«El actual gobierno de Ana González trocó las peticiones en papel mojado, dice contar con Cimavilla pero sin Cimavilla. En el escenario de cartón piedra molestan los que respiran o patalean»
La antigua Fábrica de Tabacos de Gijón sigue pasados los años de su cierre, en el punto de mira de la vecindad y de las diferentes corporaciones municipales de la ciudad. Fue convento de las Agustinas Recoletas antes de convertir celdas y rezos en despachos de trabajo y bullicio para unas cigarreras entronizadas como santo y seña del barrio alto, hasta que la sirena dejó de sonar por orden de Altadis (grupo empresarial hispano-francés) que decidió apostar por una de sus dos plazas en el norte: Santander. Se terminaba en Gijón una historia de 180 años, la historia de aquellas inolvidables mujeres que se especializaron en la elaboración de las conocidísimas farias. En el año 2000 estaban en nómina 257 mortales con unas insanas costumbres: pagar facturas y comer al menos tres veces al día…
Después del adiós al tabaco, el emblemático edificio necesitaba cobrar vida de nuevo y el Gobierno del Principado llegó a tantear la posibilidad de transmutar sus paredes en sedes judiciales o en centro educativo, las preguntas, las dudas serpenteaban entre las moquetas de nuestros prebostes hasta que una buena mañana o tal vez una buena tarde surgió la palabra mágica, el mantra del buen político astur: Museo. Da igual para lo que sea o de lo que sea, lo importante es anunciar, cortar la cinta y posar con esas fabulosas letras a la espalda: Museo…
No pretendo ejercer de aburrido contable con los más de cinco millones de euros gastados en una rehabilitación errática, cinco a los que sumaremos veinte y seguramente diez más, unas obras que dieron comienzo por amor del Dios Ladrillo y sin tener demasiado claro para que se tiraban o levantaban tabiques, cosas verdes. Ahora ya se conocen los usos y hasta el rimbombante nombre: Tabacalera Espacio de Cultura Contemporánea (TECC), pírrese por las siglas, haga el favor. El antiguo convento albergará la pinacoteca municipal, diferentes festivales (incluido el FICX), una residencia de creación, contenedor de zonas expositivas y también dos huevos duros… de las carencias detectadas por los moradores de Cimavilla, «nasti de plasti».
Este aprendiz de playu intentó hablar del TECC con el buen escritor y escurridizo director de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular: Miguel Barrero, no se pudo concretar, supongo que las agendas están muy cargadas en este mes de abril como para que te robe un precioso tiempo este insignificante plumilla. Si me atendieron de mil amores: Ana González Ferrero «Anina Hood»: responsable de la Casa de la Memoria ( rescatando el incalculable patrimonio cultural del barrio alto), Sergio Álvarez Barrera: presidente de la Asociación de vecinos de Gigia y Adrián Muñiz: músico integrante de la Plataforma de Tabacalera. Coinciden los tres en un mes ilusionante, febrero de 2016, con una primera reunión en el Coto y las posteriores que fueron sumando efectivos en un proceso participativo: La A.M.P.A del colegio Honesto Batalón, la comisión de festejos de Los Remedios y La Soledad, los hosteleros.
Para este viaje se necesitaban tres alforjas diferentes. El plan de dinamización de Cimavilla, la estrategia europea de políticas urbanas y los talleres vecinales dedicados a trasladar al gobierno municipal las necesidades del barrio: Centro de Salud, Supermercado (los problemas de movilidad son claves para estos dos importantes apuntes), espacios polivalentes, usos escolares… Xixón Sí Puede planteó el plan de dinamización, Foro escuchó a los vecinos sin mover ficha, realmente, y el actual gobierno de Ana González trocó las peticiones en papel mojado, dice contar con Cimavilla pero sin Cimavilla. En el escenario de cartón piedra molestan los que respiran o patalean. La Fábrica de Tabacos sigue anclada, pasadas las centurias, al campo de las monjas, resistiendo los celebrados brindis al sol. Con la cara lavada y recién peiná… mas debemos saber que si prestamos atención al pasar a la vera, verita, vera del impresionante edificio, nuestros pasos serán acompañados únicamente por el lamento, los quejíos o el insondable ulular de unos fantasmas que tienen la intención de quedarse a vivir «provisionalmente» en Tabacalera.