“Tengo un público muy fiel. A lo mejor no es tan grande como el de otros artistas, pero que alguien pague una entrada para ver a un músico de casa es una pasada”
“Me encantaría trabajar con Víctor Manuel, es el referente de Asturias y un ejemplo. Salió de un pueblo haciendo canciones y fíjate a todo lo que llegó”

Fran Juesas (Oviedo, 1972) no es un músico al uso. Comenzó su carrera pasados los 40 años y no fue por una decisión meditada. Sin embargo, convertir su afición en la forma de ganarse la vida ha hecho que más de un lustro después el ovetense solo se preocupe por la música. Con su segundo disco en el mercado, ‘El resto del camino’, el sábado se sube de nuevo al escenario. El lugar elegido no es casual y es que el asturiano no es de los que olvida las plazas que le tendieron la mano en sus inicios.
En 2021 arrancó su gira veraniega en Gijón. Ahora ha elegido Avilés para presentar su nuevo trabajo. ¿La ciudad es una vuelta al origen de todo?
Es una vuelta a mi origen musical, Avilés fue la ciudad que me abrió los brazos. Yo tocaba siempre en mi casa y los comienzos son duros. A raíz de quedarme en paro hace siete años, recuperé un poco la afición que tenía de tocar y componer y decidí actuar en los bares. Al principio era bastante complicado porque recuerdo que iba con una tarjetina por ahí y a la gente le costaba dar esa oportunidad. En Oviedo tocamos en un par de sitios, pero realmente donde despunté fue en Avilés, a partir de un concierto en la plaza Carlos Lobo. Aunque no es una ciudad muy grande, tiene mucha cultura musical en todos los sitios. Antes de la pandemia en cada calle de Avilés siempre había un concierto, un grupo tocando, existía un pequeño circuito y ahí empezó a funcionar mi relación con la música y con la ciudad.
Podemos decir que su incursión en la música llegó sin estar planeada.
Totalmente. Tenía un trabajo de técnico de mini labs, laboratorios que había antes de revelado en una hora. Ahora suena como súper arcaico, pero no hace tanto de eso. Luego llegó el digital y a veces tienen efectos secundarios como dejar sin trabajo a la gente. En este caso fue una cosa buena porque nunca se sabe. Quedarte en paro con 43 años te puede dar qué pensar, pero al final me dio la oportunidad de volver a lo que nunca tenía que haber dejado: tocar.
Usted sabe lo que es empezar desde abajo. ¿Cuándo uno tiene que luchar cada concierto es más difícil que se olvide de los comienzos?
No me olvido. A veces la música es algo en lo que empiezas luchando, pero hoy sigues porque hay que conseguir conciertos, tienes que preparar una banda… La gente muchas veces lo ve desde fuera y piensa que te va muy bien. Claro que me va bien y me encanta mi trabajo, pero todo tiene sus cosas buenas y malas. Sí que es verdad que cuando tienes un momento un poco frustrante te acuerdas del principio y te das cuenta de lo que has logrado. Solo el hecho de poder vivir de lo que antes era una afición es una gozada.

“Quedarme en paro con 43 años me dio la oportunidad de volver a lo que nunca tenía que haber dejado: la música”
¿El mejor casting es una boda?
(Risas). Las bodas son duras. Estoy acostumbrado a tocar en los bares, un sitio en el que tú eres el protagonista porque la gente viene a verte a ti, pero en una boda los protagonistas son los novios, tú estás un poco en un segundo plano. Las bodas se las recomiendo a cualquier músico porque es como una cura de humildad. Lo importante son los novios y no puedes montar un concierto. Trabajo muchas bodas y eventos de todo tipo.
Lo cierto es que usted empezó su carrera pasados los 40, algo poco habitual. ¿Cuantes veces le han dicho que estaba loco?
A lo mejor no tantas, pero muchos se han quedado con ganas de decírmelo (risas). Luego es verdad que cuando ya te va bien y ven que puedes vivir de ello te dicen esa frase de ‘ya te decía que tenías que ir por la música’, antes todo el mundo duda. Viéndolo en perspectiva es una locura. Un chaval puede pensar en hacer música, tocar en teatros, ser una estrella de rock and roll, pero con más de 40 para la gente es difícil, le cuesta entender que alguien pueda pelear por un sueño y conseguir cosas.
