Los asaltos, ocurridos en horas diferentes de la madrugada del domingo, llevan a la chef Lara Roguez a sospechar que han podido ser premeditados, y no fruto del vandalismo; aun así, el local no ha cesado su actividad, y su propietaria se lo toma con humor
¿A qué se pudo deber? ¿Al afán de robar, quizá? ¿Al vandalismo más casual, tal vez? ¿A la envidia por el prestigio y los premios cosechados? Cuestiones como las anteriores, y algunas más, rondan estos días por la mente de Lara Roguez, la laureada chef gijonesa que empuña el timón del restaurante Abarike. Sobre todo, cada vez que su mirada recorre en el frontal de su negocio, emplazado en la calle Melquíades Álvarez, y se detiene en las múltiples razones para que existan esas preguntas. Y es que, en la madrugada del domingo, una persona, o varias, perpetraron dos ataques distintos contra el local en cuestión, durante los que se trataron de forzar la puerta trasera y, más evidente, se destrozaron algunos de los elementos decorativos de la fachada. Concretamente, el cajetín que albergaba los menús y, mucho más sangrante, las placas que reconocen la concesión de la Estrella Michelín y del galardón ‘Mesas de Asturias’ a la excelencia gastronómica. Las razones, por ahora, son un misterio… Aunque ni así Roguez pierde la sonrisa.
«Yo creo que esto fue a mala baba… Si no, nadie se toma tantas molestias«, reflexiona, risueña, la chef, que recibió el primer aviso a la 1.15 del domingo. «Hacía poco que habíamos cerrado; estaba ya en casa y, de pronto, me llamó el sereno, para contarme lo que les habían hecho a las placas«, prosigue. En ese primer asalto, los autores trataron de arrancar las placas, haciendo palanca; sin embargo, ante la imposibilidad de lograrlo, optaron por rallarlas y, de paso, «cargarse el cajetín, que es un armazón metálico con cristales, y llevarse los menús y la información que había dentro«. Aunque molesta por la mala nueva, Roguez optó por volver a intentar conciliar el sueño, consciente de que hasta el amanecer poco podría hacer. Sin embargo, a las 6 horas le entró una nueva llamada del sereno; en esta ocasión, el blanco había sido la puerta trasera. «Fue una cosa curiosa, porque retiraron todos los tornillos y se los llevaron. Ya podrían habérmelos dejado, para que luego volviese a colocar la manilla…«, ríe, con la serenidad que da la experiencia. Al fin y al cabo, en septiembre de 2024 el Abarike ya ocupó portadas cuando un cliente sustrajo una de las costosas cartas dispuestas en las mesas.
Afortunadamente, los atacantes no lograron penetrar en el establecimiento, y desde entonces la actividad en el restaurante ha proseguido sin alteraciones… Aunque sí han sido muchos los comentarios que Roguez ha recibido. Sobre todo, desde que, a la mañana siguiente, optase por colocar en el cajetín de los menús cierto cartel para explicar las causas de su deplorable apariencia… Bastante directo, toda vez que el mensaje reza «Algún hijo de puta nos ha destrozado esto, por eso no tenemos carta colgada fuera«. La propia chef admite que «mucha gente se para delante, muerta de la risa«; un matiz alegre que, no obstante, no impide por completo que diferentes teorías se abran camino. «Se me pasa mucha gente por la cabeza pero, sinceramente, es raro que tengas tan mala suerte dos veces en la misma noche… Debió ser la misma persona, y sabiendo lo que hacía y a quién«, comparte. La cuestión, de todos modos, tendrán que resolverla las autoridades, en cuyas manos está ahora el caso.