La alegría por el premio de segunda categoría validado domina a Inés Cabo, al frente de la Administración Número 8, ubicada en Menéndez Pelayo; «por una estrella no han sido 24 millones, pero siempre nos quedamos con lo bueno», ríe

Por largas y molestas que puedan llegar a ser, las malas rachas siempre tienen un aspecto positivo: que en algún momento, antes o después, se acaban. Y el extenso ciclo sin entregar un premio golosos que Inés Cabo Oliva, al frente de la Administración de Loterías Número 8 de Gijón, llevaba padeciendo desde hace tiempo concluyó, por fin, ayer martes. Tal como ha confirmado oficialmente Loterías y Apuestas del Estado, el negocio que regenta, ubicado en la calle Menéndez Pelayo, en pleno corazón del barrio de La Arena, ha sido el último escenario local de la buena suerte, al haber caído en él un premio de segunda categoría del sorteo EuroMillones, agraciado con nada menos que 129.694 euros. Todo un motivo de júbilo para una profesional que, pese a esta reciente tónica, ya por fin terminada, ha entregado un buen puñado de alegrías a lo largo de su trayectoria…
«Mira que me pilló medio dormida… Me despertaron para darme la noticia y, a partir de ahí, tarde en conciliar el sueño la de Dios«, ríe esta mañana Cabo, tercera generación al frente de una Administración que ya acumula 31 años en su emplazamiento actual, pero cuya historia hunde sus raíces varias décadas antes; concretamente, en el despacho que su abuela fundó en el Mercado de San Agustín. Semejante solera, por supuesto, ha propiciado muchas muestras de buena suerte… «Hace años dimos una Quiniela de más de 500.000 euros, pero hacía tiempo estábamos un poco en sequía«, relata. Un primer amago de ruptura de esa tendencia se produjo hace dos semanas, cuando «estuvimos a punto de dar el Gordo; por un número no pasó«. Con tal antecedente, era cuestión de tiempo que la fortuna se materializase… Y, al fin, lo ha hecho.
Es perfectamente humano prestar atención a lo que no se ha conseguido, además de a lo logrado. De ahí que una parte de la mente de Cabo esté en esa segunda estrella del sorteo que, de haberse sumado a la obtenida y a los cinco números acertados, habría otorgado a la persona agraciada (aún no identificada) la friolera de 26 millones de euros. «Te da rabia, claro, pero te quedas con lo bueno; además, conseguir cinco aciertos y una estrella es muy complicado de por sí, y ha sido posible«, comenta, pragmática. Posible… Pero, efectivamente, difícil. Tanto, que el cliente de esta Administración gijonesa ha sido el único agraciado con un premio de segunda categoría en toda España, y sólo otros tres, en otras partes de Europa, han repetido la hazaña. Por su parte, el premio principal, el de esos 26 millones, ha quedado desierto.
La gran pregunta que surge es… ¿Ahora, qué? Pues bien, Cabo lo tiene claro. Plenamente convencida de que la buena suerte llama a la buena suerte, está segura de que «acabo de vivir el inicio de una buena racha; llevaba una temporadita que estaba ahí, y ya se ha cumplido«. De cumplirse ese vaticinio, espera compartir las satisfacciones que le depare con su hija, que ya se perfila como la cuarta generación empuñando el timón del despacho. Ahora bien, hasta que llegue ese día todavía hay muchos premios importantes que entregar… Y Cabo y su familia confían en que el próximo esté a la vuelta de la esquina.