La alcaldesa, Carmen Moriyón, declinó sumarse a la invitación de la Asociación ‘Santiago’ de Nuevo Gijón, La Braña y Perchera para recorrer las instalaciones deportivas, abandonadas y convertidas en «un auténtico vertedero»
Evitar unas tapas de alcantarilla desencajas, esquivar montículos de escombros, tener cuidado con los cristales que tapizan el suelo, no quitar ojo a los cables y tubos esparcidos aquí y allá… En apenas seis meses, el próximo septiembre, se cumplirán cinco años desde que el Soccer World cerrase sus puertas, y el deterioro del otrora puntero equipamiento deportivo es más y más más patente; tanto, que cada vez se hace más difícil entrar en él con seguridad. Su decadencia, propiciada por el paso del tiempo, los efectos de la intemperie y los daños causados por quienes burlan la prohibición de acceder, continúa siendo un quebradero de cabeza para los habitantes del lugar, hartos del «auténtico vertedero» en que, aseguran, se ha convertido. Sin embargo, su último intento de visibilizar la magnitud del problema ha caído en saco roto; la alcaldesa, Carmen Moriyón, rechazó ayer sumarse a la visita guiada organizada expresamente para ella por la Asociación Vecinal ‘Santiago’ de Nuevo Gijón, La Braña y Perchera, como una táctica desesperada para apremiar en la toma de decisiones sobre el futuro del complejo.
«Sinceramente, nos lo esperábamos, aunque molesta un poco que no venga a ver cómo está esto; si lo hiciese, igual actuaba de otra forma», reconocía esta mañana María Jesús ‘Susi’ Martínez, presidenta de dicho colectivo y encargada de guiar un recorrido en el que, eso sí, participó una decena de personas. Sus demandas son bien sabidas, y abarcan la inversión de recursos económicos para demoler el Soccer, aprovechando la parcela resultante para erigir elementos que sirvan a los vecinos. A mayores, en paralelo a la proliferación de basura, denuncian que el recinto es caldo de cultivo para altercados y tensiones, especialmente cuando es ocupado irregularmente por individuos o colectivos problemáticos.
Ya el pasado sábado residentes en esos tres barrios se movilizaban para exigir que parte de los 28,2 millones de euros del remanente de tesorería municipal se destinen a paliar las necesidades del lugar; entre ellas, el futuro del Soccer. «Pedimos su derribo; creemos que es la mejor solución, porque no hay nada que se pueda salvar», reiteraba hoy Martínez. La preocupación, como es lógico, es constante. Sobre todo, ante la posibilidad de que «pase algo. Hay algunas pistas a las que van a jugar la fútbol, pasando por zonas en las que faltan tapas de alcantarilla, y donde está todo insalvable».