Eva Suárez, olímpica de tiro en Seúl 88 y Barcelona 92
“No existe una política deportiva en Asturias. Se debería crear un organigrama con contenido y que la administración supervisara cómo funcionan las federaciones, los clubes… pero sin inmiscuirse”
“Nunca imaginé disputar dos Juegos Olímpicos: una persona sin formación deportiva, que empezó tarde en el deporte… y competía con gente de países del Este”
Eva Suárez (Oviedo, 1960) no es un caso habitual dentro del deporte, menos en una modalidad como el tiro. Su curriculum va ligado al éxito con la disputa de dos Juegos Olímpicos (Seúl 88 y Barcelona 92), 60 internacionalidades, 14 veces campeona de España, 12 de la Copa de la Reina o cinco medallas en pruebas de la Copa del Mundo. Sin embargo, siempre tuvo claro que había que tener un plan B para cuando se acabara su carrera. Trabaja como funcionaria en la administración, pero no todos los deportistas han corrido la misma suerte. Por eso, Eva lanza un mensaje a los organismos competentes: hay que trabajar en una formación académica para que después de una carrera deportiva haya futuro. “No se puede quedar por el camino toda la gente que se quedó por distintas causas”, ha reflexionado.
¿Se acuerda de Barcelona 92?
Sí, claro que sí. Lo que pasa que queda lejos en el tiempo porque pasaron muchos años, la vida continúa y tú tienes que seguir con otras actividades, pero sí que lo recuerdo, por supuesto.
Su inicio en el deporte fue tardío, a los 23 años. ¿Por qué?
Porque fue una casualidad. Mi padre no era ni tirador ni tenía afición. En mi caso nunca me gustaron las armas ni el Ejército, pero coincidió que mis padres tenían una panadería y uno de sus trabajadores le comentó a mi padre que estaban empezando a construir un club de tiro y que por qué no colaborábamos con ellos. Mi padre decidió apuntarme a mí. En una ocasión había venido un recibo del banco devuelto y fui con mi madre a las oficinas del club para pagarlo y ver qué había pasado. Cuando me vieron mujer y joven me comentaron que tenía que ir por allí, que había cursillos de iniciación… Me apunté a uno, me gustó, allí conocí a Corsino, hoy mi marido y uno de los iniciadores que ya empezó a derivarme hacia la competición porque había sido campeón de España. Empezamos los entrenamientos y como tenía tiempo libre porque había acabado de estudiar y estaba haciendo unas prácticas en una gestoría, podía ir todas las tardes a entrenar. A los dos meses de haber acabado el cursillo participé en un campeonato de Asturias y a los tres en un campeonato de España porque para Corsino el entrenamiento sin la competición no tenía cabida. Es una persona que se implica mucho y que cuando comienza con algo es un estudioso del tema. Empezó a estudiar la técnica, algo que en aquella época no existía, es decir, la gente tiraba porque tenía unas cualidades innatas, por la experiencia. Y así empezó todo.
“Para ir a Barcelona solicité una excedencia por deporte, pero no existía. Conseguí que cada vez que tenía una competición o un entrenamiento me dieran el permiso”
¿Había soñado con disputar unos Juegos Olímpicos?
Para nada. Era una manera de ocupar el tiempo libre, me gustaba, los fines de semana iba a las competiciones que había por Asturias, competiciones a nivel nacional, que eran bastantes porque había Copas del Rey por fases y teníamos que ir por varias ciudades. Tenía que estar permanentemente entrenando y compitiendo y menos mal que gracias a eso rápidamente empecé a subir. Entrenaba muy bien, pero no sabía competir porque no tenía ninguna base deportiva. Gracias a que tiraba casi todos los fines de semana en Asturias y a nivel nacional, empecé a saber competir y a subir puntos. Fui una persona que ascendía muy poco a poco, pero con una continuidad, era bastante regular.
Pues a falta de uno, dos porque usted participó en Seúl 88 y en Barcelona 92.
Comencé a competir internacionalmente en noviembre de 1987, en un match ibérico. Como salió bien empezaron a llevarme a competiciones a principios de 1988 y como lo hice bien conseguí la plaza porque había hecho las mejores puntuaciones dentro de las mujeres que no habían conseguido plaza. Había asistido al Campeonato de Europa, a las Copas del Mundo… En Barcelona daban una plaza por país organizador, pero yo gané la mía en una Copa del Mundo, en Brasil. Quien ocupó esa plaza fue mi amiga Pilar Fernández, una gran tiradora que participó en cinco Juegos Olímpicos.
