«En este ambiente de alegría, podemos hacer un paréntesis navideño, ponernos el disfraz de Rey Mago y no mirar las realidades, pero creo que es necesario, en estas fechas donde la confraternización suele verse por las calles, hacer una reflexión sobre otras realidades que ocurren y tapamos con villancicos, mercados navideños y espumoso en una copa»
Voy a inspirarme en un post instagramnero de una amiga para escribir estas líneas. En ese post, un poco entre cabreada, decepcionada y alegre, se quejaba de la falta de empatía con las personas que en estos días navideños están atendiendo sin parar a quien con fiebre de consumo exagerado abarrotan los mercados, tiendas y locales. Abogaba por la facilidad de una despedida con un “Feliz Navidad”, “Feliz Año”, “Felices Fiestas” o al menos algo que nos convierta de transacción económica a personas para que estas fechas no sean solo de regalos, sino también de sonrisas y complicidad entre desconocidos que solamente se tocan con el datáfono. Creo que es básico e incluso fundamental llevarlo a cabo no solo ahora, sino cada día con un sencillo “Gracias y hasta luego” o bien el tan poco frecuente y me parece tan bonito “Que tengas buen día”. Primer deseo de 2025: más educación.
Y es que, embutidos en estas carreras sin dorsales desde el 22 de diciembre, no vemos lo que ocurre en el suelo entre tantas luces de brillos en los cielos. Todos nos dejamos llevar en estas fechas por la cadena de brindis y más brindis, tiendas y más tiendas, comidas y más comidas, sin quizás hacer una reflexión de lo que ocurre en otras realidades donde la vida es más difícil, donde la comida sigue siendo una necesidad que se compra y donde el brillo lo pone tan solo el sentimiento y la oscuridad las carencias. Me gustan estas fechas, pero veo bolsas de cartón abrazando papeles de regalo pasando a la altura de la cara de una persona sentada en la calle. Veo reciclar las cáscaras de los langostinos en el contenedor marrón mientras a su lado un gancho recoge unos zapatos que pueden tener otra vida. Veo brindar con la sonrisa mientras alguien pasa hundido en la pena. No debemos flagelarnos por haber tenido la suerte de nacer en una parte del mundo, en una familia o en una realidad que nos facilitó las cosas y a veces no valoramos, tan solo digo que debemos mirar, hacer el esfuerzo de mirar, no dejarse tan solo en la superficie del ver.
Debemos mirar que hay tantas personas como realidades, tantas realidades como normalidades, tantas normalidades como situaciones. Y esas situaciones son demasiado variadas para juzgarlas o hacerlas invisibles sentados en nuestro espacio de confort con la copa en la mano y preocupados por el vestido de Pedroche (gracias Broncano por dar sencillez repleta de humor y de poner la vivienda en el foco de la Puerta del Sol). Debemos disfrutar del momento, claro que sí, pues la vida es un regalo y debemos abrirlo cada día. En estas fechas podemos criticar o elogiar, valorar o menospreciar que una presentadora o presentador se convierta en referente durante el mensaje navideño, aunque tengamos a nuestro alrededor pensadores a los que no escuchamos ni leemos, ya habrá tiempo, trescientos sesenta y cinco días. Debemos gozar, brindar y reír con las doce uvas y con el momento de enseñar un vestido que habla de sostenibilidad o de infancia, pero también pensando que la moda es una de las industrias más contaminantes y un sector en el que existe trabajo infantil en otros lugares del mundo, donde las luces son menos brillantes para la gran mayoría de las personas. Tenemos que ir a disfrutar de nuestras amistades. Estas fechas son días para construir más abrazos y más sonrisas, pero mirando que a nuestro alrededor también existen otras realidades que no debemos hacer invisibles, sino luchar como sociedad para que cambien. En estas líneas solo pido que las luces iluminen también otras situaciones, haciéndonos conscientes de lo que tenemos y lo que podemos compartir. Segundo deseo de 2025: mirar para tomar conciencia y poder hacer.
