Más de 4.000 estudiantes se enfrentan hoy a una prueba que marcará el resto de sus vidas
Una fina capa de lluvia, rondando las dos de la tarde, recibía a los chavales en el entorno del Campus de Gijón. Como en un videojuego, los estudiantes de 2º de Bachiller se enfrentan a partir de hoy a la EBAU, el monstruo final antes de dar paso a la primera etapa de lo que los adultos llamamos la vida real. Una pelea de tres días que influirá el resto de su vida. Porque, al final, lo que se juegan estos chicos y chicas a partir de hoy es su futuro, nada menos.
Los nervios son protagonistas, claro. Las sonrisas son generales, pero no esconden una ansiedad mal disimulada. «Estamos con ganas de que pase ya todo», comentaba María Sevilla, del colegio de la Asunción. No es para menos. La incertidumbre, el miedo, las horas de estudio y trabajo se la juegan hoy. Muchos sueños entran en liza estos días. Algunos acabarán por cumplirse, otros truncados.
También es habitual entre los estudiantes esa indefinición ante el mañana: muchos aún no han decidido qué quieren estudiar. Es una declaración que se repite a menudo. El «aún no lo tengo decidido» o el «me decanté hace poco» es casi un tópico bajo la llovizna. No es baladí. Lo que suceda con estos exámenes y las decisiones – dependientes de las notas de corte- van a marcar la vida de más de cuatro mil asturianos. David Prendes, del instituto de Candás, prefiere esperar a ver la nota del examen antes de decidir. También están los que lo tienen meridianamente claro. Unos se decantan por las letras, la docencia o la comunicación. Otros ven su futuro frente a un ordenador, un laboratorio o entre ecuaciones y diferenciales. Lucía Menendez, Nerea Argüelles y Patricia Fernández, del Jimena, se ven en la sanidad. Nerea quiere alcanzar la bata de doctora y sus dos compañeras, el de enfermeras.