¿Y que es un valiente?
Muchas. Siempre digo también que valiente es el que puede. Había tenido un trabajo muy bueno durante mucho tiempo y no tengo hijos por lo que si las cosas salen mal me perjudico solo a mí mismo. Tenía un pequeño colchoncito y tirarse a la piscina a veces es complicado, pero hay que arriesgar siempre que haya posibilidad, cuando se puede.

¿‘El resto del camino’ es una declaración de intenciones?
Sí. Tiene dos interpretaciones. Por un lado, es una canción de amor que hay en el disco, pero por otro me gustaba como título. El primer disco se llamaba ‘Tiempo’ y lo empecé a componer cuando todavía tenía trabajo. Me di cuenta de que había equivocado mi camino, de que el tiempo que me quedaba de vida iba a tener que dedicarlo a algo que no quería. Al final creo que es más importante el tiempo que todas las cosas. Y el segundo, ‘El resto del camino’, es un poco darte cuenta de que la música es el camino que querías y por el que quieres continuar el resto de tus días.
Cuando sale al escenario y se ve ante el público, ¿uno se olvida de todo?
Sí. Soy una persona bastante tímida, a veces me cuesta hablar en público, pero el escenario tiene una cosa que te cambia el chip, te pones en la zona en la que todo se te olvida y tienes que estar tan concentrado en lo que haces… Es como un futbolista antes de un partido importante: está súper nervioso, pero cuando sale al campo se pone a correr y se le olvida todo. En un escenario es algo similar y es una experiencia muy especial. Lo suelo comparar con la escalada. No puedes ir pensando que la roca se va a romper, tienes que ir con seguridad y no tienes tiempo para plantearte las cosas. Por eso se te olvida todo y es tan bonito, son experiencias de riesgo, de vértigo.
¿Qué siente instantes antes de subirse?
Nervios en el estómago, pero son unos nervios buenos. En ese momento te encuentras en tensión, te está hablando a la gente y tú estás enfocado en salir e intentar quitarte las preocupaciones porque no puedes cantar con tensión, tienes que estar relajado. Una vez que salgo y veo a la gente que empieza a cantar mis canciones, se te olvida todo y adelante.
Hace unos días estuvo firmando discos en un local de Gijón. ¿Es una de esas ciudades con las que se siente agradecido?
Muchísimo. Además, Gijón tiene un público que es increíble. Soy de Oviedo y en Gijón tengo tanta gente que me sigue o más. Es un público súper agradecido y tras muchos años tocando en bares y locales haces tantos amigos… El otro día fue algo muy especial porque ahora estoy trabajando con Santo Grial y hemos cambiado un poco la forma de tocar, ya no vamos tanto a bares y tenía unas ganas de ese contacto, de poder hablar con la gente, de darles un abrazo… Fue muchísima gente y Gijón tiene algo especial.
También triunfó a principios de año en el Teatro Filarmónica de Oviedo con su banda. El gran triangulo asturiano se rinde a sus pies…
¡Eso son palabras mayores! Diría que tengo un público muy fiel. A lo mejor no es tan grande como el de otros artistas, pero que alguien pague una entrada para ver a un músico de casa, que vaya a un sitio como el Filarmónica es una pasada. Me pongo a pensarlo y pienso que es tan complicado que llego a la conclusión de que tengo un público de diez. Aunque no sea masivo, me tienen mucho cariño y yo a ellos. Eso se nota, con los años he tocado aquí y allí y a muchos los conoces, son amigos, tienes contacto con ellos en redes sociales… Es una especie de tribu que se genera alrededor de esos conciertos pequeños al principio y ahora está respondiendo muy bien. Estoy muy feliz por ello.

El verano pasado le veíamos cerrar el festival ‘Luanco al mar’. No hay ciudad o concejo que se le resista…
(Risas) Ese concierto también fue muy especial. El primer bolo que di solo fue en Luanco, en una sidrería llamada Las Delicias. Infiesto es otro pueblo al que le tengo muchísimo cariño, Laviana… Hay cuatro o cinco sitios en Asturias donde es una gozada ir porque sabes siempre va a responder la gente y Luanco es uno de ellos. Fue un concierto de estos que te los llevas, es como Disney World, nadie te lo va a quitar. Estábamos en un entorno tan maravilloso, junto al mar, toda la gente sentada con la mascarilla y era todo muy especial.
