El Ateneo Obrero de Gijón y la Asociación Profesional de Fotoperiodistas de Asturias honran al prestigioso fotógrafo, encarcelado por el régimen franquista y expulsado de la profesión por su lealtad a la Segunda República
Ya lo afirmó el bueno y sabio de Esquilio, allá por el turbulento siglo V antes de Cristo: «En una guerra, la primera víctima es la verdad». Tan cierta se ha revelado esa máxima, que ni siquiera es preciso zambullirse en la sangría del combate para comprobarlo. Basta con reparar en las consecuencias inmediatas de cualquier conflicto, una vez callan los cañones, se asienta el polvo y se entierra a los muertos. Esa fue la suerte que, tristemente, le tocó sufrir al gijonés Constantino Suárez (1899-1983). El que fuese uno de los fotoperiodistas de mayor talento y más reputados de la primera mitad del siglo XX, reconocido mundialmente por su cobertura de la Guerra Civil Española, fue sometido a una suerte de damnatio memoriae por parte del victorioso régimen franquista debido a su lealtad a la Segunda República, encarcelado durante casi dos décadas y, una vez en libertad, privado de su credencial de reportero. Se abría así una deuda profesional pendiente que, por fin, este lunes era justamente saldada. En un acto organizado por el Ateneo Obrero de Gijón y celebrado en el parque que lleva su nombre, Suárez recuperaba dicha credencial, de forma simbólica, de manos de la Asociación Profesional de Fotoperiodistas de Asturias (APFA), 41 años después de la muerte de su legítimo poseedor.
«Era algo que se le debía; aparte de ser un grandísimo fotógrafo, fue una persona muy comprometida con la democracia con las ideas muy claras hasta el final de su vida», comenta Luis Pascual, presidente del Ateneo y uno de los principales impulsores de esta iniciativa. Él fue uno de los que ayer depositó la ofrenda floral a los pies de la placa que recuerda a Suárez, en un acto en el que también participaron Juan Carlos Tuero, presidente de la APFA, y el historiador Héctor Blanco, acompañados por un grupo de adscritos al Ateneo y de fotógrafos asturianos que, por unas u otras razones, no quisieron perderse el sentido homenaje. Por su condición profesional, en manos de Blanco estuvo compartir con los presentes una breve reseña biográfica de Suárez, quien tomó una cámara por primera vez en los primeros compases de la década de 1920. Su calidad y su instinto, confirmados en decenas de miles de instantáneas que retrataban el costumbrismo hispano y asturiano de la época, pronto le granjearon elogios y reconocimientos. Sin embargo, fue aquella matanza de la Guerra Civil la que terminó por encumbrarle; se trató, eso sí, de una trayectoria bélica breve. En 1937 era encarcelado en la prisión de El Coto, y tras su liberación, ya despojado de la acreditación, malvivió como freelance, muy alejado de su fama de antaño, hasta el día de su muerte.
Poco a poco, la labor de algunos afines y el papel de la buena suerte fueron contribuyendo a acabar con ese ostracismo profesional. En 1992, recuerda Pascual, «un anticuario vendió una importante colección de negativos de Suárez al Muséu del Pueblu d’Asturies». Fue el primer paso de una campaña de rescate de su figura y obras que, por parte del Ateneo, ha incluido distintas exposiciones y proyecciones a lo largo de los años; sin ir más lejos, en los primeros años de la década de 2010 el propio Blanco y el también historiador Luismi Piñera comisariaron una muestra fotográfica de instantáneas del gijonés. Con todo, esa labor de revitalización de la imagen pública del difunto fotógrafo no se ha limitado exclusivamente a ese centro gijonés. Dejando a un lado la inauguración del parque en su honor, ocurrida en 2011, recientemente la periodista y cineasta Leonor Suárez ha completado la primera temporada de su ‘Proyecto Suárez’, una serie documental que relata los avatares de su tocayo de apellido. Su último episodio se emitirá este mismo martes en la Televisión del Principado (TPA).
«Ya llevábamos tiempo queriendo dedicarle este homenaje; si lo hemos hecho ahora ha sido porque en febrero se cumplieron 125 años de su nacimiento, porque el 19 de agosto es el Día Mundial de la Fotografía, y en respuesta al silencio de las instituciones», detalla Pascual. Motivos añadidos que multiplican el simbolismo de lo sucedido ayer. No en vano, «que se le olvidase durante tanto tiempo es fruto de circunstancias aleatorias, en buena medida, pero trabajamos entre todos para cambiarlo. Se lo merece».