace se le va la pinza, puede provocar un desastre».
«Estamos en una situación en la que no podemos sacar ninguna conclusión de nada, lo que tenemos es que no ha aparecido su cuerpo y todos pensamos que no es una desaparición voluntaria», recalca.
La Policía analiza una camisa y la etiqueta de unas mallas de la talla de Sandra
El miércoles de la semana pasada, una persona encontró la etiqueta de unas mallas deportivas que se corresponden con la talla de Sandra y envió las imágenes y la ubicación de la misma a SOS Desaparecidos, quienes posteriormente se la entregaron a la Policía para su análisis. También recientemente otra persona encontró una camisa de la misma talla que la Policía analiza para encontrar posibles restos biológicos.
«No podemos especular, no sabemos si pueden ser de ella o no. Lo que es evidente es que el día 11, 12 y 13 esa camisa no estaba en la zona. Hay un 99 % de posibilidades de que no estuviera, después de todo lo que se revisó la zona por tierra, mar y aire no se viera esa prenda, se me hace muy difícil», explica Joaquín Amills.
«Puede haber llegado por mar, porque la haya expulsado, por aire que la haya trasladado o por tierra porque alguien la haya tirado. La prenda está sucia, no ha estado allí sola, yo creo que está sucia por el oleaje. Lo único que podemos afirmar es que es de su talla, la Policía tendrá que analizarla. La familia no la reconoce, cosa que es normal que no reconozca cómo es el armario de una persona que lleva dos años lejos del hogar y que tiene 32 años, hay prendas que puedes identificar pero hay muchísimas que no», recalca.
La investigación sigue su curso y se barajan todas las hipótesis. «Nos reafirmamos en que es una desaparición involuntaria. ¿Bajo qué condiciones? No sabemos si es por acto de un tercero o una desaparición forzosa, eso ya es una cuestión de la Policía», concluye Amills.