“Cuando la Federación Española empezó a prescindir de gente, me fui. Meterme en guerras políticas conmigo no va porque eso no es deporte”
Varios de los deportistas que han pasado por este espacio como Luisa Álvarez o José Antonio Cecchini cuentan que tuvieron que buscarse la vida. ¿Usted también pertenece a esa hornada?
Soy un caso totalmente atípico. Comencé a tirar y en 1985 empecé a trabajar en la administración como funcionaria. A finales de año conseguí la plaza en propiedad, es decir, tenía un medio de vida. Siempre trabajé, competí y entrené y en 1992 empecé a estudiar Derecho, pero no por la UNED, en la facultad y nocturno. Era capaz de compaginarlo todo. Al principio, todos los permisos que me daban para competir eran mis vacaciones. Para ir a Barcelona solicité una excedencia por deporte porque había visto casos de compañeros que se habían ido a la Blume de Madrid a entrenar, tuvieron una lesión, los mandaron para casa y se quedaron sin nada, pero no existía. Lo que sí conseguí es que cada vez que tenía una competición o un entrenamiento controlado me dieran el permiso. Normalmente gastaba todas las vacaciones y cuando ya no podía más no me descontaban el sueldo. Toda mi vida posterior la planifiqué a partir abandonar el tiro. Tuve una hija y me casé en el año 2000. Dejé la competición internacional en 1997, no fui a Atlanta porque había gente que estaba haciendo más puntos que yo y además tampoco contaban mucho conmigo y en el 2000 dejé la competición nacional. Es decir, participé en un campeonato de España y en Copas del Rey embarazada. Había visto que mujeres de otros países asistían a competiciones internacionales, con sus parejas, con sus bebés y se los cuidaban mientras ellas competían. Lo que pasa que en el 2000 decidí que no podía compatibilizar tanto. Desde ahí hasta el año 2007 fui entrenadora del equipo júnior de la Federación Española y lo dejé por problemas familiares. Mi hermano tenía una enfermedad grave, acabó falleciendo, y era un agobio pensar que las niñas iban a venir a entrenar conmigo y a lo mejor no pudiese estar con ellas. En el año 2020, el director técnico de la Federación Española Enrique Claverol, olímpico en Barcelona y Atlanta, y el vicepresidente de la Federación Española, presidente de mi club, me dijeron que si podía supervisar los entrenamientos de una chica gallega. Lo hice hasta marzo de este año en el que la Federación Española decidió prescindir del gerente, el director técnico, la entrenadora de la Blume de pistola, el encargado del plato… Así, conmigo no pueden contar porque eso estaba creando en la chica que estaba entrenando una situación un poco especial porque había gente que quería entrar ahí. Para mi lo primero era la tiradora porque yo estaba por hacer un favor, no me pagaban nada. No es mi manera ni de entrenar ni de entender el deporte. Meterme en guerras políticas conmigo no va porque eso no es deporte.
¿Competir en casa le pasó factura?
Sí. Cuando fui a Seúl con la poca experiencia internacional que tenía, conseguí quedar décima y no entré en la final con las ocho mejores por la última serie. Tenía los mismos puntos que la octava, pero la última serie fue peor. En Barcelona iba bien preparada, habíamos hecho lo máximo posible, clases de sofrología con Mariano Espinosa y no pude. No sé si es porque tenía mucha responsabilidad que me la había creado yo, nadie me la había impuesto y los resultados no fueron buenos. A mí me pasó una factura negativa.
¿Barcelona fue el inicio del fin de su carrera deportiva?
