Tres veces al frente del país mediterráneo, y salpicado por decenas de escándalos, el dignatario ha muerto a consecuencia de las complicaciones de una leucemia crónica contra la que llevaba años batallando
No es posible entender el devenir de Europa en el primer tercio de este siglo sin atender a la figura de Silvio Berlusconi. Y, desde hoy, su influencia pasa a formar parte puramente de los libros de historia. Apodado ‘Il Cavaliere’, el que fuera primer ministro de Italia en hasta tres ocasiones, además de propietario del titán mediático Mediaset, ha fallecido hoy en Milán a los 86 años, devorado por las complicaciones derivadas de la misma leucemia crónica pro la que había sido hospitalizado e intervenido en varias ocasiones. Su muerte cierra uno de los capítulos más importantes de la trayectoria reciente del país mediterráneo, y pone punto final a una biografía salpicada por igual de luces y sombras, y marcada por las decenas de escándalos que puntearon su carera.
Nacido en 1936 en la misma ciudad en la que su reloj vital se ha detenido, Berlusconi ostentó la presidencia del Consejo de Ministros italiano de 1994 a 1945, de 2001 a 2006 y, por último, entre 2008 y 2011. Esa intensa actividad política no le impidió mantener el control de Mediaset, grupo de comunicación que, en buena medida, alimentó su pintoresca imagen pública, como tampoco puso trabas a su adquisición del equipo de fútbol AC Milan. Fundador y presidente del partido Foza Italia, que llegaría a integrarse en la coalición El Pueblo de la Libertad, su imagen pública de ‘hombre hecho a sí mismo’ no eclipsó múltiples investigaciones por presuntos delitos de prostitución, escuchas ilegales o relaciones con el crimen organizado. De hecho, en 2013 la Corte Suprema de Casación lo condenó a cuatro años de prisión por fraude fiscal, a los que se sumaron otros siete por prostitución de menores, al haber pagado los servicios de la joven Karima El Marough, ‘Ruby’. Apenas un año después fue absuelto, al considerar que Berlusconi no tenía por qué saber que la meretriz era menor de edad.
Su liderazgo político concluyó en noviembre de 2011, cuando la aprobación de la Ley de Presupuestos de 2012 motivó su dimisión, si bien en 2018 se postuló de nuevo al frente de Forza Italia, intento que, con apenas un 14% de los votos, no fructificó. Aun así, y pese a su muerte, en el recuerdo permanecerá siempre como uno de los constructores de la Italia moderna, para bien y para mal.
