
Si realmente Europa quiere acabar con el fraude fiscal ¿por qué no eliminan los paraísos fiscales que cosechan fortunas de dudosa trasparencia? Quiero equivocarme, pero parece que esto forma parte de un proceso de control sobre los ciudadanos: se acabó el anonimato
El Banco Central Europeo, en comandita con la Comisión Europea, acelera la imposición de Euro Digital como “una herramienta necesaria para la soberanía de Europa. Un sistema monetario rentable y seguro, que, con el marco adecuado, se pudieran movilizar ahorros para financiar la innovación y el progreso tecnológico… El anonimato total, como el que ofrece el efectivo, no es una opción viable”, dicen. Pero bueno… ¿Cuándo nos han preguntado sobre esto? ¿En qué documento electoral aparecía la implementación del Euro Digital? ¿Qué medio es más seguro que el dinero en metálico que no se puede hackear? ¿Qué ventajas tiene este invento si ya existe el dinero digital que corre por todas las cuentas de todo el mundo vía internet? ¿Por qué tanta prisa en su implementación cuando ya disponemos de pagos digitales con tarjetas y por bizum? ¿Cuál es el objetivo último del dinero electrónico en exclusiva? ¿Se persigue la desaparición del dinero físico y que todo se rija por transacciones digitales rastreables y verificables mediante una fácil trazabilidad de los movimientos de cada persona? ¿Se pretende saber dónde estás, qué consumes o la huella de carbono individual?
Si estos son los vectores tractores de control, obviamente, desaparecerá la privacidad. De ser así, con el dinero virtual y con la implementación del “acceso facial” (identidad digital), ya no habrá escapatoria al control y a la inducción. Una vez que los grandes servidores de computación “bigdata” dispongan – a tiempo real – todos nuestros datos financieros y biométricos, los algoritmos podrán dar instrucciones a la ciudadanía sobre limitaciones de alimentos o de energía, confinamientos y pautas de observación. El Euro Digital se implementará con la ayuda de los chips y la nube financiera que podría estar en circulación en el cuarto trimestre de este mismo año. Y para ello se dan justificaciones realmente difíciles de interpretar para la mayoría de la gente sin cultura financiera. Argumentos a favor como orientar la inversión a intereses institucionales, aplicar la conductibilidad del “empujito” al gasto individual, comodidad y modernidad, desnudar el crimen organizado, acabar con las criptomonedas, aflorar las bolsas de dinero negro y finalizar con la economía sumergida, incluso, se utiliza la excusa de que los billetes conservan los virus.
Si realmente Europa quiere acabar con el fraude fiscal ¿por qué no eliminan los paraísos fiscales que cosechan fortunas de dudosa trasparencia? Quiero equivocarme, pero parece que esto forma parte de un proceso de control sobre los ciudadanos: se acabó el anonimato. Pero también podría dar más poder a los bancos. Imaginemos que los bancos centrales aplican un interés negativo a los ahorradores con una supuesta intención de empujar a inversiones arriesgadas para poner dinero en el mercado en épocas de recesión. ¿Qué pasaría si, a día de hoy, los depositantes tienen que pagar, por ejemplo, un 3% de interés por la custodia del dinero? El grueso de la población se iría al banco a sacar el dinero y lo guardaría en su casa. Pero ¿y si ya no existiera el efectivo? Pues que no se podría sacar dinero del banco, con lo cual se aplicaría ese tipo de interés abusivo sin que el cliente pudiera reaccionar de ningún modo.
Es por eso que eliminar el dinero en efectivo es una forma de cauterizar a los bancos, con el visto bueno de los bancos centrales, podría darse la posibilidad de expropiar el dinero de los ahorradores y la riqueza de las familias en forma de depósitos bancarios. ¿Podría acotarse el gasto mediante el dinero digital? Claro que sí. El dinero digital disponible pudiera limitarse a disciplinas de gastos determinados. Si, por ejemplo, se asigna una “huella de carbono” (un límite de emisiones de CO2) por persona y en caso de que se supere el límite, el dinero digital particular no serviría para hacer más viajes o para comprar más carne de vacuno. Pero, además, la programación del euro digital podría usarse para emitir el llamado dinero “fundible”, es decir, con fecha de caducidad, tras la cual el dinero ya no se puede utilizar.
Y ¿qué ocurriría si se estropease un satélite o cayese la energía de una central eléctrica? ¿Qué pasaría con las bases de datos y las operaciones online? Todo quedaría paralizado. Estaríamos en manos del aparataje electrónico e informático. Europa, cuyo ideal de justicia es la igualdad, escoge un modelo monetario de control, mientras, en Estados Unidos, cuyo ideal de la justicia es la libertad, prohíbe a la Reserva Federal emitir o promover una moneda digital que provenga de un Banco Central. El coto al dinero en efectivo podría conceder un dominio estricto sobre la ciudadanía y una fórmula de pago de la espada de Damocles: la enorme deuda pública. Como ya se decía en época colonial: “El oro es el capital de los poderosos, la plata la moneda de los caballeros, el trueque el dinero de los campesinos, y la deuda, la moneda de los esclavos”. Soy un fanático de la modernidad y de la innovación, pero la tecnología no era para esto, para el control del dinero, para invadir las libertades individuales y romper la verdadera equidad.