No. Nunca me imaginé que pudiese llegar a donde llegué: una persona sin ninguna formación deportiva, que había empezado mayor… y competía con gente de países del Este que empiezan desde muy jóvenes, en escuelas, con formación, es decir, lo tienen todo estructurado. Para mí era impensable. ¿Ir a unos Juegos Olímpicos? ¿Desfilar en un estadio olímpico? Cuando pasas el túnel y ves toda esa gente dices: ‘Dios mío. Esto lo sienten los domingos los futbolistas y no les pasa nada’ (risas) y ahí estaba yo. Lo que pasa es que después de Barcelona tuvimos un entrenador polaco muy bueno que vino con la idea de hacer un poco de escuela. Antes de Barcelona empezó a cambiar la mentalidad. Cuando empecé en el tiro las mujeres que participaban eran hijas de tiradores, practican algo el fin de semana, pero no entrenaban. Llegamos nosotros y dije que entrenaba todos los días, me contaban que no analizaban la competición. A partir de que me vieron un poco jovencina, comenzaron a entrar chicas, empezó a haber entrenadores…
“Un espacio para los olímpicos es historia y podría ser ejemplo para que muchos chicos vieran cómo el esfuerzo les puede llevar a conseguir lo que quieran, no lo que les impongan”
Mantiene el récord de España en pistola de aire. 33 años, casi nada…
Lo mantengo porque cambió el tiempo de competiciones y las reglas y ya no se puede batir. Por ejemplo, hubo muchas veces que Pilar Fernández o Sonia Franquet lo intentaron cuando estábamos en las mismas condiciones: 40 disparos, pero no pudieron. Antes las mujeres y los hombres hacíamos competiciones distintas, con un número de disparos inferior: nosotras 40 y ellos 60 y en un número y en un tiempo también distinto. Ahora el número de disparos y el tiempo es el mismo y las clasificaciones son individuales. Sin embargo, se ve que hay veces que en la misma competición hay mujeres que hacen más puntos que los hombres. También hay competiciones mixtas. Se van a hacer en París 2024 y compite el equipo de pareja de cada país mixto con los mismos disparos y el mismo tiempo y las puntuaciones de los dos son los que se van a utilizar para pasar a las finales. Es decir, en este momento los hombres y las mujeres en la competición no se distinguen.
Aunque haya cambiado la normativa, por lo menos va a quedar siempre para la historia.
Sí (risas), pero tampoco creas que necesito que me alaguen mucho. Leía en las entrevistas que a la gente le gusta verse y a mi no creas. Soy muy tímida, reservada, me cuesta estar en primera línea.
“A pesar de que el tiro se puede considerar muy machista, siempre nos trataron con muchísimo respeto y con mucho cariño. Ahora hombres y mujeres son iguales”
Decía Agustín Antuña en su libro ‘Asturias Olímpica’ lo siguiente sobre usted: “Su aspecto físico, de apariencia un tanto frágil y su trato, suave y casi tímido, no deben inducir a engaño. Dentro de ella hay una mujer con una fuerte personalidad y un gran carácter”. ¿Lo comparte?
Es una persona impresionante, un crack, encantador. Nosotros lo queremos muchísimo, es cariñoso, jovial. Es verdad lo que dice. Soy una persona a la que no le gustan los enfrentamientos. Mis convicciones son las que son, expongo mis ideas y si creo que tengo razón las mantengo.
¿Tuvo la sensación de ser mujer en un deporte de hombres?
Sí, pero a pesar de que el tiro se puede considerar muy machista, siempre nos trataron con muchísimo respeto y con mucho cariño. Lo que pasa es que poco a poco las mujeres empezamos a demostrar que valíamos y fue cambiando la forma de vernos. Ahora tanto los hombres como las mujeres son exactamente iguales.
¿Se lleva bien que su entrenador sea su marido o no lo recomienda?
Mientras era mi entrenador no fuimos pareja. Nosotros solo hablábamos de tiro y técnica. Además, tenía poco tiempo y era para mis amigos que los seguí conservando. No hubo ninguna interferencia.
¿Asturias debería tener un espacio para los olímpicos?
Sí, pero ya no porque nos reconozcan sino porque es historia y se debe mantener. Podríamos ser ejemplo para muchos chicos que ahora están entrenando en distintos deportes y que sientan y vean que personas normales o incluso que compaginábamos actividades o trabajos con el deporte podemos llegar a unas metas muy importantes; ayudarles y enseñarles a que el esfuerzo y la dedicación les puede llevar a conseguir lo que ellos quieran, no lo que les impongan.
¿Es de las que guarda objetos de la cita de hace tres décadas?
Claro. Los trajes, las toallas, la antorcha con la que hice el recorrido en Oviedo. Guardo todas las cosas porque forma parte de un tiempo muy importante de mi vida.
¿Los cedería al Museo Olímpico?
