«Un gran tipo sin enemigos, que se marchó sin despedirse en este largo verano de 2023. Y da lo mismo que pasen semanas o centurias. Hoy seguimos echándote de menos, querido Fidi»
Conocí a los Fidalgo en La buena tarde de RPA. Pegados al micro José Antonio y Fidi derramaban sinceridad, nobleza y un sentido del humor a prueba de bombas. Fidi y José Antonio atravesaban piel y vidas, y allí se quedaban para siempre cual inmutable tatuaje. Y claro, yo no iba a ser una excepción. Los dos, el padre y el hijo, regalaban a la audiencia risas de máquina vieja: El Sabio del País Astur con melodía de segadora al ralentí y Fidi imitando a esa olvidada vespa de cartero jubilado que arranca despacio, desafiando a los años. Le gustaba al bueno de Fidi contemplar los detalles, lo que a otros se les escapa, y en esa inspección de la parsimonia una cámara llegó a formar parte de su corpachón en aquellos solitarios paseos por el barrio alto. Cualquier martes o miércoles, buscando la lejanía del fin de semana, huyendo del gentío bullanguero. Después de sacar a Ringo y disfrutar con sus cabriolas, luego de comer las ricas viandas de Casa Prudo y aplicarse el pigacín reparador, este ser de luz que amaba retratar noches, silencios y cielos estrellados, llegaba a Cimata en moto con la firme idea de atrapar el instante preciso, con pocas ganas de apurarse demasiado.
A menudo le daba tiempo a tomarse una Coca Cola bien fría en La Corrada o en la terraza del Marinos; esperando hasta que la luz del día decidiese enredarse con la tarde, abrazando noche en cielos de azules gélidos, grises con rastro azabache, firmamentos malva, reventones ambarinos. Rastreando reflejos en el Muelle, melancolía en el Tránsito de las Ballenas, destellos en Artillería. Pisando a ritmo lento el cerro para encontrar sombras con las que enmarcar el horizonte con su Elogio gijonés. Igual de gijonés que su hogar, familia y amigos. Igual de gijonés que su Sporting querido. Igual que ese enorme corazón culomoyáu y colungués: «Qué pasa chics». «Cómo vas hermano». Un gran tipo sin enemigos, que se marchó sin despedirse en este largo verano de 2023. Y da lo mismo que pasen semanas o centurias. Hoy seguimos echándote de menos, querido Fidi.