“Puedes hacer música de muchísima calidad, como ya la hay en Asturias, pero si no tienes detrás todo el engranaje de la industria musical no sirve de nada”
¿Para cuándo el salto más allá de las fronteras asturianas?
Uf… Eso es complicado, es como el muro de Juego de Tronos, muy difícil pasar al otro lado. Voy día a día, paso a paso y disfrutando de cada momento. Tenemos que intentar tocar fuera, pero España es muy grande y si no tienes respaldo de una multinacional o inviertes dinero porque al final esto es lo de siempre: una buena campaña de marketing, necesitas que te pongan en la radio, que te metan en un festival… Todo esto es más complejo de lo que parece. Tú puedes hacer música de muchísima calidad, como ya la hay en Asturias, pero si no tienes detrás todo el engranaje de la industria musical no sirve de nada. Hay gente que ha conseguido cosas importantes de forma independiente, pero hoy en día las redes sociales por sí solas no funcionan. Tú coges un vídeo y si quieres que te vean en Madrid, por ejemplo, tienes que poner dinero en Facebook para que la publicidad llegue. Al principio era más sencillo, pero ahora hay tanto contenido y tan bueno que es difícil.
Ya le hemos escuchado su ‘Canción de Oviedo’, un homenaje a la capital que le vio nacer y crecer. ¿Se le ha pasado por la cabeza escribir unas letras de Asturias?
En el último disco tengo una canción pensando en la tierra, se llama ‘Vengo del norte’. Soy mucho de empezar cosas, dejarlas en un cajón y llega un día que lo abres y a veces salen cosas. Me encantaría hacer una canción a Asturias, pero para hacer algo así tiene que ser algo que me quede bien como me pasó con la de Oviedo. Cuando una canción es buena de alguna manera lo sientes, pero todo se andará. Con ‘Canción de Oviedo’ hay algo muy curioso. Siempre iba a Gijón y terminaba los conciertos con ‘Gijón del alma’ o en la cuenca con ‘El Chalaneru’ y llegaba a Oviedo y no había canción. De hecho, hubo gente a la que se lo dije y me decían: ‘Hazla’. A partir de ahí empecé a trabajarla y salió ‘Canción de Oviedo’ así que hay influencia de Gijón (risas). Mi abuela era de Gijón, aprendí a andar en bici en Gijón y de crío pasaba muchísimo tiempo. Gijón y su gente es algo que me encanta.

¿Qué ritmo musical tiene el Principado?
Cualquiera menos reguetón (risas). Soy muy de pop, pero en Asturias tenemos un poco de todo: pop, folk, música tradicional, muchísimos estilos y muchísima calidad. Trabajo con Miguel Herrero en el estudio de Avilés y da gusto ver los músicos que tienen allí para poder componer, la forma de trabajar… Hay muchos artistas que prefieren salir teniendo aquí estudios tan buenos y músicos tan diversos. Siempre intento tirar por lo de Asturias, igual que para hacer un videoclip, porque tenemos mucha calidad. Otra cosa es que quieras algo muy concreto, muy específico y se puede entender, pero hay que barrer para casa siempre.
Todos los entrevistados que pasan por esta sección coinciden en señalar la magia de Asturias. ¿Me puede definir la región en una palabra?
Pasión. Es una comunidad que tiene pasión en un sentido amplio de la palabra. Es apasionante vivir aquí, lo abrupto también del paisaje, de las montañas, del mar ¿no? Se me ocurre esa palabra porque me parece muy bonita.
¿Con qué musico asturiano le gustaría trabajar?
Me encantaría con Víctor Manuel, es el referente de Asturias. Lo conozco y es un ejemplo. Hago un estilo de música muy diferente, pero es alguien que salió de un pueblo haciendo canciones y fíjate a todo lo que llegó. Sería para mí una cosa muy bonita, muy especial.
