Tres embarcaciones, otros tantos vehículos terrestres y veinticuatro efectivos de Cruz Roja se adiestran en la localización de desaparecidos en la mar, en la evacuaciones de heridos y en el control medioambiental
La mar no tolera errores. Ni a quienes disfrutan de ella por ocio, ni a los que se ganan la vida en sus aguas, ni tampoco a aquellos encargados de velar por la seguridad de los dos colectivos anteriores. De hecho, pocos ámbitos exigen un grado de adiestramiento tan elevado como el que reciben los profesionales del rescate acuático. Y ese guante lo ha recogido el área de Salud, Socorros y Emergencias de Cruz Roja en Asturias. Durante la mañana de este jueves un total de veinticuatro de sus integrantes, tanto técnicos como voluntarios, a bordo de tres embarcaciones y de otros tantos vehículos terrestres, han realizado en aguas de Gijón su 52º ejercicio de validación de competencias. Un amplio despliegue concebido tanto para comprobar el nivel de capacitación de las tripulaciones, como para intercambiar conocimientos entre veteranos y bisoños. Y lo cierto es que, dada la peculiar virulencia del Cantábrico, esas experiencias reales, por suerte o por desgracia, no escasean.
No hay mejor escuela que lo ya vivido, dicen, y por eso la inspiración para el principal ejercicio de hoy ha sido un caso real: la desaparición en 2011 del pequeño Gonzalo, de diez años, perdido en el hundimiento del velero ‘Patry Trece’ en la bocana del puerto deportivo, y cuyo cuerpo sin vida fue hallado trece días después en la zona del espigón. Así, tras un briefing preliminar impartido en la base de Salvamento de Cruz Roja, al pie del cerro de Santa Catalina, alrededor de las diez de la mañana las dotaciones se han echaban a la mar para tratar de encontrar a un supuesto piragüista naufragado. Dos de las tres lanchas semirrígidas, la ‘Lima Sierra Lastres’ y la ‘Salvamar I’, cada una de ellas ocupada por un patrón, un socorrista y un marinero, han peinado los cuadrantes comprendidos entre el cerro y El Musel, hasta dar con el náufrago, guiadas desde el centro de control por Ignacio Pardo, jefe de zona de Socorros y Emergencias, bien provisto de mapas, cartas náuticas y recursos digitales de localización.
Al mismo tiempo, en los pantalanes del puerto deportivo la tripulación de la ‘Lima Sierra Gijón’, coordinada por el patrón Iván Ibáñez, se entrenaba en la transferencia de una persona rescatada a una ambulancia de soporte vital básico… Gracias a la inestimable ayuda de ‘P. López’, el nombre con el que ha sido bautizado un traje de neopreno relleno que hace las veces de ‘víctima’. El mismo muñeco fue empleado en la siguiente prueba, consistente en dar con una persona desaparecida en los pantalanes del puerto. Finalmente, el último ejercicio se ha centrado en la vigilancia y control medioambientales marinos en la franja de costa, competencia puesta a prueba de forma muy real hace apenas dos meses, tras el vertido de ‘pellets’ desde el mercante ‘Toconao’ ante las costas de Portugal. Alrededor de las dos de la tarde, con todos los participantes de nuevo en tierra, se daba por completado con éxito el simulacro.
«Estos ejercicios son fundamentales, aunque hay un alto grado de veteranía»
«Nuestra meta con estos ejercicios es siempre la misma: aumentar la eficacia y la eficiencia del trabajo, y aumentar el grado de seguridad de nuestro equipos en el desempeño de lo que es una actividad de riesgo», explicaba, al inicio del despliegue, David del Valle Maquinay, director regional de Salud, Socorros y Emergencias de Cruz Roja. Ese alto nivel de capacitación es, de hecho, uno de los requisitos cruciales del convenio de colaboración suscrito con la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima (SASEMAR). El mismo activo desde 1995, que ha sido renovado recientemente, y que contempla la presencia de hasta cuatro bases operadas por Cruz Roja en el litoral asturiano; dos de ellas, las de Gijón y Luarca, activas los 365 días del año. «Lo que hacemos es complementar a SASEMAR; la relación ha sido siempre excelente, y lo único que deseamos es que, dentro de lo que es nuestra humilde contribución, las Administraciones sigan confiando en nosotros».
Dadas las características del material de que Cruz Roja dispone, esa aportación suele limitarse a las aguas más cercanas a la costa. Tal como detallaba Jorge Fernández, responsable del programa de Salvamento Marítimo en Gijón, «SASEMAR suele reclamarnos para remolques de pequeñas embarcaciones sin gobierno, rastreos y búsquedas de personas, control de contaminación y de animales marinos, y detección de elementos peligrosos para la navegación, como troncos o contenedores»; eso sí, no están tomando parte en el operativo de balizamiento de los trece contenedores caídos del buque portugués ‘Lola B’, asumido exclusivamente por SASEMAR. En cualquier caso, para cumplir con ese amplio abanico de tareas, como es lógico, «estos ejercicios son fundamentales. Y hay un alto grado de veteranía; yo entré en esta casa en 2009, y unos veinticinco de los setenta voluntarios que destinados en la base de Gijón están casi desde entonces».