Para muchos una usurpación de la gastronomía tradicional, para otros un negocio que moderniza las calles. Los locales de Gijón se ven ocupados por franquicias de comida rápida y las polémicas no tardan en llegar
La gastronomía tradicional asturiana es una de las más preciadas de nuestro país. Sin embargo, al igual que ocurre en todas las grandes ciudades, Gijón se ve envuelta en algo inevitable, la presencia de franquicias. Las grandes cadenas de restauración son un fenómeno casi imparable hijo y discípulo de la globalización. A pesar de ello, muchos de estos grandes negocios culinarios sustituyen a bares, restaurantes y cafeterías que llevan toda una vida cara al público. Dando un paseo por la ciudad, las opiniones son un autentico revuelo mediático.
Muchos de los vecinos del barrio de La Arena argumentan la pérdida de la gastronomía autóctona por culpa de estas multinacionales, causando el deterioro de los locales tradicionales hasta llevar a su cierre y posterior sustitución. Una opinión que es común para los visitantes, quienes creen que las sidrerías de toda la vida son cada vez menores y las raciones, cada vez más pequeñas. De hecho, para muchos provenientes de la capital de nuestro país, la diferencia de precios entre una consumición en Gran Vía y la Calle Corrida es casi imperceptible ya que, por ejemplo, para la percepción de muchos, el precio de la sidra asciende cada año 30 céntimos.
La cuestión de los precios es algo sumamente significativo, ya que las cafeterías modernas con productos novedosos duplican sus tarifas frente a los bares de siempre. La pregunta es ¿Está dispuesta la ciudad a pagar por ello? Muchos jóvenes gijoneses, principales consumidores de este tipo de productos, argumentan que la popularidad de estas marcas en redes sociales es el principal culpable de que sean capaces de pagar 3,7 euros por una simple manzanilla con anís, siempre y cuando venga en una taza bonita y con un nombre extranjero.
Por tanto, la diferencia de precios abismal se ve suplida por una publicidad de marca tan poderosa capaz de colocar un establecimiento de comida rápida en el antiguo Teatro Arango de Gijón, una de las mayores polémicas tanto para autóctonos como para visitantes, ya que muchos ven con buenos ojos lo que otros llaman textualmente «una autentica vergüenza». A pesar de todo, el fenómeno de las franquicias parece no tener freno y solo queda esperar si la sinergia entre tradición y modernidad traerá consigo resultados positivos.