La edad de los vecinos condiciona las reivindicaciones de cada zona

Gijón tiene 270.000 habitantes y un desigual reparto por edades que presenta su mayor contraste entre barrios como Roces y La Arena, con predominio de personas mayores y una media de edad de 57 años y Nuevo Roces y Viesques, donde no llega a los 35.
Cada vez vivimos más y nacen menos niños. De ahí que en la pirámide de población de nuestra ciudad, como la de Asturias, la franja de los mayores de 65 años sea cada vez más ancha. En Gijón representan el 26,4% del total de sus habitantes ( 72.314 ), más del doble que la de los menores de 16 años (32.215) que apenas son un 12%.
Las estadísticas dibujan un modelo de ciudad con necesidades muy diferentes dependiendo de las edades de los vecinos de sus barrios. Así, mientras en Nuevo Roces,piden servicios básicos como un centro de salud o un colegio, en Roces la preocupación es otra: la degradación de sus fachadas que no resisten más el paso del tiempo. En La Arena, donde predominan las personas mayores, preocupa la soledad. Aquí la prioridad son lugares que permitan a los ancianos mantenerse activos y socializar.
La soledad y las fachadas degradadas, el problema de los barrios más envejecidos

En Gijón están censadas 72.682 personas con más de 65 años. De ellos, más de 9.000 son octogenarios que viven solos. La zona centro es la que aglutina más casos, con 1.160. De ahí la importancia que en esta zona tienen los equipamientos dirigidos a personas mayores. Uno de los de referencia es el Centro de Mayores Gijón Centro ubicado en el edificio del centro comercial San Agustín, que se inauguró en 2010. Su objetivo, nos cuenta Joaquín Monteagudo, director general de Servicios Sociales y Mayores es “ fomentar el envejecimiento activo y tratar de ayudar a los mayores del barrio a envejecer con la mayor calidad de vida posible”. Cuenta con 20.000 socios, un calendario completo de actividades y hasta un comedor especialmente dirigido a quienes viven solos. Por las tardes, se forman grupos para jugar al parchís. Así encontramos a Isabel, Marisa, Balbina y Margarita. “Estamos de maravilla aquí, pasamos la tarde, algunas venimos también a comer.Vivimos solas y te ahorras cocinar”, nos cuentan.
También hay muchos ancianos viviendo solos en la barriada de Nuestra Señora de Covadonga, conocida como “el poblado” de Roces.
Construido en 1953 por empresas como el Ferrocarril de Langreo para facilitar a sus trabajadores un lugar donde vivir a precios asequibles, está compuesto por 772 viviendas, 37 bloques y 122 portales. 67 años de historia pesan sobre unas fachadas que literalmente, se caen a cachos. Sus propietarios esperan desde hace 10 años un arreglo con cargo a los fondos del Plan de fachadas degradadas que cada vez parece más lejos. “Esto está de pena y dolor”, cuenta Purificación García, presidenta de la asociación de vecinos de Roces y vecina del poblado. “Ya sabemos cómo están las arcas del ayuntamiento pero por otro lado, los proyectos de remodelación quieren abarcar tanto que el barrio se va deteriorando cada vez más”, añade.

Por si esto fuera poco, la presentación hace dos años por parte de un vecino de una solicitud de derribo de la barriada, mantiene divididos a los vecinos: “Se ha hecho creer a la gente que si tiran las casas viejas les van a dar una casa nueva a cambio de nada y mucha gente mayor con pensiones muy bajas que no pueden permitirse pedir un crédito al banco, se lo han creído”, cuentan desde el colectivo vecinal.
Recientemente el ayuntamiento comunicó a los vecinos su intención de ejecutar la obra con cargo a los fondos europeos de recuperación pero aun en caso de que estos llegaran, Roces tendría que ponerse a la cola: “Nos dicen que primero habría que terminar las obras que ya están empezadas en Tremañes y Portuarios”.
Nuevo Roces, mucho vecino para tan poco servicio
En Nuevo Roces, el barrio cuya población más ha crecido durante los últimos años, la “batalla” es otra: dotar de servicios a esta zona en la que ya viven casi 5.600 personas, una de cada cinco, niños en edad escolar. Sin embargo, en estos 12 años desde su nacimiento, el crecimiento de su número de habitantes no ha avanzado en paralelo al desarrollo de los servicios públicos como un colegio, un instituto y un centro de salud. Para Miguel Bernardo, presidente de la asociación de vecinos, “Esa falta de sincronización nos transmite la incompetencia de los poderes públicos. Su voz representa la indignación del barrio: “Cuando vengan a sacarse las fotos, que traigan lo que nos han prometido”.
El proyecto de construcción del futuro colegio ya está redactado y a la espera de que la consejería de Educación adjudique la obra. “Han puesto la primera piedra administrativa, ahora falta la física.”, añade Bernardo. Mientras esperan, los primeros niños que nacieron en Nuevo Roces ya tienen edad para ir al instituto. “El desarrollo del barrio va muy por detrás de las necesidades que tenemos”.

En cuanto al centro de salud, califican la situación como “aun más sangrante”. Hace un año que el proyecto fue presentado a los vecinos asegurando que su licitación era “inminente” y “seguimos esperando”.
Así es el Gijón de las dos caras opuestas: el del envejecimiento del centro frente al crecimiento del sur. Ambas velocidades conviven en una ciudad que perdió 1.311 habitantes en 2021, 11.370 la última década. Si la tendencia demográfica no cambia, los barrios seguirán necesitando más inversión en centros para mayores que en colegios.