Me encantan los Reyes Magos. Es la noche de la ilusión, de los sueños, de la infancia. Me gustan las gafas de inocencia de la infancia que no consigue ver los papeles de regalo caminando por las calles. Me gusta regalar, dejar los paquetes con su nombre, esperar el momento en que se abren para ver si he acertado o simplemente “está bien”. Me gusta este ambiente de roscones, risas y dichos para afianzar los comportamientos “pórtate bien que los Reyes lo ven todo”. Sin embargo, muy cerca de nosotros, no tan lejos, algunos peques se quedarán sin regalo o serán juguetes de otras manos, donados gracias a ese pensamiento que debemos tener todos de compartir. Me parece muy tierna la iniciativa del lanzamiento de peluches en las canchas deportivas para facilitar el abrazo a un amigo relleno de espuma por parte de un niño que no puede comprarlo, pero ¡sería tan bonito que no hiciera falta! Debemos recordar que uno de cada tres niños vive en riesgo de pobreza y exclusión social. Eso no puede revertirlo la ilusión de Melchor, Gaspar y Baltasar, debe hacerlo la política. Debe conseguirlo la acción política con medidas que eliminen el 34% de tasa de pobreza infantil, pues son aberrantes como sociedad. No podemos permitirnos que uno de cada tres pequeños y pequeñas estén en una situación donde no existen carrozas. Tercer deseo para este 2025, que se reduzca este porcentaje durante este año en un descenso continuado hasta su eliminación.
Recuerdo en mi casa que a una edad en donde la inocencia ya se había marchado, los Reyes Magos solían ser adorados por mi madre y esperados a regañadientes por mi padre. No sé si ocurrirá así en todas las casas, supongo que no. Supongo que las ilusiones no tienen sesgo de género, pero sin embargo sí se sabe quién compra y se encarga de los regalos. En el año 2022, el 66% de las personas que buscaron los juguetes y demás sorpresas envueltas en papel de regalo fueron mujeres. Creo que no ha cambiado mucho ese porcentaje. Y es que la Navidad sigue recayendo en la mujer, desde la preparación de las mesas y comidas hasta la ilusión de una noche mágica. Hasta las fiestas se untan de patriarcado. Es verdad que se van reduciendo los roles, pero en estas fechas, como durante todos los días, la mujer sigue siendo mucho más que el hombre: camarera, decoradora, cocinera, encargada de las compras, reina maga… Seguiremos escuchando en los brindis previos a las cenas de confetis el “yo ayudo en casa” de voz masculina, cuando debería ser “yo hago en casa”, pues ayudar es ponerse en el papel secundario de quien hace. La lucha para eliminar privilegios masculinos debe ser incansable y realizada por todas las personas, también por nosotros. Renunciar a privilegios es difícil, pero tremendamente necesario. Sin esa lucha compartida, sin esa renuncia, no se podrá acabar con una manera de entender la sociedad injusta, desigualitaria, inmoral. No debemos olvidar que el patriarcado es el origen de la violencia de género, y combatir contra el inicio es batallar para que no haya otra muerte más de una mujer en manos de un hombre. Los números de 47 mujeres asesinadas por violencia de género en España durante el año pasado y nueve menores por violencia vicaria es un dato demasiado doloroso para no hacernos pensar las razones de la sinrazón. Cuarto deseo: que el número de muertes por violencia de género en 2025 sea cero.
Me encantan estas fiestas, las disfruto en la tranquilidad del descanso, amistad y familia. En este ambiente de alegría, podemos hacer un paréntesis navideño, ponernos el disfraz de Rey Mago y no mirar las realidades, pero creo que es necesario, en estas fechas donde la confraternización suele verse por las calles, hacer una reflexión sobre otras realidades que ocurren y tapamos con villancicos, mercados navideños y espumoso en una copa. Lamento, a quien le haya pasado, el bajón emocional leyendo estas líneas, pero, sin dejar de disfrutar de la vida que tenemos, miremos otras vidas a nuestro lado para valorar más lo que vivimos y luchar porque todo el mundo tenga un año repleto de felicidad. Una sociedad que lucha por el conjunto nos hace más fuerte, más personas, mejores.
Feliz año a todos y a todas.