«Siempre hay una grieta por donde entra la luz», pronunció la princesa Leonor en su discurso
Oviedo vivió ayer una de sus jornadas más especiales que, tras 44 años de trayectoria, ya forma parte del carácter de la ciudad. La ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2024 congregó a las puertas del Campoamor a un público entregado desde primera hora de la tarde y que se congregó en el entorno del acceso al teatro para inmortalizar y llenar de piropos -a partes iguales- a los galardonados de este año junto a la Familia Real y el resto de invitados al evento. Las cuatro gotas y el aire frío que parecían presagiar lo peor, se contuvieron finalmente para permitir a los reyes de España, la princesa de Asturias, la infanta Sofía y la reina emérita realizar su entrada al teatro con tranquilidad y entre saludos y sonrisas hacia una audiencia entregada a los aplausos.
Alejados unos metros del sonido de las gaitas, desde la Plaza de la Escandalera decenas de manifestantes también rindieron culto a una tradición con sabor a lo de siempre, como lo es la concentración republicana que en cada ceremonia se reúne al lado del evento para reivindicar su rechazo a la Monarquía. Aunque este año, a las banderas tricolores se unieron las de Palestina, ya que otra de las proclamas ha sido la de solidarizarse con el pueblo palestino en Gaza y la población que sufre el conflicto con Israel. Tras ellos tuvo lugar otra breve protesta novedosa este año, nada menos que contra el grupo de científicos galardonados con el Premio Princesa de Investigación Científica y Técnica y llamados «padres de Ozempic«, un medicamento creado para combatir la diabetes que se ha popularizado para perder peso. En torno a una decena de personas pertenecientes al colectivo ‘Bloke Gorde‘ se tumbaron en el suelo en señal de protesta junto a una pancarta con la frase «La gordofobia perjudica gravemente la salud».
En cualquier caso, con la sucesiva entrada de invitados al teatro, el ambiente de fuera se fue relajando para ceder protagonismo a lo que ocurriría dentro. Esperaban ya en butacas personalidades como la presidenta del Congreso, Francina Armengol, la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun o la ministra de Ciencia Innovación y Universidades están presentes en la ceremonia. También el presidente del PP, Álberto Núñez Feijóo, así como presidentes autonómicos de fuera de Asturias como Salvador Illa en Cataluña o Juanma Moreno, entre otros.
Los focos estaban a punto de dirigirse a aquellos profesionales en su campo que iban a recibir el galardón real esa noche: la escritora Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras; el académico y ensayista Michael Ignatieff, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales; la historietista, directora de cine y pintora Marjane Satrapi, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades; la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), Premio Princesa de Asturias Cooperación Internacional; los investigadores Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman, Joel F. Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov, Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica; la agencia Magnum Photos, Premio Princesa de Asturias de la Concordia; la jugadora de bádminton Carolina Marín, Premio Princesa de Asturias de los Deportes; y el compositor y cantante Joan Manuel Serrat, Premio Princesa de Asturias de las Artes.
Felipe VI: «En el centro de cualquier discurso, acción o decisión, ya sea en el ámbito económico, social, político o artístico, debe seguir estando, siempre y de manera ineludible, la persona»
En cuanto a formalidades, la gala estuvo marcada por una clara búsqueda de orientar cierto protagonismo hacia la princesa Leonor como Princesa de Asturias simbolizadora de los premios siendo desde este año mayor de edad. El rey Felipe VI tuvo oportunidad de pronunciar su discurso, en el que alertó del riesgo que supone la deshumanización, ha incidido en la importancia de que la persona esté en el centro de todo y en la necesidad tanto de las instituciones como de los ciudadanos de defender la dignidad para proteger los derechos y libertades en los que se sustenta la democracia. En opinión de Don Felipe, el «denominador común» de los premiados, de este año, a los que felicitó, se puede condensar «en una sola idea o concepto: la persona». «La persona a través del amor, la belleza, la entrega, el compromiso, la compasión, la búsqueda de los límites del saber o la defensa de las libertades», ilustró.
«El Rey reconoció que «en este mundo ‘globalizado’ de grandes magnitudes y oportunidades, entre avances tecnológicos inimaginables, la deshumanización es un riesgo latente», y por ello destacó como prioridad que «en el centro de cualquier discurso, acción o decisión, ya sea en el ámbito económico, social, político o artístico, debe seguir estando, siempre y de manera ineludible, la persona». Así las cosas, sostuvo que «es obligación de las instituciones» pero también de los ciudadanos «luchar contra todo aquello que se separe, siquiera un ápice, de ese respeto integral que debemos a la persona». El monarca también recordó que la historia alerta de las «graves consecuencias de apartarse de ese camino» al igual que alerta de «los graves riesgos de la ‘polarización’, de la negación del otro por sus convicciones o creencias, porque piensa, reza o vota distinto».
Leonor, en referencia a Carolina Marín: «Ella dice eso de ‘puedo porque pienso que puedo’, y les aseguro que, para quienes estamos a punto de abandonar la adolescencia, son palabras muy valiosas»
La princesa Leonor por su parte, fue la encargada de elogiar a los galardonados en su discurso, tarea hasta ahora desempeñada por su padre. Esta reivindicó la «esperanza» frente al «escepticismo y el desánimo» y quiso hacer ver que «siempre hay una grieta por donde entra la luz», en un tono más esperanzador que el rey. También al cierre de la gala, fue ella y no el actual monarca quien convocó la próxima ceremonia de entrega de los Premios para el año que viene.
Un momento muy emocionante en el acto tuvo que ver con la entrega del premio en Deportes a Carolina Marín. Su madre, Toñi Martín, lloró emocionada mientras la jugadora onubense de 31 años recibía sonriente el diploma de la Fundación que ya se une a su infinito palmarés con tres títulos de campeona del mundo, siete de campeona de Europa, un oro en los Juegos Europeos de Cracovia 2023 y un oro en los Juegos Olímpico de Río de Janeiro 2016. La Fundación Princesa de Asturias reconoció en ella «un ejemplo de superación» y «la mejor jugadora de la historia del bádminton en España y una de las mejores del mundo». Doña Leonor elogió: «Ella dice eso de ‘puedo porque pienso que puedo’. Y les aseguro que, para quienes estamos a punto de abandonar la adolescencia, son palabras muy valiosas».
Blandiana, premiada en Letras, tomó prestada la famosa expresión del escritor Miguel de Unamuno para mencionar: «me duele España, me duele Rumanía, me duele el mundo», ante el momento actual de «olas cambiantes de la posmodernidad» donde «las naciones se difuminan ante las ideologías». Serrat por su parte, acompañado de una violinista, cantó ‘Aquellas pequeñas cosas’, uno de sus temas más conocidos, cosechando una ovación y con el público en pie. «Gracias, Joan Manuel, por ese Regalo», le respondió el Rey Don Felipe. Satrapi, premiada en Humanidades, tuvo asimismo palabras de esperanza como la Princesa de Asturias, y concluyó: «Acepto tanto mi violencia como mi benevolencia, esperando siempre que la segunda prevalezca sobre la primera».