A Agustín (Antuña) le dijimos que todo lo que necesitase, lo que quisiese estaba a disposición porque la idea que tuvo, el trabajo que hizo él junto a otras personas de la Familia Olímpica y la iniciativa del museo era un trabajo de ellos, nosotros teníamos que apoyar y ceder todo lo que quisieran.
Tirando de hemeroteca, le recuerdo en la inauguración de la exposición ‘Mente y Cuerpo’ organizada por la Universidad de Oviedo y el Centro de Estudios Olímpicos. ¿Le entristece que esto no haya tenido continuidad?
Las personas que están en ese momento tienen la iniciativa, pero si no hay continuidad es imposible. Si las personas que están por encima no creen en ello, si tienen otras expectativas o ninguna no se puede hacer nada, por más que se quiera.
Se ha reactivado el proyecto de Familia Olímpica del Principado. ¿Cree que hay futuro?
Claro que sí. Solamente es cuestión de seguir insistiendo. No conozco a las personas que en ese momento están en ella, pero han ido a unos Juegos Olímpicos y si siguen teniendo los mismos valores y el mismo espíritu eso va para adelante, seguro. No llegamos ahí por casualidad, sino porque somos buenos y si somos buenos lo vamos a conseguir, no hay duda.
¿Existe una política deportiva en Asturias?
Llevo muchos años apartada de lo que es el tiro olímpico en competición, incluso entrenando. Me parece que no, pero tampoco tengo argumentos como para poder decir las razones. Se debería sentar quien corresponda a analizar un poco las cosas y trabajar como lo hace la administración, es decir, crear un organigrama, pero con contenidos y que la administración supervise un poco cómo están funcionando las federaciones, los clubes… El objetivo no sería inmiscuirse, pero sí darles una cierta directriz porque a lo mejor eso sí daría esa continuidad y saber cuáles son los objetivos que se tienen: deporte base, deporte de entretenimiento, competición… Todos tienen que tener un camino un poco distinto, ellos tienen que decidir qué es lo que quieren. No parece, pero no tengo conocimiento suficiente como para poder profundizar.
¿Puede tener la comunidad otra vez tiradores de éxito?
A nivel nacional hay chicos jóvenes que están tirando bien y a nivel de Asturias hay muy poca gente. ¿La razón? No la sé, pero habría que analizar qué es lo que pasa.
Con su retirada, ¿vive más tranquila?
Es que no hay tiempo para todo. Quisiera recalcar una consigna. Quizá también hay que empezar a pensar que cuando pedimos que la gente haga deporte a nivel de competición hay que cuidar su futuro. No se puede quedar por el camino toda la gente que se quedó por distintas causas. Primero porque esas personas a lo mejor no estaban muy formadas y de repente ves que están tirados mentalmente, físicamente, con problemas graves, adicciones. Segundo, los entrenadores tienen que cuidar también de los deportistas a nivel deportivo y personal, es decir, guiarlos un poco y contarles que el deporte está muy bien, pero hay que pensar en un futuro. ¿Es posible que una persona como Luisa esté trabajando? Y personas que quiero recordar porque durante mucho tiempo no pude hacerlo como Teresa Valdés Estrada de tiro con arco. Yo vivía en El Caleyu y ella en Lugones y la conocí en Seúl, igual que Antonio Vázquez Megido. Cuando volvimos nos juntamos para entrenar, ella se marchó a la Blume y volvió porque tuvo una lesión y a partir de ahí fuimos amigas hasta que murió por una enfermedad. Lo que peleó Teresa cuando volvió porque no tenía nada, empezó a formarse, le gustaba muchísimo el deporte y comenzó con un gimnasio… No puede ser, esas cosas no se pueden dar. La administración tiene que funcionar de manera distinta. Las federaciones no lo van a hacer porque tienen pocos recursos, pero tienen que pensar en un plan para esa gente. Somos muchos, es cierto, pero hay que inculcar que además de la formación deportiva, debe tener una vía académica o formación profesional para un futuro o que luego sigan como entrenadores. Esa sensación, esa inseguridad no la tuve nunca, siempre tuve un trabajo y cuando me planteé ir a Madrid para entrenar con una excedencia siempre pensé: ‘No te vayas a lo loco, porque si pides una excedencia voluntaria son dos años. Si a los seis meses te tienes que volver a casa, en año y medio no puedes volver a trabajar. ¿De qué vives?’ No puede ser. Hay que cuidar a la gente.