La aparición de la flor de Pascua en floristerías, viveros y centros comerciales nos avisa de que la Navidad está a la vuelta de la esquina
El turrón, los villancicos, los anuncios de juguetes o el encendido de las luces en las calles anuncian que la Navidad está la vuelta de la esquina. Y desde hace unos años, la aparición de la flor de Pascua en floristerías, viveros y centros comerciales nos avisa también.
¿Cómo se ha convertido esta planta americana en parte de nuestra decoración navideña? Empecemos por el principio, el nombre. Su nombre científico es Euphorbia pulcherrima. Pulcherrima viene del latín “pulcher” o bello, pulcherrima quiere decir la más bella. Así sería la más bella del género Euphorbia al que pertenece. Aunque es mucho más conocida como flor de Pascua, estrella de Navidad, pascuero, “cuetlaxóchitl” en aztecza, y por su supuesto, poinsettia.
La flor de Pascua llegó a Europa procedente de México y América Central en 1834. Su cultivo no se extendió hasta finales del siglo XIX. Fue Joel Roberts Poinsett, botánico, estadista estadounidense, primer Enviado Extraordinario y Primer Ministro Plenipotenciario de México, quien la puso de moda como planta navideña. Y a él se le dedicó su anterior nombre científico, Poinsettia pulcherrima.
La flor de Pascua es un arbusto de porte compacto y ramificado, de hoja perenne. En su lugar de origen puede llegar a alcanzar 3 y 5 m de altura. En Canarias y Baleares podréis ver ejemplares cultivados de este tamaño, porque el clima cálido es más parecido al de su hábitat natural. En cambio, en nuestra latitud se comporta como una planta de hoja caduca y, tras la floración, suele perder las hojas.
Lo más llamativo de estas plantas son las brácteas rojas. De lejos parecen flores, pero no. En realidad, bráctea es el término botánico para designar a las hojas modificadas que están cerca de las flores o de las inflorescencias y que sirven para protegerlas. Hay más plantas conocidas con brácteas coloreadas que parecen flores, las buganvillas también tienen este tipo de hoja modificada.
La verdadera flor de la poinsettia es la estructura que podéis ver entre las brácteas rojas. Estas pequeñas flores no tienen pétalos coloreados. Están formadas por flores reducidas a su mínima expresión, un estambre para cada flor masculina y un ovario para cada flor femenina, además de los nectarios. Este conjunto de flores en botánica recibe el nombre de ciatio.
Compra y cuidados de la flor de Pascua
¿En qué debemos fijarnos cuando vayamos a comprar una poinsettia? Si no vivimos en un sitio cálido, lo primero en que debemos fijarnos es que las plantas a la venta no se encuentren en la calle. Es una planta “friolera” y por debajo de 10ºC es mejor que esté en el interior del comercio. Los cambios de temperatura del exterior al interior acaban afectándola y, aunque aparentemente tenga un aspecto saludable, tras su compra, perderá gran parte de las hojas en unos pocos días.
Para protegerla durante el transporte y que no se dañe, suelen venir con un tubo de plástico. Lo más adecuado es que, mientras está a la venta, esta protección esté bajada para que toda la planta esté bien aireada y no haya condensaciones que puedan dañarla.
Y además hay que fijarse en las flores. Cuando la floración está muy adelantada, podremos ver todos los estambres de las flores, unos “puntitos amarillos”. Si la floración está empezando apenas se verán. Buscad siempre plantas con la floración lo más retrasada posible, para que podáis disfrutarla en casa durante más tiempo.
Las poinsettias son plantas sensibles al exceso de humedad. La botritis o moho gris produce pudrición en tallos y raíces. Este hongo también puede detectarse observando las flores, si tienen algún indicio de moho gris a su alrededor, por insignificante que parezca, en unos días acabará afectando a toda la planta.
Una vez comprada, ¿cómo debemos cuidarla? Debemos colocarla en un lugar luminoso, lejos de fuentes de calor como radiadores, halógenos… y donde no haya corriente de aire. Si vais a ventilar la habitación, procurad que no se encuentre delante de la ventana.
Y en cuanto al riego, debemos regarla muy poco. Necesita el riego justo para que tenga un poco de humedad, pero sin empapar. En caso de duda, tocad el sustrato, un poco de humedad será suficiente. Es preferible quedarse un poco corto que pasarse con el riego.
Tras la floración puede perder las hojas. En este caso se poda y se riega muy poco. A finales de primavera rebrotará. En muchas casas conserva las hojas debido al uso de calefacción. En este caso, debemos trasplantarla para que pueda seguir creciendo.
No solo es roja
Actualmente, en el mercado podemos encontrar numerosos cultivares de flor de Pascua. Además del rojo tradicional, podemos encontrarlas de color amarillo, crema, jaspeadas, albaricoque, asalmonadas, bicolores o con el borde de las brácteas rizado.
Además de por el colorido, los cultivares modernos se seleccionan por tener un porte más compacto, floracines más precoces, ser más resistentes al almacenamiento o ramificar más.
Algunos cultivares conocidos son:
- “Primero Glitter” en rojo jaspeado
- “Freedom White” color blanco crema
- “Freedom” roja y muy robusta
- “Jester White” con brácteas de color amarillo limón
- “Cinnamon Star” con brácteas de color albaricoque a canela y bastante por encima del follaje.
- “Ice Punch” brácteas rojas con centro blanquecino
- “Mars Marble” de color crema con el centro rosado
En los últimos años, han aparecido en el mercado las “Princettia”. Se diferencian de la poinsettia en que las brácteas son más pequeñas y de color rosa intenso. El porte es bastante más compacto y toleran temperaturas más bajas que las flores de Pascua tradicionales.
Y un pequeño apunte para terminar. Las flores de Pascua pueden adquirirse desde noviembre, pero el cultivo comienza bastante antes. El plantel se compra entorno a junio o julio y se cultiva durante 4 o 5 meses. Durante ese periodo, la planta debe pinzarse para que ramifique bien, ya que florece en las puntas de las ramas.
Además, debe abonarse y, dependiendo de la variedad y el grado de humedad, la temperatura mínima para un buen cultivo no debería bajar de 15 o 17ºC, por lo que es necesario el uso de calefacción en el invernadero.