“Busco la inspiración en el pasado, en las historias, sobre todo, de amor y desamor. Me gusta encontrar una canción para momentos determinados”
¿Fran Juesas busca la inspiración en algún lugar en concreto?
En el pasado, en las historias, sobre todo, de amor y desamor. Me gusta encontrar una canción para momentos determinados y cuando eres un adolescente y te pasan tantas cosas en tan poco tiempo, uno intenta buscar una canción con la que poder identificarse, tanto si son cosas buenas como malas. Ahora que me dedico a escribirlas, busco hacer esas canciones para que una persona que las escuche se pueda sentir identificado, como si alguien le estuviera escribiendo esa canción para él. También a través de mis propias historias. En este disco tengo una canción que se llama ‘Por orden de apellido’. Tenía 14 años y las chicas me daban mucho respeto. Aquí cuento la historia de cómo perdí un poco la timidez porque una de ellas, muy popular, hablaba conmigo. Se sentaba delante de mí en clase, de ahí el nombre de la canción. Todos hemos tenido una experiencia parecida ¿no? Me gusta mucho apelar al pasado y a la nostalgia.

Hablemos de la pandemia. Ustedes fueron un apoyo para muchos durante el confinamiento. ¿Fue de los que este periodo le sirvió para crear?
No. Empecé a crear cuando las cosas comenzaron a ir mejor: empezamos a salir a la calle, esos primeros paseos… Soy incapaz de crear cuando no estoy al 100%, alegre y había tantas cosas negativas, tanto miedo… Bajo esas circunstancias no me sale el trabajo. La pandemia sí me sirvió para quitarme un poco el miedo a atreverme a hablarle a un móvil porque me sentía súper raro. No sabes la cantidad de gente que me lo agradeció. Mismamente ayer una chica me lo recordaba: ‘Yo no sé a los demás, pero me ayudaste muchísimo en la pandemia’. Eso me lo llevo y en lo personal perder el miedo a hacer un vídeo hablando. Me tuvo entretenido y me sirvió un poco de terapia para aquel momento tan complicado.
¿Merece la pena cualquier esfuerzo si acaba haciendo feliz a la gente con su guitarra?
Es que se trata de eso, es lo que quiero. Cuando voy a un concierto intento olvidarme un poco de mí mismo y busco que la gente que viene se lo pase bien. Es importante que suene bien y que la banda suene equilibrada, pero en lo que me fijo es en la gente y cuando se lo han pasado bien significa que el concierto ha sido bueno. El resto puede salir de una manera o de otra, pero si la gente ha disfrutado, lo demás no importa.
¿La música amansa a las fieras?
Depende. La música puede ser un vehículo para lo que uno quiera. Como cantautor siempre busco que sea para algo bueno, algo positivo y unir a la gente porque muchas veces puede utilizarse también como herramienta para separar, pero si la usas con conciencia todo tiene su parte buena.
El trabajo, más allá del apoyo, también le está dando sus frutos en forma de galardones. Con ‘Hazlo por mí’ obtuvo el premio AMAS en la categoría Canción otras escenas. ¿Qué sensación le deja obtener el respaldo de la música asturiana?
Justo antes de la pandemia me dieron el de artista revelación. Es algo que me hizo muchísima ilusión. Pensaba que este no me lo iban a dar y volver a llevártelo, sobre todo, teniendo compañeros que están nominados y ves qué talento tienen y lo buenos que son, solo puedo estar agradecido. Uno se siente orgulloso teniendo en cuenta el poco tiempo que llevo en este mundo, es como los fuegos artificiales. Son cosas que pasan, muy bonitas, pero soy de los que piensa que, aunque los premios se los dan a uno, los merece muchísima gente. Al final es un símbolo.
Bonita entrevista, yo, que conozco el paño, se que es sincera y real. Siempre recibes más de lo que esperas, porque eres sincero y eso lo saben los que te siguen cada paso.
Felicidades y a seguir creciendo cada día.
Tiene usted un hijo de 10, muy guapa entrevista, le quedan muchos conciertos que dar, es muy bueno en lo que hace, ya no queda nada para el concierto en avilés 👏🏼👏🏼👏🏼 contando los días